Una nueva jornada de violencia en las calles de París se saldó con 130 detenidos y 20 heridos. Los disturbios tuvieron como epicentro el Arco del Triunfo, en el marco de las protestas por las subas en los combustibles. La policía dispersó a los manifestantes con gases lacrimógenos y carros hidrantes, tal como ocurrió en la marcha del sábado pasado.
Así se escribió un nuevo capítulo en la pugna contra el presidente Emmanuel Macron que lidera el llamado movimiento de los chalecos amarillos, que abarca todo el país y salió a luz tras el tarifazo en las naftas. Incluso hoy hubo una pintada en el Arco de Triunfo que decía: “Los chalecos amarillos triunfarán”.
El histórico monumento fue el escenario de la refriega policial. Allí, los manifestantes armaron barricadas y se produjo la represión. Con gases y cañones de agua se intentó hace retroceder a los grupos, que removieron las vallas alrededor del cenotafio en honor al Soldado Desconocido, colocado allí tras la Primera Guerra Mundial. Allí fueron dispersados mientras intentaban cantar La Marsellesa.
El primer ministro Édouard Philippe condenó la violencia, “rara vez vista”, mientras el presidente Emmanuel Macron se encuentra en Buenos Aires en la cumbre del g-20. "Quiero decir lo mucho que me ha sorprendido este cuestionamiento a los símbolos de Francia: el hecho de que el Arco del Triunfo haya sido marcado, de que alrededor de la tumba del soldado desconocido pudiera tener lugar una manifestación", aseguró el premier.
Philippe aseguró que marcharon unas 50 mil personas en la capital francesa y otras 36 mil en el resto del país. Las fuerzas de seguridad movilizaron unos 5 mil agentes en toda Francia. Pese a los incidentes, se realizó la marcha en rechazo a la política impositiva de Macron, que afecta el poder adquisitivo de amplios sectores. Las protestas comenzaron el 17 de noviembre, con casi 300 mil personas en las calles de Francia.
El impuesto que dispuso el mandatario fue para reducir las emisiones de carbono para así acelerar el giro hacia las energías renovables. Al mismo tiempo que se determinó esa medida, el gobierno de Macron suprimió el impuesto a las fortunas. Por eso en Francia se reflotó una frase atribuida a Luis XIV: "Tomen dinero de los pobres, son muchos y nunca se quejan".