¿Qué ocurre cuando el amor se acaba? ¿Y cuando el deseo se fuga hacia otros lugares? ¿Cómo se procesa un amor no correspondido? ¿Y el que sí lo es? En Todo lo posible, la nueva puesta escrita y dirigida por Lorena Romanin, se cuelan, entre otras, esas preguntas que interpelan sobre aquello en lo que cualquier espectador puede reflejarse: las relaciones afectivas.
Con una trayectoria consolidada en el off, y creadora de Como si pasara un tren, una de las piezas exitosas de ese circuito que celebra su cuarta temporada, la dramaturga y directora escribió una primera versión en 2013 a la que llamó Esa sensación horrible de no haber intentado lo suficiente, pero el estreno coincidió con el nacimiento de su hija y el proyecto transitó un breve camino. “Sentí que la obra no se había explotado lo suficiente. El estreno se hizo una semana antes del parto de mi hija, entonces siempre me quedaron ganas de reescribirla”, asegura al respecto Romanin.
Todo lo posible pone en escena las relaciones cruzadas de cuatro personajes que se complejizan a medida que avanza la trama. Daniel (Marco Gianoli), trabaja en un jardín de infantes al que asiste un nene que se siente nena. Al mismo tiempo, él intenta blanquear su homosexualidad a su hermana Magui (Salomé Boustani) y sobre todo a su mejor amigo Eliseo (Guido Botto Fiora), de quien está enamorado. Por otro lado, Magui tiene un noviazgo de muchos años con Alvaro (Claudio Mattos), aunque ya no lo ama y quiere dejarlo. Pero con el curso de los acontecimientos, a partir de un accidente que sufre Alvaro, todo lo establecido en esas relaciones estalla.
“Es un texto muy ecléctico a nivel de los vínculos. No es una historia fácil de contar y sintetizar. Cuando retomé la escritura, aparecieron cosas propias, pero ahora tal vez estoy menos oscura que en el momento que escribí la primera versión”, revela la autora, quien vuelve a poner el foco en la diversidad, tal como hiciera en la recordada Julieta y Julieta, adaptación del clásico de Shakespeare Romeo y Julieta, y en Plan V, la primera serie lésbica del país.
–¿Cómo se construyó el texto de la primera versión?
La idea apareció trabajando con los actores. Había una búsqueda en relación a los vínculos. Era una apuesta hacer esto después de Como si pasara un tren, porque esa obra es mucho más clásica, más redondita y es una narración clara que empieza y termina. En cambio, Todo lo posible habla de muchos temas, es más juvenil y tiene un humor más ácido.
–Es precisamente evidente en esta obra esa decisión de usar como recurso el humor para contar una historia que está más cercana al drama…
–A mí me gusta contar historias desde la profundidad pero también desde el humor. Tiene que ver con una estética mía. Yo misma uso la ironía, y hago una crítica de mí misma y siempre apunto hacia el lado patético que todos tenemos y que es tremendo pero gracioso al mismo tiempo. Sin humor lo que es terrible se hace insoportable o se convierte en algo solemne.
–Vuelve también a abordar la homosexualidad y suma la temática de la identidad de género, algo que en el contexto actual tiene mayor visibilidad de la que tenía en 2013, cuando estrenó la puesta original.
–No son temáticas que cuento desde una intención de visibilizar, porque para mí es una realidad cotidiana y un vínculo más. Una pensaría que para alguien hoy no es un conflicto ser homosexual, pero puede llegar a serlo. El personaje de Daniel asume su homosexualidad, aunque tarda en contárselo a su hermana. Pero en el caso de Eliseo sí es algo nuevo, y hasta aparece la idea de la bisexualidad como opción, que también es algo muy criticado a veces. El público de teatro es mucho más abierto para poder hablar de esto, pero viene gente grande a ver la obra y es bueno que se genere empatía con estos temas.
–Todo lo posible habilita una fuerte identificación del público porque habla de lo vincular y lo afectivo. Esto también ocurría en Como si pasara un tren, donde se cuenta la relación entre una madre sobreprotectora y un hijo con retraso madurativo.
–Sí. En ambas obras se hacen presentes lo vincular, lo amoroso y el humor, pero igualmente son muy distintas y creo que por sus características Todo lo posible va a hacer un camino distinto al que hizo Como si pasara un tren.
–Esa obra ya lleva cuatro años en cartel. ¿Por qué cree que ha tenido ese éxito inusual en el teatro alternativo?
–Es increíble lo que pasa. Me llamaron para ir a dirigirla a Río de Janeiro en enero y febrero, y tenemos ganas de llevarla a otros países y a otros espacios porque es una obra que gusta mucho y genera mucha empatía. Pienso que funciona así porque es realista, resalta mucho la amorosidad y tiene una mirada muy optimista, entonces la gente sale del teatro copada con esa posibilidad.
* Todo lo posible puede verse los domingos a las 20 y Como si pasara un tren los viernes a las 22.30. Ambas se presentan en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960).