Cuatro años atrás, luego de casi una década de actuación en el cine y ni un solo rol de esos que rompen todo, Tessa Thompson estaba al borde de renunciar. Harta de recibir siempre los mismos personajes que se le asignan a las mujeres negras, una y otra vez, prometió que se dedicaría al teatro. “En el escenario podés interpretar toda clase de cosas”, dice la actriz de 35 años. “La industria cinematográfica, al menos en ese punto, no era tan generosa con las mujeres de color”. Entonces llegó Dear White People.
“Eso me cambió el juego”, dice Thompson sobre esa comedia dramática dirigida por Justin Simien en 2014 (y que luego se convirtió en serie para Netflix), en la que interpreta a una estudiante políticamente provocativa en un colegio ficticio, con una mayoría de población blanca de la Ivy League. La película en sí es una especie de acusación en Hollywood. “¿Por qué todo lo que hace la gente de color viene envuelto en el dogma cristiano? ¿Por qué solo podemos ser la descarada amiga negra? Era increíble al fin ser capaz de hablar en una película de la frustración que tenía en la industria. Y entonces le fue muy bien, y se convirtió en mi estrella guía”.
Desde entonces, esa estrella ha ascendido. La actriz estadounidense, criada entre Los Angeles y Brooklyn, interpretó a la activista de derechos civiles Diane Nash en Selma, de Ava DuVernay; a la recia y bisexual Valkyrie en Thor: Ragnarok, de Marvel; a una científica investigadora de un fenómeno iridiscente en Aniquilación, junto a Natalie Portman; y a una implacable directora del parque temático en Westworld, la serie de HBO. Este año, además de ser una pieza clave en el movimiento Time’s Up contra el acoso sexual –que ya recaudó millones de dólares para fondos de defensa legal–, protagonizó Dirty Computer, la “pintura emocional” de la música Janelle Monae. Jugando con los persistentes rumores que señalan que fueron o son pareja, ambas hicieron de amantes atrapadas en un Estado totalitario.
Pero en esta ocasión la charla tiene que ver con Creed II, la más reciente adición a la inmortal serie de Rocky, dirigida por Steven Caple Jr, secuela de la celebrada Creed de Ryan Coogler. El film encuentra a los boxeadores Adonis Creed (Michael B. Jordan) y Viktor Drago (Florian Munteanu), cuyos padres protagonizaron una célebre pelea 30 años antes con consecuencias fatales, preparándose para su propio combate. Es tan agotadora y tierna a la vez como su predecesora, metiendo cada tanto un golpe emocional entre los incontables golpes físicos. Caple Jr. tomó el riesgo de permitir que Viktor, el “villano” de la película, tuviera un arco dramático casi tan importante como el del héroe. Pero es un riesgo que da buenos resultados y le agrega aún más pathos a un film que, en su corazón, nunca realmente trata de boxeo.
Thompson, por su parte, encarna a Bianca, una música con discapacidad auditiva poco amante de las estupideces que se enamora de Creed. Aunque es protagonista, tenía la firme convicción de que Bianca no debía funcionar meramente para hacer avanzar la historia de Adonis: un peligro para cualquier personaje secundario, y particularmente para una mujer. “Estamos tan acostumbrados a que los personajes femeninos se sientan como una cifra, que no se parecen a ninguna mujer que conozcamos”, dice, sentada con las rodillas contra el pecho en un sofá de su habitación de hotel londinense. Con un traje verde y zapatos dorados y dos pequeñas trenzas rodeando su pelo, Thompson luce inmaculada, aunque no se siente así. “Estoy medio dormida... anoche salimos hasta tarde”, dice revoleando los ojos. “Fuimos a un club, ni siquiera sé cómo se llama”. Si ésta es la Thompson somnolienta, es inimaginable lo que debe ser cuando anda a todo gas. Habla rápido, rara vez aleja la mirada y es indefectiblemente brillante. Demasiados personajes femeninos, continúa, “no tienen sus propios derechos, no tienen agenda ni sabemos qué les preocupa, qué están buscando”. Para su Bianca era importante no solo “ocupar su propia narrativa” sino también ofrecer un contragolpe al mundo hipermachista en el que se mueve buena parte de la franquicia Rocky. “Dado que transcurre en el mundo del boxeo y tiene que ver con los hombres, hay un real peligro de que solo exista en un espacio de verdadera toxicidad masculina”, dice. “Y aunque no creo que el rol de las mujeres en la película deba ser ablandar eso por completo –digo, los hombres deben tomar la responsabilidad de lidiar con su toxicidad–, sí pienso que hay una buena oportunidad para las mujeres de salir y decir ‘Ey!’... ¿se entiende?”
La primera Creed se filmó antes de que emergieran los movimientos Time’s Up y #MeToo. En Creed II “y de hecho en cada set en el que he estado desde ese momento decisivo, sentí una diferencia palpable”, dice. “Lo realmente maravilloso sobre Time’s Up, en términos de observar la industria y no solo señalando los groseros casos de abuso de poder, es darse cuenta de que la cuestión es un desbalance del poder. Miramos los lugares de trabajo y nos preguntamos cómo podemos hacerlos más seguros, para todas las personas pero especialmente para las mujeres. Tenemos más mujeres en los lugares de trabajo, y más mujeres en posiciones de poder. Con lo que siento que ha habido un cambio sísmico, del que estoy orgullosa.” En Creed, agrega, “nuestro equipo es realmente inclusivo. Hay muchas personas de color, muchas mujeres, la directora de fotografía en la primera película era una mujer... es increíble”. Es quizá por esta razón, y por el hecho de que tanto Coogler como Caple Jr. “son cineastas fantásticamente sensitivos”, que el personaje de Thompson evitó recorrer el camino de muchos otros personajes de reparto femeninos. “Filmamos un montón de material que terminó quedando afuera”, dice, “porque así es como sucede en una multitud de películas; pero aún así siento que se transmite el hecho de que ella es rica, y está viva y es humana”
Thompson está acostumbrada a que se corten sus escenas, aunque en una ocasión, y a pesar de que solo duraba unos segundos, hubo mayor controversia que con el resto. Era una escena de Thor: Ragnarok, de Taika Waititi, en la que una mujer deja la habitación de Valkyrie tras pasar la noche juntas: la única referencia explícita en toda la película a la bisexualidad de la asgardiana. “Hay algo que aclarar sobre eso, y es que fue muy de pasada”, dice Thompson. “Espero que lleguemos a un espacio en el que la sexualidad de alguien sea algo tan inmaterial como yo tomándome este jugo”. El jugo en cuestión sigue sin tocar en la mesa ratona; Thompson está demasiado ocupada hablando como para tomar un sorbo. “No fue Marvel ni Disney ni nadie extrayendo eso porque fuera un problema”, continúa. “Era simplemente que ese momento en particular no tenía sentido en el contexto de la escena. Y había otras cosas hermosas en las que tenías una sensación de su historia. La mujer que muere es su amante, y la performance para representarlo era ‘esa es tu amante’. Con lo que en mi mente no fue cortada; la interpreté como una mujer queer. Espero que, en términos de las historias que contamos, lleguemos a un lugar en el que eso simplemente existe, y no tiene por qué ser algo que llame la atención.”
De algún modo, Thompson fue tomada por sorpresa a comienzos de este año, cuando su propia sexualidad fue algo que llamó la atención. En una entrevista con Net-a-Porter dijo haber tenido citas con hombres y mujeres, pero ella no lo vio como una gran confesión. “Para mí no era gran cosa, estaba hablando de manera cándida”, dice. “Algunas personas lo categorizaron como una salida del armario o algo así. Y nunca estuve dentro del armario, así que no sé qué significa eso.” También se sintió perpleja por el inmediato intento de ponerle una etiqueta. “Hubo un montón de gente que dijo ‘Oh, es bisexual’. Nunca pronuncié esa palabra, porque no creo en esos binarismos. Me parece importante decirlo, al menos para mí, porque no es la manera en la que me identifico especialmente. Pero tuve un montón de personas diciendo ‘Esa es mi experiencia, realmente me liberaste, me ayudaste a tener una conversación con mi familia’. Eso me hace feliz, me parece enormemente importante. Por eso siento que era importante sonar cándida en ese sentido, porque he tenido la suerte de tener una familia en la que podés ser lo que quieras ser. Mucha gente no tiene eso, no tienen un sistema que la sostenga, y se siente realmente enredada por la vergüenza. No pueden amar de la manera que quieren amar, no pueden ser quienes quieren ser. Creo que es muy importante decir que está bien”.
El próximo papel de Thompson (o uno de ellos, porque también protagoniza un spin off de Hombres de Negro y le da voz a una cocker spaniel en la remake de La Dama y el Vagabundo, de Disney) es el de una corredora de drogas recetadas en el thriller Little Woods, de la debutante Nia DaCosta. “Amo trabajar con mujeres”, dice la actriz sobre la posibilidad de colaborar con una directora. “Es que... en compañía de mujeres puedo dejar escapar un suspiro. Y además estábamos hablando de las oportunidades para mujeres de color, pero para las mujeres directoras... todavía es muy loco”. En 2016, de las 250 películas más taquilleras solo un 7 por ciento tenía directoras mujeres. “Quiero decir, de verdad... es vergonzoso”, dice Thompson remarcando cada sílaba. “Rara vez las mujeres tienen una chance. Ahí está Patty Jenkins, directora de Mujer Maravilla. Su primera película, Monster, era maravillosa. ¿Y le tomó trece años hacer su siguiente film?”. Exhala lentamente. “Entonces, cuando consigo estar en compañía de mujeres me siento exaltada. Desafortunadamente, todavía se siente como un pequeño milagro.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.