Herencia negrada, es la que reinvinca Ariel Prat, ahora junto a su banda Los Perdidos. Así se llama el flamante trabajo que está presentando, después de varios años sin disco de estudio. En este lo acompañan invitados como Teresa Parodi, Mono Hurtado, Mariano Gonzalez Caló, María Volonté y varios integrantes de Bersuit Vergarabat. También el español Arco, ex líder de la banda El Puchero del Hortelano, quien puso la voz para la versión de Prat del tema que popularizó la Bersuit “No te olvides” (de su autoría, con Pepe Céspedes). Entre temas propios y versiones como la de “Milonga triste”, Prat vuelve a poner en escena la murga y la Herencia negrada. El jueves 13 y viernes 14 de diciembre presentará este trabajo en el CAFF (Sánchez de Bustamante 772).
El disco tiene momentos como el de la milonga de Manzi y Piana cruzada por un rezo en quichua, y bien marcada por las percusiones. O “Ella también”, de Luis Alberto Spinetta, en clave murguera (“ennegrecimos al Flaco”, se ríe Prat). O el homenaje emotivo y barrial “La murguerita” a las pequeñas protagonistas de las murgas porteñas. “Ese tema está inspirado en mi hija Vera, un día en que la vi ponerse a bailar enseñándole a una vecinita los pasos de murga, como algo tan natural. Y en ese sencillo acto me dio no solo una lección de ternura, sino también la dimensión de que la murga está presente todo el año, no es solo una cuestión de carnaval”, repasa el músico.
O “La de Wilson”, dedicada al jugador cordobés afro descendiente Wilson Severino, aquel que, ya retirado, entró a jugar la Copa Argentina contra River, por su club, Atlas. “Wilson representa para mí el tipo trabajador, ferroviario, y también el del fútbol del abrazo, de la cancha, de la pasión”, dice el murguero. “Herencia negrada tiene que ver con esa parte oculta, esa parte de la grieta, la ‘oscura’, que se han encargado de poner a un lado”, define Prat lo más conceptual del disco, y en cuando a lo musical apunta que “representa a la murga pero también aparece la milonga candombe, los toques de afro argentinos, que en este disco están muy presentes… Se podría definir como un disco de world music, pero más nac and pop”, concluye.
–¿En esa batea lo pondría?
–¡Es que no saben dónde meterme! A veces mis discos aparecen en la parte de música uruguaya. Y es difícil, porque puedo ir un poco para el lado del rock, otro para el lado de la canción… Yo no estoy tan de acuerdo con eso de que “las etiquetas no importan”. Hay que encontrar un lugar, porque uno necesita mostrar lo suyo, presentarse también para los que no lo conocen.
¡Si tenés un puesto en una feria y llevás quesos y salamines, no te podés poner con un cartel de anillos!
–¿Cómo seleccionó a los invitados?
–Cada uno tiene su razón de estar, en cada tema. Con Teresa (Parodi) hacía tiempo que quería estar, ¡y en “La murga del 17” ella tenía que estar! Ahí estoy hablando del 17 de octubre, de la Plaza de Mayo, la plaza nuestra, la que nunca vamos a dejar, con esa fuente donde eternamente nos vamos a lavar las patas. Es un homenaje a tantos años de resistencia, porque a pesar de tener lapsos como el kirchnerismo, siempre sentimos que estamos en la resistencia. Por eso parte de la letra dice: “nosotros vamos a estar, siempre vamos a estar… Pero ellos no van a estar”. Por más que pongan una reja, que quieran quitar los pañuelos, la plaza, ese reservorio histórico, es nuestro.
–¿Por qué la murga como forma de expresión?
–No podría ser de otra manera, me sale así, yo compongo con la rítmica de murga en la cabeza. Es lo que me sale del pulso, me sale esa rítmica que tiene que ver con lo negro. Y desde ahí le puedo cantar al 17 de octubre como un símbolo, a la memoria como en “No te olvides”, o al carnaval como una cuestión social, como con “La murguerita”. No es una postura, me sale hablar de eso, porque siento que tengo que defender lo propio, lo de acá. Y de los negros, de los desclasados, y de los que alguna vez hicieron algo por ellos. Porque sinceramente, ¿qué hubiera sido de la negrada si no hubiera existido el peronismo? Igual, por encima de todo eso, o a la par, está la cuestión musical: Ante todo soy un tipo que hace música, soy muy exigente con lo que escribo, no hago canciones “a la carta”, y tampoco me salen de un tirón. Me llevan mucho trabajo y su tiempo de proceso, de maduración.
–¿Y en la murga, la de los carnavales, qué encuentra?
–Es una emoción que no puedo definir del todo con palabras, En carnavales me pasa que a veces me saco la ropa murguera y voy a escuchar cosas que pasan en los corsos, como para ponerme un poco más de afuera… Pero no puedo. Hay una murga que sigo, que amo, Los Viciosos de Almagro, los escucho y lloro, no hay forma de que no sea así. Hay algo que hace que me interpreten, que en lo que cantan yo me sienta cantado. Hay una cuestión como genética metida ahí: siento el sonido del bombo, la cadencia, la manera de expresarse, de subirse a un escenario, de desfilar, bailar… Y yo siento que me encuentro ahí. Mis alumnos me cargan, porque hablo con ellos y muevo las piernas y los brazos. Si voy a un cumpleaños, bailo murga... No hay caso, la murga me atraviesa.