Joaquín Sáez aprendió a tocar la guitarra de una de las mejores formas: viendo videos de sus violeros favoritos. Así alcanzó buena técnica y versatilidad, pero llegó un punto en el que debió hacerse cargo de tanto fuego y entonces a los 20 años abandonó la Villa Gesell donde se crió para hacer en pie en La Plata, uno de los polos culturales favoritos de los jóvenes bonaerenses. Lo que surgió de ahí en adelante fue una carrera de armado y desarmado de proyectos (como las bandas Carnal o Monoaural), un disco solista disfrazado de grupal bajo el nombre de Setas, y la mudanza final a Capital, ciudad en la que comprendió que “ya no tiene sentido construir y destruir todo el tiempo”.
La búsqueda de un lugar donde ser y expresarse –que atraviesa a la mayoría de los nacidos y criados en cualquier lugar que no se llame Buenos Aires– no fue solo geográfica: para que llegara el flamante Busca la sombra, Joaquín debió mudarse también de miedos y obsesiones hasta alcanzar una idea ordenadora que le diera convicción y sentido a la intensidad con la que vive la creación y producción artística.
“Buscando una forma de adaptar mis presentaciones para generar atención, empecé a ponerme una máscara violeta bastante intimidante, y así me paseaba entre la gente antes de llegar al escenario. Una vez arriba me la quitaba y tocaba pero sin hablar: me comunicaba con el público a través de casetes que traía grabados de mi casa”, cuenta Sáez, quien además de músico es actor de teatro. Y justamente se valió de esos conocimientos para darle identidad personal a una carrera solista –es el primer disco que publica a su nombre– que no se había decidido a encarar aún porque su ego “no estaba en el lugar adecuado”. La cruza de ambas artes dio como resultado también The Nubes, una ópera rock autogestiva que presentó durante todo este año.
Recién con el tiempo aparecieron Carl Jung y una serie de ideas-fuerza que dotaron de concepto a su propuesta performática, que apunta a viviseccionar las profundidades sin luces que tenemos todes: “Jung hablaba de la sombra, ese lugar oscuro pero necesario que, si no es integrado a nuestro inconsciente, puede devenir en cualquier monstruosidad. No tengo el ideal de Rousseau de la bondad natural del ser humano: convivimos con una parte súper densa que los puristas no están dispuestos admitir. Tampoco digo que hay que ser hijo de puta y salir a compartirlo con todo el mundo sino que es preferible detectar esos resentimientos, envidias y bajos instintos. Me embola la máscara de buena gente que solemos usar todos. Nos terminamos transformando en relacionistas públicos o agentes de marketing de nuestra bondad”.
La idea de máscaras y sombras remite a las miserias que todo ser humano posee en su condición individual pero también en la colectiva. La era de la socialmedia impone debates, sobre todo en la generación de Joaquín, que se crió en la transición digital. “Es una época muy extraña para los que nacimos en la era pre-Internet”, asume Sáez. “Es un medio fantástico que nos permite producir de una manera explosiva lo que hace treinta años demandaba mucho más tiempo y recursos, pero también me aliena verme con Keiko, mi hija de un año y meses, sin poder dejar de observar la pantallita. Calculo que a nuestros abuelos les pasó igual con el teléfono, o algo así. La modernidad siempre intenta dejarte afuera. Pero hay que resistir, o por lo menos ésa es mi intención. Toda mi obra está enfocada a que sobreviva el espíritu humano. Hay que apasionarse por las cosas. Tenemos que llorar, ya sea de felicidad o de tristeza.”
Busca la sombra tendrá presentaciones este jueves en Vuela el Pez (Córdoba 4379), el 20 en La Mulata de La Plata (Calle 55 al 937) y el 3 de enero en La Casa de la Cultura de Gesell. Es un disco independiente y, como tal, agitado por él mismo en redes y plataformas, incluso a su pesar: “Hoy no tenés opción: si no te ven haciendo, piensan que no hacés”. La parte troncal de este álbum de diez canciones, disponible en Spotify, fue registrada en su estudio casero Cuarto Mundo: “Una placa de audio, un mic condenser y una compu; con algo tan simple cualquiera puede grabar de manera profesional”, afirma. Aunque el laburo lo redondeó en El Loto Azul, de Mario Siperman. El tecladista de los Fabulosos Cadillacs le aportó a Sáez esa mirada ajena que él considera indispensable para combatir una de las sombras que más acucian a los músicos: “La falta de visión crítica, sea positiva o negativa”.
* Joaquín Sáez presenta Busca la sombra mañana a las 21 en Vuela el Pez. Córdoba 4379.