Muchos pensadores, intelectuales, filósofos y politólogos han destinado sus esfuerzos a entender el pensamiento del jurispublicista alemán Carl Schmitt por la incidencia que ha tenido en las democracias occidentales prioritariamente. Sabemos de su inscripción al nacionalsocialismo alemán desde 1922 en que escribe Teología política, pasando por El concepto de lo político hasta sus producciones ulteriores. Su obra toma predicamento sobre todo luego de su muerte en 1985 y es retomada luego por el pensar populista.
En esta ocasión me detendré en el estudio que hace sobre lo nuclear de la obra de Schmitt, un pensador como Jean-Claude Milner en su libro Por una política de los seres hablantes -Breve tratado político 2-. El contexto de dicho estudio está destinado a preguntas sobre la relación entre la política y la dimensión de matar. Y dice por ejemplo "El ser hablante quiere hablar, es decir, por un momento, imponer el silencio; pero descubre que no hay que matar a un ser hablante para hacerle callar. Entonces nace la política. Hacer callar y no matar son las dos caras del mismo axioma: el axioma inicial de la política. De Hegel a Guizot, de Guizot a Hanna Arendt, ha sido formulado con más o menos esmero.
Más adelante en el apartado 9 del primer capítulo Hablar política se detiene en Carl Schmitt y sus consideraciones sobre la situación excepcional, que ha tomado notoriedad en estos tiempos. Destaca que una vez filtradas sus excelencias (sic) se trata de una doctrina sobre el matar lo que se llama elegantemente El concepto de lo político. Lee su enunciación.
"Es soberano, escribe Carl Schmitt en 1922 en Teología Política, el que decide sobre el estado de excepción". Puede tratarse de la soberanía divina, cuya excepción depende de Dios y del milagro, o puede tratarse de la soberanía política, y puesto que la regla fundamental de la política dice que la muerte es inútil, la excepción dice lo contrario, es decir que la muerte ocasionalmente puede ser considerada como políticamente útil.
Como la política reposa sobre la relación amigo-enemigo, entonces la muerte de la que se trata es la del enemigo 'político'. Así, desde el punto de vista del soberano hay asesinatos que ejecutan la política y hay políticas que requieren asesinatos. Luego vienen las variantes del asesinato: individuales o colectivas, directas o indirectas, inmediatas o demoradas en el tiempo.
"En política, es soberano el que decide matar a sus enemigos. (...) Es supremamente soberano el que se plantea el matar como exento de cualquier límite, es lo que se llama un exterminio. Milner llega así a una primera conclusión: "una doctrina de la soberanía política como ésta, no persigue más que un único fin, reincorporar el matar a la lista de medios y fines políticos".
Agrega unos renglones después, "matar niega la política, Schmitt lo sabía mejor que nadie (otra vez se le supone un saber, también J.-A. Miller lo hace en Teoría de Turín cuando dice que sobre la dialéctica amigo-enemigo, Schmitt algo sabía). Pero a su vez le es necesario proclamar la política. La excepción sirve para eso. Hipocresía." Afirma Milner.
Y se pregunta Milner ¿Por qué se siente Schmitt obligado a sobreentender que, como regla general, es inútil matar? La razón está en el título de su escrito de 1922 Teología política, sin la adjetivación de política, el discurso de Schmitt se diluiría como pura y simple teología. Es decir el soberano es un Dios, es todopoderoso.
Los hombres que se hicieron del poder en 1933 en Alemania rechazaron de entrada el axioma político. O erigieron, más bien, la excepción como regla. Propusieron un vuelco sistemático de la política. La política nazi puede considerarse una política, con la sola condición de que al vocablo política se le haya dado la vuelta como a un guante.
Al final del libro, en las aclaraciones, desarrolla un poco más la diferencia entre lo que llama un razonamiento gramatical y un razonamiento jurídico para analizar el problema de la excepción en Schmitt. En el razonamiento gramatical, primero se formula la regla y luego las excepciones a la regla. En el razonamiento jurídico, primero están las excepciones y de allí se infiere la regla.
Milner aclara que, como de costumbre Schmitt es más retorcido. Aparentemente adopta la concepción jurídica de la excepción, y deja al lector atento el cuidado de leer la regla a partir de la excepción. "Pero, en realidad, Schmitt parte de la regla: la política excluye matar. Se apoya pues sobre el modelo gramatical. No formula la regla, por cierto, pero lo suyo es pura retórica. Y agrega que en Schmitt "De lo que se trata es de disimular el verdadero contenido de la excepción: matar -asesinar o masacrar-". O sea, la excepción como regla.
Detengámonos en esta afirmación de Milner "lo suyo es pura retórica". Como si dijésemos puras palabras, pero qué significa retórica. Entre otros, los sofistas distinguieron las figuras de la retórica, pero especialmente se dedicaron a dilucidar las formas de los discursos persuasivos. Y enseñaban a los políticos sobre el arte de la oratoria y de la persuasión de los ciudadanos.
Afirmaban que con un discurso verdadero se puede llegar a conclusiones falsas y que con un discurso falso se puede, paradójicamente, llegar a conclusiones verdaderas. Y, por supuesto, están todos los retorcimientos imaginables de estas dos alternativas. Nosotros, como psicoanalistas, no podemos ignorar los retorcimientos de un discurso para esconder en sus pliegues y en la cara que no se ve, la verdad que se quiere ocultar, al menos por un tiempo. Leo Strauss, citado por Lacan y por Miller, dice en "Escribir entre líneas. Un arte olvidado", sobre las sutiles formas de esconder un pensamiento en un escrito, es decir que sólo puede leerse por un lector avisado o atento, es lo que hace Jean Claude Milner con Carl Schmitt. Están los lectores ingenuos o interesados en seguir ocultando la verdad de un pensamiento. En este sentido hubo lectores de Carl Schmitt que no lo han citado como fuente o que han tomado parcialmente sus contenidos.
* Psicoanalista