La producción de vehículos marcó en noviembre una caída de 18,6 por ciento frente al mismo mes del año pasado. El sostenido desplome en la fabricación de automóviles se explica por un derrumbe del 57,9 por ciento en las ventas al mercado interno. Los aumentos de precios por la devaluación, el alza de las tasas de interés y la pérdida de poder adquisitivo hacen estragos. Las exportaciones, que tienen como destino principal Brasil, registraron una mejora interanual de 36,2 por ciento. A pesar de esa recomposición, el sector no logra repuntar. La caída en la demanda impacta de frente sobre el empleo en las terminales y sus proveedoras locales. Existen alrededor de 7000 trabajadores suspendidos en la industria automotriz desde finales de septiembre. General Motors, Fiat, Renault y Volkswagen decidieron ajustar sus ritmos de producción para hacer frente al incremento de sus inventarios que acompaña la caída en las ventas.
La Asociación de Fabricantes de Automotores (Adefa) informó que en noviembre la producción alcanzó las 36.808 unidades, 8400 vehículos menos que en el mismo período del año pasado. En términos absolutos, es la segunda mayor pérdida del año, ya que en septiembre la producción quedó 9600 unidades por debajo del mismo mes de 2017. Las cifras representan una caída mensual de 4,8 por ciento contra octubre.
De acuerdo a los datos publicados ayer, las ventas a concesionarias fueron de 33.095 vehículos, marcando una caída del 11,1 por ciento frente al mes anterior y un desplome histórico del 57,9 por ciento en la comparación interanual. Entre las ventas al exterior las terminales contabilizaron 26.048 vehículos, lo que representa una mejora mensual del 18,2 por ciento.
Con un total de 633.398 vehículos comercializados durante los primeros once meses del año, el sector registra una baja interanual de 20,2 por ciento en lo que respecta a los envíos a concesionarios. Las cifras implican unas 160 mil unidades menos que en once meses de 2017. El recesivo desempeño sectorial, sin embargo, no fue homogéneo durante 2018. El año empezó con subas durante los primeros cuatro meses pero la crisis cambiaria y financiera marcó el comienzo del declive.
Aunque el salto cambiario incrementó más el precio de los autos importados que los nacionales, la participación en el mercado local de los vehículos ensamblados en el país sigue cayendo en relación a los producidos afuera. En once meses, la baja del 20,2 por ciento de las ventas a concesionarios se traduce en una caída del 21,9 por ciento de los vehículos nacionales. Desde el mes pasado las terminales automotrices reclaman al Gobierno una serie de medidas para compensar la suba de retenciones a las exportaciones industriales y las modificaciones de los reintegros a las ventas externas que, más allá de la baja de las ventas internas y de la producción, les habrían generado pérdidas por 500 millones de dólares.
Los concesionarios, por su parte, informaron el lunes que la venta al público de vehículos cero kilómetro se desplomó en noviembre un 45,9 por ciento respecto de los niveles comercializados un año atrás. Según reportó Acara, el mes pasado se vendieron 39.565 unidades, un 18,5 por ciento menos que en octubre previo mientras que en noviembre de 2017 habían sido 73.145 automotores. Arrastrada por la pérdida de poder adquisitivo y el deterioro en las condiciones de financiamiento, el sector computó su mayor caída interanual desde 2002. Asimismo se observó el menor volumen comercializado desde diciembre de 2015 (31.581), cuando las operaciones prácticamente se paralizaron tras el salto devaluatorio de ese momento y el cambio de Gobierno. Las caídas alcanzaron a todos los segmentos, con bajas superiores al 80 por ciento en modelos importados de alta gama.