El Banco Central envió ayer a primera hora un comunicado a los inversores de la city avisando que no respetará la promesa de mantener la tasa de interés por arriba del 60 por ciento hasta finales de 2018. A las pocas horas, en la licitación de Leliq, efectivamente bajó la tasa promedio a 59,10 por ciento, en tanto que la máxima quedó en 59,74, pese a lo cual consiguió colocar 177.040 millones de pesos en esos títulos. “Por la caída en las expectativas de inflación durante dos meses consecutivos se elimina el piso de las tasas de interés de 60 por ciento”, aclaró el Central. Hace menos de un mes y medio el directorio del organismo le había asegurado a este diario que no eliminaría el piso. El Banco Central modificó también el ritmo de ajuste de la banda cambiaria. Subirá en forma diaria con un coeficiente mensual del 2 por ciento a partir de enero. Hasta ahora se aplicaba un coeficiente de ajuste del 3 por ciento. Las reservas bajaron ayer 850 millones de dólares (ver aparte).
La falta de reglas claras es uno de los principales problemas del Central. Se desacomoda con los cambios de la coyuntura y no ofrece certidumbres de mediano plazo. El organismo cambió tres veces su estrategia monetaria en lo que va del año y tuvo un presidente distinto para cada uno de los esquemas. Federico Sturzenegger decía hasta junio que la política de tasas de interés tenía que ser exógena. Luis Caputo propuso entre julio y septiembre un mix que se acompañó con el seguimiento de los agregados monetarios. Y Guido Sandleris sostiene desde octubre que la tasa debe ser endógena (y el dinero exógeno).
La decisión de eliminar el piso de la tasa se intentó justificar con datos sobre las expectativas de inflación. “El promedio de expectativas de inflación para los próximos 12 meses, medido por el Relevamiento de Expectativas de Mercado, resultó en noviembre 29 por ciento. Este registro había sido 33,4 por ciento a fin de agosto, 32,9 por ciento a fin de septiembre y 32,1 por ciento a fin de octubre. Se trata de un descenso acumulado en dicho lapso de 4,4 puntos porcentuales en la expectativa de inflación a 12 meses”. Estos números dicen poco y nada. Las expectativas de inflación son ultra volátil. Los consultores habían pronosticado en diciembre de 2017 que la inflación de 2018 iba a ser de 17 por ciento. Los datos duros indican que terminará el año por encima del 45 por ciento.
La autoridad monetaria a cargo de Guido Sandleris aprovechó para precisar cómo se intervendrá en el mercado cambiario si el dólar sale de la zona de no intervención. Hasta ahora no había explicitado el procedimiento. “Si el tipo de cambio se ubicara por debajo de la zona de no intervención, la meta de base monetaria se incrementará con las compras de dólares realizadas con las licitaciones del Central. Estas licitaciones serán, en diciembre, de hasta 50 millones de dólares por día. El acumulado en el mes de estas licitaciones no podrá exceder el 2 por ciento de la meta”.
Esta aclaración no es menor. Deja en claro que el Banco Central potenciará el efecto de la recesión. La forma que tenía el mercado interno de expandir la actividad en el esquema de Sandleris era similar al de la convertibilidad. Se necesitaba individuos con dólares vendiendo divisas para hacerse de pesos y el Central emitiendo para sumar reservas. Pero con las precisiones del Central queda en claro que ese mecanismo no va a ocurrir. Si la base monetaria sólo puede subir un dos por ciento por mes implica que seguirá cayendo en términos reales. La inflación para diciembre se ubicará en un rango de entre el 2 y 3 el por ciento.
La definición del Central deja otro problema. Se trata de la ruptura de otra promesa implícita. Esta vez, con los exportadores. El organismo había fijado bandas cambiarias para evitar, entre otras cosas, una nueva apreciación en términos nominales y reales. El problema es que el Fondo Monetario dio la orden de no hacer intervenciones sobre el tipo de cambio y el Central se quedó sin margen para salir a comprar divisas y volver a poner el dólar en zona de no intervención. Las compras diarias de 50 millones de dólares no representan ni 10 por ciento del volumen que se mueve al día en el mercado cambiario. Son simbólicas pero no tienen peso para poder evitar que una ola de carry trade pueda volver a apreciar la divisa. La única herramienta que le queda al Central es bajar de forma acelerada las tasas. Esto llevó a incumplir la promesa de mantener el piso en 60 por ciento hasta finales de diciembre.
El análisis de la estrategia monetaria, no obstante, debe tomarse entre pinzas. Los anuncios del Central son tan volátiles como las expectativas del mercado sobre las principales variables macro. La entidad cambió las reglas de juego al menos una vez por trimestre este año.