Desde Madrid
River y Boca ya se encuentran en Madrid. El plantel xeneize aterrizó en el Aeropuerto de Barajas ayer en la tarde española, y los millonarios esta madrugada. Con la llegada de ambos equipos, comienza la cuenta regresiva para la final definitiva de la Copa Liberadores. El superclásico más controvertido de la historia del fútbol argentino, y de América Latina. La cita será este domingo en el Santiago Bernabéu, la casa del Real Madrid, último campeón de Europa.
Desde que el jueves la Conmebol confirmara que el club merengue cedería su campo para disputar el partido, el gobierno español, el Ayuntamiento de Madrid y las fuerzas policiales del país se han abocado con urgencia al diseño de un dispositivo de seguridad que no permita el bochorno sucedido en las inmediaciones del Monumental.
La apuesta es alta. España se juega la candidatura del Mundial 2030 (para el que Argentina, Uruguay y Paraguay se habían postulado), y el prestigio de Madrid. Una ciudad segura y abierta al turismo, en el contexto de los últimos años marcado por la sombra del terrorismo islámico. Por esa razón, la organización se ha manejado con un secretismo inédito para eventos similares. Mañana se realizará una reunión final de coordinación, pero ya se conocen algunos datos.
La delegación de seguridad estará compuesta por las unidades que participan habitualmente en eventos deportivos de “alto riesgo”. La Brigada Móvil de Caballería, las Unidades de Intervención Policial (antidisturbios), agentes de la Oficina Nacional del Deporte de la Policía Nacional, la Policía Municipal, el personal de TEDAX (Técnico Especialista en Desactivación de Artefactos Explosivos) guías caninos, especialistas en subsuelo, además de la Cruz Roja y el Servicio de Atención Sanitaria de Urgencias del Ayuntamiento de Madrid (Samur).
El número usual de efectivos que integran la delegación en este tipo de encuentros deportivos, suele ser de unos dos mil. Según fuentes de los Sindicatos de la Policía, esa cifra puede llegar a doblarse e incluso alcanzar a cinco mil durante la final de la Copa Libertadores. Las razones de ese salto son variadas. Por un lado, los antecedentes de violencia entre seguidores de Boca y River. Por otro, las particularidades de un superclásico en la ciudad europea que mayor cantidad de argentinos concentra. Las fuerzas de seguridad deberán controlar a los simpatizantes que lleguen vía aérea desde Argentina, y los residentes argentinos en España que llegarán al estadio desde puntos diversos de la urbe. Eso obliga a realizar un operativo distinto. Cuando el Real Madrid enfrenta un equipo de otro país, se recibe a la hinchada en el aeropuerto, y se la lleva “encapsulada” al estadio.
Por otra parte, el dispositivo incluye una división de espacios para las parcialidades. La avenida Castellana, una de las arterias de la capital, lindante con el Bernabéu, estará dividida en dos. La zona norte será para River, y la sur para Boca. La prioridad, precisan desde el Sindicato policial, es “evitar enfrentamientos entre las aficiones y garantizar el desplazamientos de los equipos”.
A partir de hoy, el juego empezará a imponerse sobre la fría discusión de la violencia y la seguridad. Boca tiene previstos tres entrenamientos en la Federación Española de Fútbol, en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. River, por su parte, se entrenará en la Ciudad Deportiva del Real Madrid, en Valdebebas.
Aunque desde Núñez y la Boca se insistió, por diferentes razones, en no jugar el partido en el Santiago Bernabéu, las entradas volaron en pocos horas, y más de una estrella del fútbol pidió que le reservaran un asiento en las tribunas del estadio merengue. Uno de ellos es Lionel Messi.