PáginaI12 En Gran Bretaña
Desde Londres
La primera ministra Theresa May tendrá que buscar la aprobación del parlamento para comenzar la separación del Reino Unido de la Unión Europea (UE), el llamado Brexit. La Corte Suprema británica dictaminó ayer que el parlamento incorporó la legislación europea al Reino Unido y, por consiguiente, debe autorizar al gobierno a activar el artículo 50 para pedir una separación que “afectará muchos derechos adquiridos “.
Era una decisión esperada. El ministro para el Brexit –cartera ad hoc creada para lidiar con el tema– David Davis anunció de inmediato en la Cámara de los Comunes que presentará a la brevedad un proyecto de ley para que el gobierno pueda cumplir con su compromiso de activar el artículo 50 antes de fin de marzo. “El Brexit no está en peligro”, aclaró el ministro como quien ahuyenta un fantasma.
La votación de la Corte Suprema dictaminó también que los parlamentos y asambleas regionales de Escocia, Irlanda del Norte y Gales no necesitaban autorizar el proceso. Esta parte del dictamen es una victoria para los conservadores, pero puede complicarle los plazos. Los nacionalistas escoceses del SNP que lidera Nicola Sturgeon reaccionaron con furia al dictamen e indicaron que introducirían “50 serias y sustantivas” enmiendas al proyecto de ley gubernamental, algo que podría demorar el tránsito de una ley que debe ser debatida por la Cámara de los Comunes, la de los lores y volver a la Cámara baja para su aprobación definitiva.
En un intento de evitar una eternización del debate parlamentario, David Davis señaló en la Cámara que la ley sería simple y directa. “No vamos a permitir que se use esta ley como un medio para impedir o frustrar o demorar la voluntad popular para salir de la Unión Europea”, advirtió.
El ministro en la sombra del Brexit para el laborismo Sir Keir Starme señaló que el laborismo respeta la voluntad popular expresada en el referéndum del 23 de junio, pero tiene enmiendas al proyecto de ley que presente el gobierno para garantizar que el proceso sea transparente y no constituya un cheque en blanco para cualquier tipo de acuerdo. “El dictamen de la Corte Suprema exige un proceso parlamentario normal con un debate pleno del tema. Es importante que el gobierno presente un plan concreto para las negociaciones con Europa. Necesitamos un documento formal que nos permita ver qué es lo que se busca y nos permita medir si el proceso de negociación ha sido exitoso o no. El discurso de la semana pasada de la primera ministra fue eso, un discurso, no un documento formal. El Parlamento y el pueblo necesitan este documento”, señaló Starme.
En su discurso el martes 17 Theresa May dejó en claro que el gobierno no buscaría permanecer en el mercado único europeo porque de hacerlo no podría recuperar el pleno control de las fronteras y la inmigración, uno de los principales motivos de la victoria del Brexit que dio alas a los movimientos anti-EU del resto del bloque. May también aseguró que le daría al parlamento un voto al final del proceso sobre el acuerdo alcanzado, pero no especificó si se tratará simplemente de un “sí o no” o de un debate más amplio.
El delicado equilibrio que tiene que mantener el laborismo para reflejar su base electoral le ha facilitado las cosas a May. El cinturón industrial del Norte del país, tradicionalmente laborista, votó a favor del Brexit y ha mostrado cierta inclinación a las posiciones más nacionalistas y xenófobas del UKIP, los independentistas británicos, algo que, de profundizarse, significaría un golpe demoledor para el partido de Jeremy Corbyn. Los nacionalistas escoceses del SNP no tienen esas limitaciones.
En Escocia se votó abrumadoramente a favor de permanecer en la UE. El SNP de Nicola Sturgeon advirtió que se acerca el momento de convocar un segundo referendo sobre la independencia de Escocia si va a ser arrastrada fuera de la UE sin voz ni voto. “¿Está Escocia satisfecha con dar su consentimiento a un gobierno cada vez más dominado por una banda de derechistas o es mejor que tomemos nuestro futuro con nuestras propias manos?”, se preguntó Sturgeon. Y no fueron solo palabras. En un claro acto de rebeldía indicó que su gobierno pasará una moción legislativa sobre el Brexit en Holyrood, el parlamento escocés, ignorando el dictamen de la Corte Suprema de Justicia que señaló que tal proceso era innecesario.
El Brexit ha tensado la cuerda de ese Reino Unido labrado en 1800, años de gloria imperial, que unía sin muchos disensos a Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda. La independencia de la República de Irlanda hace poco menos de un siglo fue la primera sombra sobre esa unidad que llevó al conflicto en Irlanda del Norte, que había permanecido en el Reino Unido, entre católicos que querían la unificación con la República y protestantes que buscaban mantener el status quo.
La UE contribuyó en los hechos a que en 1998 se llegara a un acuerdo de paz en Irlanda del Norte. Con una Europa que borraba fronteras, las divisiones de otras épocas perdían relevancia, pero si el Reino Unido se separa del bloque, hay que volver a mezclar las barajas. No sorprende que en Irlanda del Norte los votantes estuvieran a favor de permanecer en la UE y que perciban al Brexit como una amenaza a la paz.
A este panorama complicado se añade que el cuarto partido en el Parlamento, el histórico Liberal Demócrata ha mejorado su desempeño electoral en los últimos dos meses asumiendo el manto de los desencantados pro-europeos, un 48,2 por ciento que quedó con las manos vacías tras el referéndum. La Cámara de los Comunes está en una posición paradójica. La mayoría de los parlamentarios votó a favor de permanecer en la UE, pero ningún comentarista británico considera factible que bloqueen la ley que presente el gobierno para activar el artículo 50 e iniciar las negociaciones porque sería enfrentarse con la voluntad popular expresada por el referéndum.
El tema es qué ley presenta el gobierno y si una alianza de la oposición y los europeístas conservadores lo fuerzan a incorporar enmiendas que condicionen el proceso. Los primeros rumores hablaban de un proyecto de ley “express” presentado mañana, pero más hacia la noche empezó a circular la versión de que la necesidad de calibrar al máximo el fraseo de la ley puede empujar el tema a la próxima semana.