Una trabajadora social especializada en violencia de género fue condenada por la Justicia mendocina a indemnizar a su ex concubino por difamarlo en Facebook, al igual que a su actual pareja.
Mónica Beatriz Molina, de 50 años, fue condenada a pagarle 10 mil pesos a su ex pareja, Aldo Palacios, y a publicar durante siete días el fallo del juez Eduardo Martearena.
Durante varios meses, Molina calificó a Palacios en su muro como “rata”, “maltratador”, misógino”, “burro” y “corrupto”, mientras que lo acusaba en forma falsa de no abonar la cuota alimentaria a su hija. La trabajadora social, además, describió a la pareja de Palacios, la brasileña Nilva María Dias Ephima, con expresiones y términos como “gato”, “bien amaestrada”, “mantenida” y le propuso “que pruebe con trabajar”.
El juez consideró que “resulta paradójico que quien se compromete en la lucha contra el maltrato de la mujer emplee los mismos comportamientos que cuestiona”. Martearena dictaminó un resarcimiento económico en el caso, pese a que el demandante sólo había pedido que cesara la hostilidad contra él y su pareja.
Para el juez, según la información difundida por medios provinciales, es un agravante la condición de funcionaria pública vinculada con la temática de la violencia de género, al advertir que “es conocedora de los efectos perniciosos, dañinos y denigrantes de la violencia verbal”.
La pareja afectada fue patrocinada por la abogada especialista en derecho informático Bárbara Peñaloza. “Lo más interesante es que se marca un hito en nuestra jurisprudencia respecto de las consecuencias que tiene este tipo de conductas que se han generalizado en las redes sociales y que causan daños psicológicos y morales en las víctimas que sufren este tipo injurias llamadas ‘escraches’”, expresó la letrada.
Palacios se había separado en 2009 de Molina y se había establecido una cuota alimentaria para la hija en común. En el juicio quedó demostrado que el hombre pagaba puntualmente la cantidad pactada. En 2015, él se había casado con una empleada del estado federal de Brasil, con quien Molina nunca tomó contacto, pese a lo cual la fustigó y llegó a publicar fotos de su familia.