El Sector Público Nacional registró en el ejercicio fiscal de 2016 un resultado primario sin rentas financieras deficitario de 359.382 millones de pesos, cifra que representa un estimado de 4,6 por ciento del Producto Interno Bruto, informó ayer el Ministerio de Hacienda. “Se sobrecumplió en 0,2 puntos porcentuales del PIB, un equivalente a 20 mil millones de pesos, la meta fiscal anual fijada inicialmente en 4,8 por ciento”, destacó la cartera que dirige Nicolás Dujovne. Ese resultado, que supone un incremento frente al déficit de 2015, contó con la ventaja del ingreso extraordinario de dinero proveniente del blanqueo, por unos 100 mil millones de pesos. Al considerar además el pago de intereses de la deuda pública, los ingresos por rentas financieras originadas en las utilidades distribuidas por el BCRA y las producidas por el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Anses, el resultado financiero fue deficitario en 365.168 millones de pesos, lo que implica un incremento interanual de 139.531 millones.
En 2016, el gasto primario del Estado nacional (que excluye intereses de deuda) aumentó un 38,2 por ciento de forma interanual, algo por debajo de la inflación del período, del 41 por ciento según el índice del Gobierno de la Ciudad. Es decir que en términos reales, el gasto se redujo. El primer componente del gasto son las prestaciones de la seguridad social, que avanzaron 37,2 por ciento, lo que implicó que los jubilados y titulares de asignaciones perdieran poder adquisitivo. En cambio, crecieron 61 por ciento las transferencias corrientes, en donde se destaca la factura de los subsidios, que a pesar del tarifazo subió a causa de la devaluación, que impactó en los costos en pesos. El rubro de consumo, que incluye el pago de salarios, subió un 28,9 por ciento anual. En tanto, los gastos de capital, ligados a la inversión pública, avanzaron solamente un 13,2 por ciento, comportamiento que está relacionado a la retracción de la obra pública, que deterioró el empleo en el sector de la construcción.
Por el lado de los ingresos, los aportes y contribuciones a la seguridad social treparon 33,1 por ciento, en línea con la suba salarial, que determinó una caída del poder adquisitivo de los trabajadores. Los ingresos tributarios subieron 37,8 por ciento, inflados por el dinero del blanqueo de capitales, exitoso para el Gobierno. En total, los ingresos crecieron un 35,3 por ciento. Dujovne aclaró en este punto que “se redujo la presión tributaria por casi dos puntos del PIB, la primera baja significativa en más de 14 años”. Esa merma está relacionada fundamentalmente con la eliminación de las retenciones. El Gobierno busca presentar el resultado fiscal como un éxito, aunque el déficit fue superior al de 2015, de entre el 1,7 y el 3,5 por ciento según distintas estimaciones.