“Entiendo que se trata de una noche especial porque es una apuesta novedosa y es lo que uno sueña cuando arranca como artista. Pero en la recorrida uno aprende también que cada noche es especial”, afirma Santiago Motorizado, líder de El Mató a un Policía Motorizado. “Yo estoy en esa mezcla. Aunque soy consciente de que la emoción no se puede controlar, y el público te lo hace notar. No puedo escaparle a eso”. Si bien el quinteto platense, icono por excelencia del indie argentino, es un cazador de nuevos retos, ahora se prepara para consumar el mayor hito de sus 15 años de trayectoria: su primer estadio cubierto, lo que sucederá hoy a las 20 en Tecnópolis (J.B. de la Salle 4365). “Para cerrar el año, vamos a un espacio más grande y solos, que ya conocemos porque tocamos anteriormente ahí en el marco del BUE y del Planeta Terra Festival”, evoca el bajista y cantante antes de subirse al escenario del predio ubicado en Villa Martelli. “2017 pasó rápido. Cuando empiezo a recordar lo que hicimos, siento que sucedió hace dos años”.
–A fines de 2017 este proyecto quedó en evidencia luego de que el Luna Park les cerrara la puerta a causa del nombre de la banda. ¿Por qué no pensaron en Obras como alternativa?
–Comenzó a correr el comentario de que sonaba muy bajito, y que había un medidor de volumen. Eso nos hizo dudar. No queríamos ofrecer algo tan grande que no estuviera a la altura. Luego como que lo fueron corrigiendo, y me parece que ahora está todo bien. Pero no fui desde que abrió de vuelta.
–Les quedará como deuda...
–Obras es un sueño para los de nuestra generación. De hecho, el primer recital al que fui en mi vida se hizo ahí. Fuimos a ver con toda mi familia a Los Pericos. No estaba la autopista, por lo que fuimos en tren y micro. Recuerdo que el colectivo arrancaba con un precio, y a la hora ponía otro porque estábamos en plena hiperinflación.
–Entonces este show debe ser una suerte de déjà vu para vos: estamos al borde de otra híper...
–Es verdad. Estamos ahí. Y ese factor afectó, especialmente, a los shows en vivo y al teatro. Se vendieron menos entradas. La gente no tiene plata, y al momento de ordenar sus prioridades relegaron al arte, lamentablemente.
–Tomando en cuenta la coyuntura, y más allá de que hace rato que no tocan en Capital, ¿por qué se animaron a hacerlo?
–El público nos reclamaba, con muy buena onda, que hiciéramos un show en un lugar con una capacidad mayor a la de una sala. Nuestro recital más grande de este año fue en el Microestadio Atenas, un lugar mítico de La Plata. Por lo que ésta sería una segunda parte. Entendemos que es una apuesta.
–Además de ser pioneros de la escena federal que retumba actualmente por todo el país, ustedes instalaron la autogestión como posibilidad entre la nueva generación de artistas. ¿Ves viable ese modelo en esta época?
–Es muy personal cómo siente uno para dónde tiene que ir su arte, y eso se aplica a un montón de cosas. No sólo a la hora de editar un disco. Todas las formas son válidas. Cuando arrancamos, no estaba muy presente la idea de la independencia como un camino posible que pueda llevarte a concretar tus aventuras. Y no se trataba de rivalizar con la industria, sino de ocupar otros espacios. Ahora ves que Los Espíritus tocan por el mundo o que bandas nuevas, gracias a ese modelo, pueden lograr sus sueños. Es un momento en el que existen herramientas y hay una tecnología que te puede acompañar. Lo más difícil era la difusión de la música, y con la aparición de las plataformas digitales todo es más cómodo. Son esas elecciones que no hay que pensarlas, sino sentirlas. Es vivirlo desde ese lado.
–A partir de esa actitud fue que recibieron dos nominaciones para los Grammy Latinos de este año... ¿Cómo fue la experiencia de estar y tocar en Las Vegas, en la ceremonia de entrega?
–El universo de los Grammy (la banda estuvo nominada en la categoría “Mejor álbum de rock”, de la mano de su más reciente trabajo, La síntesis O’Konor, y “Mejor canción de rock”, por “Ahora imagino cosas”) siempre lo vimos ajenos a nosotros, pero a la vez celebramos esa cosa de ocupar esos espacios que parece que no son tuyos. Esto está bueno porque rompe con la lógica. La música es para cualquiera, no es para un grupo selecto. Todo fue muy divertido, era un ambiente novedoso. Pese a que lo que más sufrí fue la alfombra roja, la pasé bien cuando vi la respuesta. Me puso contento.
–¿Qué fue lo que más te gustó de los Grammy?
–Lo que más me gustó fue la noche antes de la ceremonia. Me invitaron a una cena donde compartí mesa con Enrique Bunbury, que estaba nominado en la misma categoría, Aterciopelados y Dante Spinetta. No los conocía personalmente, y la verdad es que la pasé muy bien. Fui con el prejuicio pueblerino de que eran súper estrellas, y nada que ver. Yo me enrosco de más. Cuando lo saludé, Bunbury me dijo que todo este año estuvo escuchando La síntesis O’Konor. Como él vive en Los Angeles, me pedía que tocáramos allá porque no nos había podido ver en vivo.
–Aunque fue editado a mediados del año pasado, ¿cómo ha sido la vida de La síntesis O’Konor hasta ahora?
–Fue muy buena, y vivo eso en todas partes. Para mucho público de México y otros lugares, la banda arrancó con La dinastía Scorpio (2012), y hacen la comparación entre ese disco y La síntesis O’Konor. Mientras que acá te reclaman que toques más del primero. Desde que salió, y eso ahora lo podés ver a través de las redes sociales de manera inmediata, las reacciones que generó fueron divertidas y positivas. Estamos felices y nos encanta tocarlo en vivo porque las canciones se van amoldando a otro formato. Nos encanta ver ese desarrollo por fuera de lo registrado. No suelo escuchar mis discos, pero cuando voy a entrevistas en la radio y ponen los temas, es el que más disfruto.