Las nuevas tecnologías destinadas a la comunicación han generado mucho más que la ilusión de lo instantáneo. Dos personas separadas por miles de kilómetros de distancia comienzan una conversación por Skype: los mecanismos de seducción se ponen en funcionamiento junto con la cámara, la voz mediada por un micrófono y esa especie de pacto tácito para una virtualidad que impone sus reglas de verosimilitud entre desconocidos. Hay cierta seguridad en el hecho de estar del otro lado de una pantalla, uno puede ser otro o caso una versión mejorada de mí mismo; mentir o sentirse audaz de una manera que sería prácticamente inconcebible cara a cara. El límite entre la verdad y la ficción no siempre queda muy claro. “¡Ay, qué alegría… no lo puedo creer… por fin!... soy yo… vos me ves?... me oís bien?... qué hermoso sentir tu voz… verte la cara … hace días estoy esperando esto… es un milagro que existas… dónde estás?... y qué es eso que se ve ahí detrás?... qué tonta!... estoy medio cieguita yo… qué ordenado parece todo… te vengo adivinando desde que te empecé a leer… me da una impresión verte así en vivo… dame unos minutos que me acomodo bien, me sirvo algo y arrancamos…”, dice Tamara para dar comienzo a Jacki, la internet profunda, la nueva novela de Iosi Havilio donde plantea lo que pareciera ser en un principio el primer encuentro de dos mujeres que durante toda una noche conversarán, vía Skype, motivadas por una pasión que tienen en común: la literatura. Por medio de un elaborado planteo estilístico que reconstruye en una sola pieza un extenso monólogo en estilo indirecto, Iosi Havilio focaliza en la perspectiva de Tamara, una mujer solitaria, viuda y con tres hijos que vive en la Patagonia, para desarrollar una trama veloz donde las zonas más oscuras y hermosas de quien pudo haber sido una de las mentes más brillantes de su generación dialoga con una joven escritora europea que está escribiendo un trabajo sobre Pinocho. Tamara está alucinada con la sensualidad e inteligencia de Jacki y le ofrece todo su caudal de conocimiento e información referente a las publicaciones sobre Pinocho, le recomienda libros y cita autores, películas, reflexiona largamente sobre Carlo Collodi y la versión de Winshluss, entre otros. Pero a medida que Tamara avanza en una especie de verborragia descontrolada se va poniendo de manifiesto que detrás de su espíritu crítico, matizado de humor y cierta cuota de cinismo, hay algo perturbador que se irá develando paulatinamente más allá de su voluntad. Es notable el trabajo que realiza Iosi Havilio con respecto a la lengua y su puesta en circulación como género discursivo, las palabras que traicionan o se tornan incontrolables por sus niveles de connotación, esquivando la intención comunicativa. El personaje de Tamara es tan enigmático como inquietante, una voz arrolladora de fuertes convicciones estéticas e ideológicas, capaz de desarrollar teorías sobre el realismo o la poesía, la que divide de manera muy ocurrente en tres clases: los terrícolas, los atmosféricos y los cósmicos. “Los terrícolas son los puro deseo, en el peor de los casos, te hacen compañía, la mayoría son malísimos… los atmosféricos te elevan y te muestran el mundo desde afuera… pero te dejan sola… y los cósmicos te arrojan a otra dimensión… tarde o temprano caés a tierra y entonces qué?”. Todas destinadas al fracaso. Pero el desconcierto no tarda en aparecer. ¿A quién le habla verdaderamente Tamara? Una serie de confesiones sobre su vida privada generarán hasta último momento una tensión en la trama, desorientando por momentos al lector que no tardará en creer descubrir que Tamara tiene un único propósito: lograr seducir a la joven. La recurrencia sobre el erotismo y la sexualidad dejará traslucir la verdadera motivación que hay detrás de Tamara. Más allá de sus palabras se esconde una vida destrozada. Y es partir de ese momento que el autor de Opendoor vuelve a dar muestras de su excepcional talento como narrador, la voz ausente de la joven escritora durante toda la novela se transforma en la metáfora de una línea temporal, un puente tendido entre Tamara y Jacki donde por debajo corre como un río embravecido una lucidez tan exasperada que se parece mucho a la locura. “Hay dos temas únicos en la vida: la conversación y la soledad… la soledad es el lugar donde todos estamos un poco locos… y la conversación… la conversación es el mejor camino a la soledad”.
Acompañada por ilustraciones de Denise Groesman, Jacki, la internet profunda es una novela que hace de la identidad un verdadero culto al deseo.