El neoliberalismo noventista destruyó múltiples capacidades estatales. El aparato gubernamental fue colonizado por funcionarios cuya filosofía fue resumida en una célebre frase del entonces ministro de Obras y Servicios Públicos, Roberto Dromi: “Nada de lo que deba ser estatal permanecerá en manos del Estado”. El kirchnerismo fue desandando progresivamente ese camino. En su discurso de asunción presidencial, Néstor Kirchner planteó que “es el Estado el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades sociales”.
En ese marco, la Secretaria de Comercio estaba llamada a jugar un papel relevante en la estrategia gubernamental. Las características personales de Guillermo Moreno dieron mayor visibilidad a esa repartición. Su salida abrió una etapa diferente. El nuevo secretario condujo un salto cualitativo en materia de gestión plasmado, entre otras cuestiones, en la sanción de ley de “Regulación de las Relaciones de Producción y Consumo”. El equipo comandado por Augusto Costa también diseñó un Programa (Precios Cuidados) con múltiples objetivos (fijar precios de referencia que colaboren en la política antiinflacionaria, favorecer la comercialización de productos pymes, empoderamiento de los consumidores).
Mantener esa política de administración de precios parecía incongruente con el ideario macrista. El diagnóstico de la Alianza Cambiemos era que la inflación respondía a causas monetarias. En octubre de 2014, María Eugenia Vidal sostuvo que “todo eso de los Precios Cuidados no son lo nuestro, no creemos en eso y no creemos en esa política”. Durante la campaña, Mauricio Macri anunció que discontinuaría su aplicación porque “no va a hacer falta, porque vamos a bajar la inflación. Eso es una mentira que existe en poquitísimos casos y una muestra que no alcanza a la mayoría de la gente”.
El shock inflacionario de 2016 convenció al gobierno de ir extendiendo (hasta la fecha) la vigencia del Programa. Sin perjuicio de eso, la potencia de esa herramienta se fue desinflando por diversas razones (menos variedad y cantidad de productos, menor publicidad, deficientes controles). Además, “se constató una comercialización acotada a grandes supermercados, dificultando el acceso a los consumidores del resto del país y de menores recursos, que suelen consumir en comercios de proximidad. Se observó asimismo una tendencia al reemplazo de productos líderes por otros con menor peso en el mercado, afectando el principal objetivo del Programa: acuerdos que oficien como precios de referencia. Ya no se trataba de un conjunto de bienes que servían de ancla para los precios, sino una canasta barata para sectores de bajos ingresos. En tercer lugar, la eliminación de la propaganda y los controles a cargo del Estado (con un deliberado vaciamiento de la Secretaria de Comercio y su personal experto en el rubro), constituyeron también una de las principales falencias, ya que limitaron fuertemente el alcance del Programa, afectando a consumidores (tienen poca información y orientan su consumo a otros productos publicitados fuera del Programa) y a las empresas (eliminando el principal incentivo a participar, el de la publicidad)”, enumeran los investigadores del CEPA en su trabajo Precios Cuidados. Análisis de las características y modificaciones en el programa durante el período octubre 2015-octubre 2018. Los precios ya no están tan cuidados.
@diegorubinzal