El segundo acuerdo con el FMI premia al gobierno de Mauricio Macri por haber incumplido las metas pactadas en el primero, con un adelanto e incremento de los dólares que el organismo se había comprometido a girar. El nuevo acuerdo fija un incremento de unos 7225 millones de dólares los desembolsos de este año y unos 12.400 millones de dólares adicionales hasta octubre del próximo año. De esa manera, el acuerdo con el FMI implicará un ingreso neto de pagos de 53.300 millones de dólares para la gestión Macri.
Por el contrario, quien suceda a este gobierno recibirá 12.600 millones de dólares menos que los que figuraban en el primer acuerdo. Pero además, el próximo gobierno deberá comenzar a repagar el crédito con el organismo. Los pagos netos de ingresos por el acuerdo con el FMI, exigirán al próximo gobierno desembolsos por 5600 millones de dólares en 2020, 21.200 millones en 2021, 22.300 millones en 2022 y 7600 millones en 2023. Es decir, el acuerdo con el FMI impone a la próxima gestión una sangría de 56.700 millones de dólares para cancelar esa deuda.
Por si ello fuera poco, los vencimientos de intereses y capital de bonos públicos en divisas suman 17.000 millones de dólares en 2020, 27.000 millones en 2021, 28.900 millones en 2022 y 22.600 millones en 2023, arrojando un total de 95.500 millones sin contar las Letras del Tesoro que se sigan renovando. El pago de capital e intereses de la deuda pública externa (bonos+FMI) exigirán 152.200 millones de dólares al próximo gobierno, con años como 2021 y 2022 con vencimientos cercanos a los 50.000 millones. Una situación imposible de sostener, mucho más con los mercados financieros cerrados y ya agotada la instancia del prestamista de última instancia (FMI).
La consecuencia inevitable será una reestructuración de la deuda, un nuevo acuerdo con el FMI y/o una cesación de pagos. No por nada, los técnicos del Fondo señalaron que la deuda argentina era “sustentable, pero no con una alta probabilidad” en los documentos técnicos que acompañaron la firma de los dos acuerdos. Una elegante expresión con que los burócratas del organismo buscan cubrirse de los cuestionamientos que vendrán ante el previsible fracaso del programa.
Por otro lado, el nuevo acuerdo proyecta reservas cercanas a los 52.500 millones de dólares cuando Macri deje la Casa Rosada. Sin embargo, esas estimaciones se basan en proyecciones muy optimistas de fuga de capitales que no toman en cuenta su habitual aceleración en años electorales. Además, como el acuerdo con el FMI no resuelve la insustentabilidad de la deuda sino que patea el problema para después de las elecciones, lo más probable es que los inversionistas se anticipen acelerando la corrida antes de octubre. Tomando ello en cuenta, el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz estimó que las reservas que recibirá el próximo gobierno en unas 26.200 millones de dólares en un escenario de corrida cambiaria. Si la corrida cambiaria fuera acompañada de una salida de depósitos del sistema, las reservas se evaporarían en su totalidad, por lo que, la situación se tornaría insostenible derivando en una suba descontrolada del dólar con posibles confiscaciones de depósitos.
@AndresAsiain