Minutos antes de que cayera el telón que tapaba el escenario del DirecTV Arena, se podía ver proyectado el video de “Rebel Rebel” de David Bowie, figura de peso en el tramado de la obra de Morrissey. Aunque el ex líder de los Smiths saliera este año a cuestionar la falta de desafío de su compatriota apenas llegaron los años noventa. Pero para mandarse semejante afirmación, que en parte es cierta, hay que mirarse primero el ombligo propio. Y el mancuniano nunca tuvo problemas en hacerlo, por más que el resultado a veces fuera errante. No obstante, si el fallecido músico es el Zeus de la cultura pop, Steven Patrick es Apolo. Lo que, en su carácter de semidiós, lo acerca al pueblo, que, dependiendo de su humor, le celebra todo. Eso sucedió en la noche del viernes en Tortuguitas, donde el frontman del jopo se atrevió a repasar sus canciones menos populares, un rasgo que no le restó brillantez. Y es que quizá de otra forma nunca hubiera incluido en sus shows un temazo de la categoría de “William, It Was Really Nothing”. 

Tras inaugurar su quinta visita a Buenos Aires con ese clásico de The Smiths, Morrissey, quien entró al escenario hecho todo un amor para con su público por más que los problemas técnicos del violero texano Jesse Tobias retrasaran el arranque del recital, siguió adelante con “Alma Matters”. La canción incluida en Maladjusted (1997) fue una de las pocas que repitió de su anterior visita a la capital argentina, en 2015, donde actuó en el Luna Park y el Teatro Opera, junto con “Jack The Ripper”, “Everyday Is Like Sunday” (que esta vez usó para despedirse), “How Soon Is Now?” (himno de los Smiths fijo en sus performances), esa gran reinvención latina de “First of the Gang to Die” (a medio camino entre la ranchera y el pasodoble) y “I’m Throwing My Arms Around Paris”. Justo con este tema hizo la excepción en la zona norte bonaerense, porque no lo viene tocando en su actual gira (y aquí cambió el orden del repertorio) , en cuya presentación hizo alusión a las recientes protestas de los “chalecos amarillos” en la “Ciudad Luz”. 

Aunque también se podría especular con que fue un guiño del crooner e ídolo inglés a la fidelidad del público local, al que incluso llegó a bardear en el pasado, pero con el que en esta ocasión se portó diez puntos. Al punto de que abrazó a la chica que se subió al escenario, firmó un vinilo en medio de “If You Don’t Like Me, Don’t Look at Me”, y no paró de arengar a su manera. En el poco más de hora y media de show, Morrissey, quien previo a este desembarco le mandó una carta al presidente Macri en defensa de los animales, rescató “Hairdresser On Fire” y “Break Up the Family”, ambos del disco Viva Hate, a 20 años de su aparición. Al igual que “Munich Air Disaster 1958”, “Life Is a Pigsty”, “Back on the Chain Gang” (reciente cover de The Pretenders) y “Spent the Day in Be”, single de su último álbum de estudio, Low in High School (2017). Ya para ese tramo, pesaba la experimentación del set. Sin embargo, Moz, que todo lo puede, como quedar dos veces en cuero, remontó la apuesta con “Something Is Squeezing My Skull”. En medio del desconcierto, le valió la ovación.