Producción: Javier Lewkowicz


YPF preparó el terreno

Por Mariano Barrera *

Desde que Mauricio Macri asumió la presidencia fue enfático en que el papel del Estado debía ser “preparar el terreno a las empresas”. Una manera de advertir cómo se plasma esta visión del mundo del gobierno en el sector energético es analizar cuál es el desempeño de los actores que operan en esta actividad, centrando el eje en Vaca Muerta.

Desde la expropiación del 51 por ciento de YPF en 2012, la nueva conducción de la compañía asumió como política estratégica el desarrollo de los hidrocarburos no convencionales para dinamizar la actividad. En esa época, surgieron diversas críticas derivadas de que se estaba relegando la inversión en extracción secundaria en los yacimientos convencionales (con bajo riesgo minero) y se estaba apostando a Vaca Muerta con la utilización de una técnica costosa y con resultados desconocidos sobre los yacimientos locales.

La compañía con mayoría estatal asumió el riesgo del aprendizaje de esta explotación con una inversión fuerte de capital (como parte del cuestionado acuerdo con la multinacional Chevron). Así, pasó de un aumento en la formación de capital de 505 millones de dólares en 2012 a 2333 millones en 2015, un dinamismo muy superior al del conjunto de los actores privados que en esos años apenas duplicaron la inversión inicial (de 514 a 1100 millones de dólares). Sin embargo, con la asunción de Macri la tendencia cambió. Mientras que en 2017 la inversión de YPF en yacimientos no convencionales se redujo a la mitad (1430 millones de dólares), las otras firmas privadas duplicaron sus montos (2135 millones).

Esta nueva dinámica está explicada centralmente por dos elementos. El primero de ellos, es la concepción privatista del gobierno de Macri que concibe al Estado como el instrumento para “allanar” el terreno al capital privado. Así, luego de que YPF “pagó” el costo de aprendizaje de estos yacimientos, cedió participación al capital privado para que ampliara el proceso de acumulación en no convencionales. El segundo, es el redireccionamiento de los subsidios a la producción de gas no convencional (Resolución 46/2017 y la reglamentación R.419/2017) que garantiza un precio de 7,5 dólares por MMBTU al gas natural de nuevos proyectos.

El análisis de los datos de los subsidios mencionados revela el marcado del gobierno contra la petrolera controlada por el Estado. Mientras que, en 2016, con el 57 por ciento de la producción de gas no convencional YPF recibió el 57,6 por ciento de los fondos destinados al fomento de la producción, en los primeros 10 meses de 2018, con una participación equivalente en los flujos de extracción (54,9 por ciento), percibió apenas el 6,3 por ciento de los subsidios.

Como contrapartida, una serie de grupos económicos locales con escasa o nula participación en 2016, ampliaron su cuota de incentivos. Así, Techint pasó de no percibir subsidios a acaparar el 34,2 por ciento en el período de 2018. Compañía General de Combustibles pasó del 1,6 a 15,8 por ciento, mientras que Pampa Energía amplió su cuota de 4,9 a 6,3 por ciento.

Naturalmente, esta nueva política energética por parte del Estado cambió rotundamente la dinámica de la actividad. Si se consideran los primeros 10 meses del período 2012-2015 se advierte que la contribución al crecimiento de la producción de gas no convencional del país estuvo motorizada por YPF quien explicó dos terceras partes, seguido por las asociaciones entre capital privado y local (16 por ciento), empresas extranjeras (13 por ciento) y últimas las nacionales (4 por ciento). Sin embargo, desde 2016 la actividad estuvo traccionada, en línea con lo señalado, por los grupos locales quienes explicaron el 47 por ciento (con Techint en primer lugar y luego CGC), mientras que YPF dio cuenta apenas de un tercio de ese crecimiento.

Se trata, en suma, de la utilización lisa y llana del Estado como instrumento para realizar las inversiones de riesgo para luego ceder ese “terreno” al capital privado para que amplíe la formación de capital, una política que tiene fuertes reminiscencias a las privatizaciones periféricas de la última dictadura cívico-militar.

* Investigador del AEyT de la Flacso/Conicet.


Diagnóstico cualitativo

Por Eduardo Dvorkin *

FODA es una herramienta utilizada para diagnosticar la posible evolución de un proyecto. Consta de dos etapas: una primera cualitativa que lista lo que, en la visión del analista, constituye la matriz [Fortalezas-Oportunidades-Debilidades-Amenazas] y una segunda que cuantifica las probabilidades. En este artículo utilizaremos la etapa cualitativa para analizar el proyecto Vaca Muerta. Comenzamos por lo existente: fortalezas y debilidades.

Fortalezas

La principal fortaleza es que el yacimiento ya ha recorrido una primera fase comprobándose que puede producir petróleo y gas. Una segunda fortaleza es la existencia en el país de personal técnico de alta calificación en la industria petrolera. La empresa de tecnología YTEC, concretada durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner mediante una alianza YPF-Conicet, constituye el apoyo indispensable para factibilizar el desarrollo autónomo de las tecnologías de fracking que no son idénticas a las que se utilizan en otros reservorios. Esto se complementa con la existencia de un sector del sistema nacional de C&T especializado en temas de gas y petróleo, como asimismo de pymes tecnológicas e industriales focalizadas en el sector, hoy obligadas a desaprovechar su capacidad productiva.

Debilidades

La principal debilidad del proyecto de Vaca Muerta es la visión exclusivamente extractivista del actual gobierno, que solamente ve una fuente de gas y petróleo y no un tractor para el desarrollo. Coherente con esta visión es la creciente importación de tecnología, equipos y servicios provistos por corporaciones internacionales, cada vez más involucradas en el desarrollo.

Continuamos con las oportunidades y amenazas que se derivan de las fortalezas y debilidades; las probabilidades asociadas a cada una están determinadas por la continuidad a partir de diciembre de 2019 del actual proyecto neoliberal periférico o su sustitución por un proyecto que retome el camino del desarrollo inclusivo.

Oportunidades

La principal oportunidad es lograr convertir a Vaca Muerta en un tractor de la industria nacional, sobre todo pyme y del desarrollo autónomo de tecnología. Así sucedió en Brasil con la explotación de petróleo offshore. Históricamente Brasil desarrolló un fuerte sector industrial y un fuerte sector científico-académico involucrados con el desarrollo petrolero bajo la dirección de Petrobras. Brasil logró el autoabastecimiento petrolero y además se convirtió en líder internacional en ingeniería offshore.

Amenazas

La principal amenaza para convertir Vaca Muerta en un tractor del desarrollo es la continuidad del actual proyecto político. Asumiendo que se retome el proyecto de desarrollo inclusivo la escasez de divisas será una fuerte amenaza para la factibilidad de un desarrollo no extractivista de Vaca Muerta. El desarrollo autónomo no es neutro en lo referente al flujo de divisas y en los primeros años de desarrollo de una nueva cadena productiva, hasta que se logren desarrollar localmente insumos y herramientas, existe un importante requerimiento de divisas. El tema ambiental es una amenaza que debe ser considerada. Se debe impedir la contaminación de las napas de agua dulce; estas están a profundidades de unos 500 metros, la fractura hidráulica se realiza a unos 2.500 metros y los mantos rocosos entre ambas profundidades son muy impermeables. Por lo tanto, si hay contaminación de las napas no será por fluidos contaminantes que fluyan desde la zona de fractura sino por un manejo no cuidadoso de los fluidos en superficie. El control estatal y una empresa pública pueden garantizar los cuidados necesarios para la producción sustentable.

* Doctor en Ingeniería.