Cuando Mercedes Azpilicueta se mudó a Holanda, en el año 2011, algo cambió en su producción. Como si la distancia transoceánica de la Argentina hubiera afinado su oído y dado una nueva urgencia al habla, abandonó la poca materialidad que quedaba en su obra (en Buenos Aires ya había estado anteponiendo la escritura y las sesiones de lectura de poesía a la pintura y el trabajo de taller) y fijó su interés en el lenguaje: principalmente en la oralidad, las faltas de ortografía, los errores de traducción, las palabras inventadas y todo lo “sucio” de la comunicación. Esa parte blanda, sonora, viva y usada de lo que decimos, que escapa a la normatividad de cómo “debemos” decirlo y que refleja maneras personales y locales de expresarse.
“You know? It’s all about affection”, le escribió a su hermana en la carta Dear Sister (2011), una de las primeras obras que Azpilicueta realizó al llegar a Rotterdam y que se presenta en el Museo de Arte Moderno, dentro del conjunto de obras que componen su primera exposición panorámica, como una instalación de video donde las palabras aparecen, como en un karaoke mudo, para que el espectador reproduzca la voz en su mente. Con complicidad y nostalgia, la artista relata a su hermana situaciones banales de su nueva vida cotidiana –la disposición de su cuarto, la vista de su ventana, la sensación profunda de soledad, pero también la de estar siendo observada–, mezcladas con reflexiones y recuerdos de ambas en Buenos Aires (“Remember when we went to the delta?”). Es un relato íntimo que explora la subjetividad del “yo” como lugar de enunciación y la distancia inherente al género epistolar. En la carta, la voz íntima funde la memoria personal y la compartida, y construye un espacio de conexión entre las dos ciudades y las dos hermanas. El texto también es una forma de habitar otra lengua. Paradójicamente escrito en inglés, en él la artista valora los errores de ortografía como si fuesen la puerta a una nueva acepción de las palabras, menos correcta pero más subjetiva y significativa.
La afectividad que es capaz de transmitir la palabra también es una clave en Volver a casa expandiendo la voz (2012). Se trata de una de las primeras piezas performáticas realizadas por la artista, en la que recita un guión creado a partir de los mensajes de texto acumulados en su celular a lo largo de un año, combinados con poemas: “te quiero Chau/ ¿cómo estás Pum?/ ¿recuperada?/ si están por la zona/ estoy en el cafecito de pasteur y corrientes/ besos cuchufru/ Pum me llamó gato/ diluvia y no vuelve”. El discurso se compone de momentos de encuentro y desencuentro con el otro que nos llevan desde la sensación de una enorme cercanía hasta la imposibilidad de comunicarse: ese momento en que el lenguaje gira en falso, convertido en una máquina casi automática y frustrante de saludos y monólogos.
En sus siguientes obras, Azpilicueta comenzó a pedir prestadas voces ajenas. Para construir los guiones de las performances La Calculadora Bien Templada (2013), Carne (2013) y POW! (2014) se apropió, entre otras, de las frases de una madre obsesiva, una profesora de yoga autoritaria, un rematador de obras de arte y un profesor en un examen de idioma.
Pascal Quignard dice que, a diferencia de lo que ocurre con la vista y los párpados, en los oídos no hay nada que limite la información del exterior. Lo que oímos, voluntaria o involuntariamente, nos une a los demás y al lugar en el que estamos. En la videoinstalación Bailarina Geométrica No Cree en el Amor, Encuentra Aspiración y Éxtasis en Espirales (2015), la artista transformó su voz en un colectivo social y en un territorio. Reconstruyó con su voz el paisaje sonoro de Rotterdam, poniendo en carne propia lo que se escucha en los mercados, en el puerto y en la calle. Sentada, de piernas cruzadas en posición de flor de loto, como si fuese una pitonisa o una médium en trance, reproduce las ofertas de los vendedores ambulantes al grito de “eeen eurroooo, een euroo”, los cantos de los estadios deportivos y toda la trama sonora socio–económica, popular y precaria de la ciudad, que circula a través de ella en un idioma que no necesariamente entiende. El título de la obra evoca la figura de la poetisa italiana Valentine de Saint-Point, autora del Manifiesto de la mujer futurista. A partir de ella, la artista imagina la conversión en energía femenina de la decadencia y la virilidad de esta ciudad reconstruida luego de la guerra; al igual que la poesía convierte las palabras y su sonoridad en una nueva energía. El poeta entrerriano Juan L. Ortiz afirmaba que en el paisaje veía “todas las dimensiones de lo que trasciende”, la vida secreta que lo abisma.
Mercedes Azpilicueta transmuta la cotidianeidad urbana en algo sustancial, una trascendencia encarnada en un coro pronunciado por una sola voz.
* Curadora de la exposición. Fragmento incial del texto que integra el catálogo de la exposición Cuerpos Pájaros, que se exhibe en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, en San Juan 350, hasta marzo de 2019.