En el escenario de su muerte él está suspendido en el aire. Un muñeco ahorcado en el living de la casa en la que vivieron juntxs. Este suicidio deja un clamor de irrealidad que lleva a María Inés a mostrarse durante toda la novela como un ser espectral. Alguien que se desliza por los hechos como si esa muerte la abandonara a un estado de indeterminación que no se resguarda ni en el reproche ni en el consuelo.
La estructura de Indeleble (Ediciones EME) funciona en el antes y el después de esa muerte. Dos temporalidades guiadas por la fuerza de las acciones a las que Paula Tomassoni piensa como la sustancia de su escritura. La primera persona tiene la distancia excesiva de una narradora a la que los propios personajes parecen escapársele como piezas impenetrables. Hay en Indeleble una interioridad a la que jamás el lector tendrá acceso. La narradora se obliga a describir la sucesión de acciones como si desconociera cualquier móvil o emoción. Los personajes agonizan en una soledad invencible. Todxs, bajo la mirada de María Inés parecen desconocidxs. En las pequeñas alianzas que puede establecer con su sobrina o con un compañero de trabajo, siempre se adivina la posible traición como el paso inefable antes de la catástrofe.
Es que Indeleble sucede en la penumbra de una batalla. Esa que tuvo lugar en el año 2001 en Buenos Aires, a pocas cuadras del departamento en el que María Inés se mudó con su marido. Allí, en la trama que hizo posible ese camino difuso al acceso de una propiedad, el dinero pasa a ser el código que señala los vínculos entre los personajes.
Se podría decir que Indeleble es una novela marxista ya que se mueve en la certeza de que las relaciones sociales están marcadas por la mercancía y que el valor de las cosas, asignado por un dinero que en ese contexto estalla en todos sus sentidos, es casi la ontología de la vida cotidiana, lo que define a los seres. No solo porque la imagen de una clase media endeudada, portadora de un ingenio temible al momento de hacerse con la cantidad indispensable de billetes para lograr sus objetivos, es la síntesis de una relación de pareja un tanto deslucida pero que la protagonista consiente como el peldaño más alto de la dicha, sino porque el dinero, su posicionamiento frente a los conflictos, cambia la configuración misma de los personajes.
Existe una lógica de la repetición en la que la protagonista se afirma, tal vez para que no se note el aprendizaje lento en la maldad que ejecuta. El drama se materializa en la diferencia entre la narradora, atorada en una lógica rutinaria, desprovista en gran medida de estrategias, pero dueña de una pequeña capacidad para sobrevivir a la calamidad, y la autora que parece bastante impiadosa con su criatura, como si la exhibiera, sin cuestionarla pero, al mismo tiempo, tratara de llevarla a un lugar donde todas sus inconsistencias hablan de una clase social y de un género delimitados bajo la letra gruesa de la aceptación.
En la superficie es donde la narradora se detiene. En la ropa que no combina o en alguna distracción que le sirve para eludir una respuesta, una posible discusión. Si María Inés aparece como una mujer sin voluntad, tan propicia a dejarse ganar por cada uno de los impulsos de su esposo, como cautelosa al momento de defender alguna circunstancia crítica, será el dinero la espátula que le dará hondura a un territorio que la protagonista prefiere no descifrar. En la decisión de acercarse a los hechos como si fueran una cáscara de vidrio donde los datos, los modos de brindar la información no deben ser debilitados por los sentimientos, se funda la tensión de la novela de la autora platense. En la oposición entre todo lo que la protagonista/ narradora parece no saber y cada detalle que el lector asume como una revelación inquebrantable.
Indeleble
Paula Tomassoni
Ediciones EME