Por Programa de Estudios de Género de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ)
El sistema universitario ha iniciado recientemente, a instancias de la “Red Interuniversitaria por la Igualdad de Género y contra todas las violencias”, una discusión sobre la paridad en las universidades. Este 2018 conmemoramos los cien años de la Reforma Universitaria. Los que firmaron en 1918 el Manifiesto Liminar eran todos varones ¿podemos seguir sosteniendo una Universidad donde sus decisiones sigan siendo mayoritariamente varones –del claustro que sean?
La situación en el sistema universitario nacional público muestra que las mujeres constituyen el 57% del total de la matrícula estudiantil. En la docencia, las mujeres son mayoría (54% de lxs ayudantes de primera). Este número disminuye conforme al ascenso de categorías. De las 47 universidades nacionales sólo existen 5 rectoras (Fuente: SPU, 2016).
La paridad vuelve visible la vivencia diferencial y corporeizada de la ciudadanía; contribuye a democratizar la participación política y, así, a modificar las culturas políticas misóginas y patriarcales. En su comportamiento, entonces, la paridad aumenta (y de ningún modo reduce) la capacidad representativa de las instituciones, amplía el horizonte de lo universal (que alguna vez fue un sujeto varón, blanco y europeo) y dialoga con la idea de “identidad de género autopercibida” (Ley Nacional Nº 26.743/12).
La UNAJ busca incursionar en la paridad el próximo 19 de diciembre. En función de una propuesta de les consejeres estudiantiles y de la conducción del CEUNAJ, el Programa de Estudios de Género (PEG) convocó una “Comisión Interclaustros por la Paridad de Género en UNAJ” que viene buscando su definición. Sin querer limitarnos al binarismo varón-mujer, la paridad busca dar cuenta de la mixtura y diversidad del colectivo que los órganos del gobierno universitario representan. Hacer más universal la categoría de la representación, promoviendo una acción positiva que nos obligue a develar los porqués de las desigualdades y luchar contra ellas, porque cuando nosotras avanzamos, los límites se corren para todes y en esas grietas, la representación política se llena de aire nuevo y la universidad se renueva. Y cruje, como cruje el patriarcado de la toga y el saber. Las feministas en la universidad comenzamos con los protocolos para luchar contra las violencias de género, considerando la urgencia de ir contra las consecuencias más nefastas del patriarcado en la institución. Ahora vamos por asegurar más participación para todes y transformar las relaciones de poder. Por nosotras, mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales, no binaries. Por nosotras, por las que vienen ¡por todes!