Las autoridades francesas seguían buscando intensamente ayer al presunto autor del ataque terrorista ocurrido el martes en el mercado de Navidad de Estrasburgo. El tirador, pese a haber sido herido en un brazo por militares antiterroristas con los que se enfrentó, puede haber huido de Francia. Frente a las críticas de la oposición por el manejo oficial de los ataques, el gobierno del presidente Emmanuel Macron les pidió calma por la situación por la que está pasando el país, en el contexto de las protestas de los chalecos amarillos. 

En su mortal recorrido por las calles del centro de la capital de la región de Alsacia, el presunto islamista radical de 29 años, identificado por la policía como Chérif Chekatt, dejó un saldo de dos personas muertas, una más con muerte cerebral, y otras doce heridas, seis de las cuales ayer luchaban por sus vidas. “El terrorismo ha golpeado de nuevo nuestro territorio, recordándonos de manera dramática que la amenaza sigue siendo bien real”, dijo el fiscal antiterrorista, Rémi Heitz, en una rueda de prensa en Estrasburgo.

Las autoridades creen que, tanto por el modo en que actuó –incluido el hecho de que gritara “Alá es el más grande” y proclamas islamistas durante su acción– como por el perfil del sospechoso, se trata del acto islamista radical de un joven procedente de la delincuencia común que se radicalizó en prisión.

Con un arma automática y un cuchillo, Chekatt, nacido en Estrasburgo, atacó a varios transeúntes y posteriormente se enfrentó en un tiroteo con cuatro militares de una patrulla antiterrorista, que respondieron y lo hirieron en un brazo. Pero el presunto terrorista logró escapar y tomó un taxi. Le ordenó al taxista lo llevara al barrio de Neudorf, donde reside, sin especificar una dirección concreta.

En el camino, señaló el fiscal, el sospechoso, que iba dirigiendo al taxista, le confesó haber disparado y haber matado, según dijo, a diez personas, al tiempo que justificó su acto. También reveló al conductor que la policía había registrado su casa esa misma mañana y que había encontrado una granada, lo que permitió a los investigadores identificarlo rápidamente. Tras bajar del taxi se cruzó con un grupo de agentes de policía, con quienes mantuvo un tiroteo, aunque logró escapar. Ayer, las autoridades judiciales francesas interrogaron a los padres y a los dos hermanos del autor del tiroteo. 

Chekatt fue condenado 27 veces por delitos comunes y ha pasado dos veces por cárceles francesas, además de otras en Suiza y en Alemania, país que lo expulsó en 2017 de nuevo a Francia, que lo había reclamado. Desde muy joven comenzó a delinquir y siendo adolescente se convirtió en un visitante habitual de las comisarías, según un sindicalista policial. Dicha fuente sindical, citada por la emisora France Info, aseguró que aunque no se trataba de lo que llamó un detenido modelo, tampoco era de los más violentos. 

En agosto pasado, Chekatt participó en un robo en Eckbolsheim, cerca de Estrasburgo, en el que la víctima se resistió y fue gravemente herida, lo que motivó la apertura de una investigación por intento de homicidio. En ese contexto, la gendarmería había lanzado el martes por la mañana una operación en la que fueron detenidos varios cómplices suyos, de la que él escapó por no encontrarse en su domicilio. Fue durante las reiteradas ocasiones en que entró en prisión que se produjo la radicalización islámica de Chekatt y donde comenzó a practicar un proselitismo religioso. Esas actitudes llevaron a los servicios de inteligencia a incluirlo con una ficha “S” en su archivo de individuos radicalizados que podrían suponer una amenaza para la seguridad del Estado.

No obstante, el hecho de que ya estuviese fichado le suma otro dolor de cabeza al Ejecutivo francés, ya que ha servido a dirigentes de la oposición para criticar la lucha antiterrorista del Gobierno. La líder de la ultraderecha, Marine Le Pen, reiteró ayer su petición para que los extranjeros con ficha “S” sean expulsados del país. “Si se expulsara a los extranjeros (fichados), habría medios suplementarios para vigilar a los franceses”, señaló en una entrevista en el canal “France 2”.

Sin embargo, ya en marzo pasado, luego de otro ataque terrorista, el primer ministro francés, Edouard Phillipe, había afirmado que la ficha “S” es un instrumento policial y no una prueba en sí misma. “La propuesta de detención de los incluidos en este fichero supone desconocer el Estado de derecho ya que no se puede privar a alguien de su liberad sobre la base de una sospecha”, había dicho el premier en aquel momento. 

Frente a los reproches, el portavoz del Ejecutivo, Benjamin Griveaux, instó a la oposición a llamar a la calma y a la contención por el momento político que vive el país, no solo tras el atentado, sino por las protestas de los chalecos amarillos de las últimas semanas. “El respeto al orden público y la calma republicana deben prevalecer”, dijo. 

Ante a este contexto, la izquierda francesa pidió ayer que se retrase la votación de la moción de censura que había presentando contra el Gobierno por la crisis de los chalecos amarillos, que estaba prevista para el próximo jueves. Según un comunicado emitido por los diputados socialistas la moción contra el gobierno es impensable en un momento en el que el país precisa unidad.