La inflación en noviembre fue del 3,2 por ciento, alcanzó el 43,9 por ciento desde diciembre y un 48,5 por ciento en los últimos doce meses a nivel nacional, informó el Indec. De este modo, la marcha de los precios quedó al borde de un 50 por ciento anual, el mayor número desde 1991, cuando terminaba el proceso hiperinflacionario para dar lugar al consenso neoliberal alrededor de la convertibilidad. Este año, la inflación destrozó el poder adquisitivo de los ingresos y generó un derrumbe en el consumo interno. El capítulo que más creció en noviembre fue salud, a partir del nuevo incremento en medicamentos. También avanzaron por encima del promedio alimentos y bebidas, que impacta de lleno en las canastas de pobreza e indigencia y equipamiento y mantenimiento del hogar.
En 2018, la inflación terminará unos 35 puntos porcentuales por encima de la pauta prevista por el Gobierno, que era del 15 por ciento para todo el año. Ese grosero error de predicción se fue gestando de a poco. En el primer cuatrimestre, la suba de los precios circuló entre el 1,8 y el 2,7 por ciento, valores que ya en ese momento exigían una baja posterior para lograr apuntar a una banda del 20-25 por ciento de inflación anual. Pero el estallido cambiario y la profundización de la política de aumentos tarifarios y de suba de los combustibles elevó la inflación mensual al escalón del 3-4 por ciento entre junio, julio y agosto. Con el nuevo salto del dólar hasta los 40 pesos, septiembre y octubre marcaron el peor momento inflacionario del gobierno de Cambiemos, con subas del 6,5 y 5,4 por ciento, respectivamente. Si bien la inflación en noviembre se desaceleró frente al descalabro del bimestre previo, los precios se movieron al ritmo que mostraban a mitad de año, luego del primer capítulo de la primera crisis cambiaria. Sigue siendo un valor de suba de precios mensual muy alto. Se espera que en diciembre los precios aminoren la marcha un poco más, aunque todavía por arriba del 2 por ciento frente al mes previo.
El rubro que mayor aporte hizo a la inflación de noviembre fue alimentos y bebidas, con un alza del 3,4 por ciento frente al mes anterior. Se destacó el incremento mensual del 6 por ciento en el arroz blanco, del 6,7 por ciento en fideos secos guiseros y 6,3 por ciento en hamburguesas congeladas. Entre los lácteos, la leche entera subió en el mes un 7,6 por ciento, el queso cremoso lo hizo en un 3,7 y el yogur firme, un 21,4. Entre las bebidas, la Coca-Cola subió 4,9; el agua sin gas, un 7,2; la cerveza, 13,6 por ciento y la yerba mate, 3,8 por ciento.
Otro rubro que subió por encima de la media es equipamiento y mantenimiento del hogar, por efecto retardado de la suba de insumos por la devaluación y del costo financiero, mientras que prendas de vestir y calzado subió un 2,3 por ciento, algo amortiguado por la denominada cyber-week junto con la contracción en el consumo. El capítulo de transporte subió 2,7 por ciento a partir del incremento del subte hasta 13,50 pesos aunque estuvo contrarrestado por la baja del precio de las naftas aplicado por las petroleras gracias a la caída del dólar y del precio del barril a nivel internacional. Comunicaciones tuvo una suba del 3 por ciento. Salud subió un 5,7 por ciento a raíz de fuertes aumentos en los precios de los remedios.
A nivel general, los bienes subieron en noviembre un 3,7 por ciento y los servicios, un 2,1 por ciento. El “IPC Núcleo”, que excluye a los estacionales y los regulados por el Estado, subió 3,3 por ciento.
La medición del Indec en determinados productos puntuales muestra el grado de impacto de la inflación en los hogares con menos recursos. En el último año, el pan francés subió un 80 por ciento y la harina, un 200 por ciento. El arroz blanco lo hizo en un 76 por ciento y el pollo entero, 63 por ciento. El aceite de girasol subió un 76 por ciento. La leche en sachet subió 41 por ciento y el yogur firme, 75 por ciento. La sal fina subió un 67 por ciento y la yerba mate, 70 por ciento. Además, otros consumos esenciales como el colectivo y las boletas de luz y gas subieron por arriba del ciento por ciento y la nafta casi un 70 por ciento. El panorama por el lado de los ingresos nominales es todavía muy incierto, con sectores del movimiento obrero mejor organizado con paritarias del 40 por ciento, otras paritarias con 15 o más puntos de pérdida frente a la inflación y un amplio universo de trabajadores no registrados y desocupados que vieron un recorte dramático de su poder adquisitivo.