El portal Noticias Formosa creó una encuesta para que sus lectores voten a quien le creen: a Juan Darthés o a Thelma Fardin: con sus rostros a pantalla partida.
Moria Casan interrumpe a la actriz Marta González cuando está relatando un abuso sexual que sufrió a los 7 años de parte de un tío, para preguntarle si había gozado y tenido un orgasmo en ese momento. Es la pantalla de América, por la tarde.
En el mismo canal, durante el programa de Jorge Rial, sus panelistas presionan a una joven actriz para que describa una situación de abuso o acoso que sufrió aunque ella aclara, con lágrimas en los ojos, que no la quiere contar.
El periodista Javier Vicente, en Radio Caput, dice el nombre de quien habría acosado a Romina Manguel, a pesar de que ella no había querido revelar su identidad, cuando dio cuenta de los hechos.
En Showmatch, Canal Trece, una participante, la actriz, conductora y modelo Mery del Cerro, cuenta quebrada, que fue a abusada a los 11 años y nunca lo había contado. La noche anterior se lo dijo a su marido. Sus padres se están enterando en ese instante. Tinelli, que alimentó durante años el patriarcado desde sus programas, pide justicia. Pero ni siquiera va a una pausa después de escucharla. Pasan todos los participantes y el jurado da los puntajes. Como si nada tan doloroso se hubiera contado minutos antes.
Las escenas en los medios se replican en los últimos días como parte del show del abuso. La espectacularización del tema, parece, garpa. El riesgo es la banalización.
Las periodistas que trabajamos hace años con enfoque de género y derechos, que venimos acompañando sobrevivientes de violencias machistas y cubriendo la temática, como Luciana Peker, Marta Dillon, Liliana Hendel y Carolina Balderrama, (por nombrar unas pocas, pero son muchas más), somos invitadas golondrinas. Nos llaman para consultarnos pero no nos contratan.
¿Cuándo el periodismo con perspectiva de género y derechos será considerado un estándar de calidad a la hora de informar y no una voz fugaz y pasajera en el prime time?