Hay sonrisas extrañas cuando se habla del tema. Alguno suspira, a otro le brillan los ojos y todos recuerdan aquellas míticas finales. La posibilidad cada vez mayor de que Roger Federer y Rafael Nadal se midan el domingo por el título en el Abierto de tenis de Australia sacudió con fuerza a Melbourne Park. “Sería un sueño y los dos tenistas creo que estarían encantados también. Sería un partido fantástico”, indicó Martina Navratilova, campeona de 18 Grand Slam. “Todo el mundo querría ese partido, yo incluida”.
Rod Laver, el legendario tenista australiano que da nombre a la pista central del torneo, también deja escapar una mueca de alegría: “Sería agradable verles en la final. Han luchado entre ellos durante los últimos 11 años y tienen opciones de lograrlo”.
Federer y Nadal alcanzaron, para sorpresa de muchos tras su 2016 de lesiones, las semifinales del primer grande de la temporada. El helvético se enfrentará hoy a Stan Wawrinka, mientras que el español chocará mañana con Grigor Dimitrov. Si ambos ganan, el mundo del tenis recuperará el domingo sensaciones perdidas y un viejo aroma “vintage” recorrerá los pasillos de la Rod Laver Arena.
Federer y Nadal. Nadal y Federer. Dos de los mejores tenistas y deportistas de la historia, dos hombres con un carisma arrollador, dos jugadores que se llevaron al límite prácticamente en cada enfrentamiento.
Los dos ex números uno, que acumulan 31 Grand Slam entre ambos, se midieron en 34 ocasiones en su carrera y ocho de esos duelos fueron luchando por la copa de un grande.
En la retina de cualquier aficionado al deporte están las finales de Wimbledon 2008, para muchos el mejor partido de la historia del tenis –Nadal ganó 9-7 en el quinto set–, y Australia 2009. Federer acabó llorando hace ocho años en Melbourne tras perder de nuevo en el quinto set ante un Nadal que domina 23-11 en el cara a cara total y 6-2 en las finales de Grand Slam.
Sin embargo, Federer y Nadal, de 35 y 30 años, respectivamente, llevan sin cruzarse en una gran final desde 2011 y el último clásico fue a finales de 2015. El año 2016, en el que ambos sufrieron problemas físicos, fue el primero desde 2003 en el que el tenis no vio un duelo entre ellos.
“El tenis quiere ese partido, seguro. Sería una historia muy bonita, sería una vuelta a ese derby, a ese Barcelona-Real Madrid. Es uno de esos partidos que los aficionados recuerdan siempre”, indicó a la agencia alemana dpa Carlos Moyá, ex número uno y ahora entrenador de Nadal.
“Se echa de menos, claro”, añadió el ex tenista croata Goran Ivanisevic. “En este torneo puede haber historias increíbles. Federer ganando su Grand Slam número 18, puede haber una final Rafa-Roger, puede ganar Rafa...”
Prácticamente el único al que no le apasiona esa hipotética final es a Mats Wilander. El ex tenista aseguró que quiere nuevos rostros en el tenis. “Sería genial verles en una nueva final, pero sería bonito también ver a John Lennon y a Elvis Presley cantar de nuevo juntos y ya no se puede. Por eso digo que sería genial ver caras nuevas”, indicó el sueco. “Ya he visto grandes finales entre ellos y no tengo que ver otra más necesariamente. No, de verdad, no tengo que ver otra, de ninguna forma. Necesitamos nuevas caras”.
Pocos habrían apostado antes del torneo que Federer y Nadal estarían en semifinales. Ambos llegaron al primer Grand Slam entre interrogantes y Andy Murray y Novak Djokovic lucían un nivel superior al resto. Pero el británico y el serbio quedaron eliminados de forma prematura y Federer y Nadal no dejaron de crecer. El de Basilea batió a Tomas Berdych y Kei Nishikori, mientras que el de Manacor tumbó a otros dos “top ten”, Gael Monfils y Milos Raonic. Y más importante: lo hicieron con un tenis que recordó, salvando las distancias, sus mejores épocas.
“Mucha gente decía que Federer no iba a poder ganar de nuevo y la realidad es que está ahí, listo para ganar otra vez, luchando de nuevo por un grande”, indicó ayer Nadal tras su victoria. “Y eso es bueno para los aficionados porque Roger es una leyenda”.
Nadal está actualmente en el puesto nueve del ranking, mientras que Federer cayó hasta el 17 tras estar sin competir desde julio, la baja más larga de toda su carrera. En carisma, sin embargo, siguen siendo los números uno. No hay tenistas más queridos en el circuito.