Hoy a las 20, la Sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes será la sede de un acontecimiento histórico: parte del Grupo de Acción Instrumental, formado por Jacobo Romano, Jorge Zulueta y Margarita Fernández en los primeros años de la década del 70, presentará por primera vez en Buenos Aires la versión integral de La pieza de Franz, una obra progresiva en tres etapas. La matriz de La Pieza de Franz es la Sonata en Sí menor para piano, de Franz Liszt. El grupo transformó esa matriz en un hecho músico dramático al intervenirla musicalmente y llevarla a la escena bajo el nombre de Autodeterminemos nuestras hipotecas. Con ese título se presentó el 28 de junio de 1973 en el Teatro Coliseo de Buenos Aires. Entre los asistentes a ese estreno se encontraba el cineasta Alberto Fischerman (Las puertitas del Señor López, La clínica del Dr. Cureta, Ya no hay hombres), quien luego sería el realizador de la película que se denominó entonces La Pieza de Franz y que hoy se exhibirá oficialmente por primera vez. La única función que ofrecerá el Teatro Nacional Cervantes reúne por primera vez la versión escénica y la versión cinematográfica como “una suerte de resurrección que las une bajo el mismo nombre y las muestra como los dos hemisferios que completan un mundo”, según apunta la información de prensa.
“Se eligió esa sonata porque es la única en la historia de la música que no tiene el Allegro, el Andante y el Presto como están en todas las sonatas de Beethoven, Mozart, etcétera. Esta sonata tiene una forma única, abierta para todos lados. Lo que nos permitió desarrollar acciones y visualizaciones sorpresivas porque la obra en sí no era una estructura cerrada. Eso nos provocó ese tipo de apertura escénica. Lo hicimos con esa obra porque justamente veíamos que ahí había un material que explotaba, que no era cerrado”, explica Zulueta a PáginaI12. De trayectoria internacional, Zulueta es uno de los más singulares pianistas de su generación. Su extenso repertorio –la obra integral para piano de Debussy, la de Ravel, la de Satie– agregaba el de su gran solvencia en el de la música contemporánea: estrenó en Buenos Aires el Concierto para piano y orquesta de Arnold Schönberg, la ya legendaria Pieza n. 9 de Karlheinz Stockhausen y fue el pianista a quien Juan Carlos Paz le dedicó sus Núcleos, hizo conocer a Henry Cowell y sus famosos clusters y frecuentó activamente el repertorio latinoamericano.
La película se filmó en 1974 en el Teatro Coliseo, el mismo espacio en el que se había presentado la versión escénica. Se financió a modo de cooperativa, con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes. Además de que nunca tuvo estreno oficial en la Argentina, tampoco recorrió festivales. Del Grupo de Acción Instrumental aún viven Zulueta y Margarita Fernández (ver nota aparte). Jacobo Romano falleció hace unos meses, mientras que Fischerman murió en marzo de 1995. Surgido del cortometraje, Fischerman fue uno de los directores que mejor se ha dedicado a los diversos géneros cinematográficos como así también el que sacó mejor resultado del mundo de las historietas en el cine. La apuesta con La pieza de Franz era fuerte.
Zulueta –residente en Francia desde hace más de cuarenta años– recuerda la filmación de La pieza de Franz de la siguiente manera: “Fue muy intenso. Recuerdo que teníamos que repetir ciertos pasajes, ciertas estructuras. Alberto las tomaba desde un ángulo, después de otro. El trabajaba libremente, pero nosotros debíamos repetir ciertas escenas. Trabajamos durante unas semanas. No fue una cosa rápida. Tuvimos muchos encuentros”.
La cinta tuvo una larga historia de conflictos que no permitieron poder exhibirla en el país: se realizó en democracia pero las primeras copias se lograron a fines de 1975, cuando la Triple A sembraba el terror en el país con acciones que significaron el caldo de cultivo del terrorismo de Estado implementado por la dictadura cívico-militar 1976-1983. “Yo estoy instalado en Europa desde hace muchos años. Venía a Sudamérica por giras de conciertos y me detenía en Buenos Aires varias semanas, pero no era que estuviera viviendo acá. Me queda el recuerdo de situaciones políticas inseguras, la gente desaparecía... Y Alberto había introducido en esa pieza musical escenas donde se veían ciertos momentos en la calle. Recuerdo que filmó un poco la calle. No sé si ese habrá sido un motivo de no poder proyectarla o que no la permitieron”, señala el pianista.
Zulueta reconoce que hay diferencias entre la versión escénica y la cinematográfica: “Las había porque, como comenté, Alberto filmó escenas callejeras, de manifestaciones, que en la versión escénica no estaban. La propuesta era anticonvencional porque todo el trabajo que hemos hecho posteriormente, que fueron treinta obras, se realizan simultáneamente. O sea, que no hay una sola escena sino que hay dos o tres escenas. O dos o tres escenas más una proyección. O dos proyecciones. Todo al mismo tiempo. Ese fue el trabajo del Grupo de Acción Instrumental que se ha hecho en Europa pero acá no se hizo. Y esa es una característica de nuestras obras”, sostiene Zulueta.
La investigadora Paula Wolkowicz señala en su trabajo Un collage poético. Reflexiones sobre la Pieza de Franz, de Alberto Fischerman, que a la obra original el cineasta le añadió un collage visual: “Escenas cuasi documentales que muestran un barrio humilde que con carteles y pancartas esperan ansiosos la vuelta del General; escenas alegóricas en las que bailarines danzan coreografías vestidos con trajes que remiten a la Revolución Francesa; escenas que son como cuadros vivos (literalmente, ya que varias están basadas en pinturas reales como Liszt al piano); ensayos del concertista en un teatro desierto y venido a menos... Y junto con todo eso (o en el medio y cortando las diferentes escenas) una serie de carteles que funcionan como consignas. De manera similar a lo que algunos años antes había hecho La hora de los hornos, las citas provienen de autores muy disímiles entre sí pero que de alguna manera todos plantean cuestiones que al director le resultan relevantes. Mao, Freud, Marx, Feuerbach se encuentran unidos en una nueva trama que los pone a dialogar entre sí. Los personajes que aparecen en las fotografías a lo largo del film, Freud, Nietzsche y Marx, cada uno a su manera, inventan una manera de interpretar al mundo”.
Pero no solamente eso. El cartel del comienzo de la película señala: “25 de mayo de 1973, Héctor J. Cámpora, el candidato peronista, asume como presidente de la Argentina, habiendo ganado las primeras elecciones libres después de 18 años de proscripciones”. “De fondo se escucha, en la banda de sonido: ‘Viva Perón’. Las imágenes documentales nos muestran a personas colocando carteles en la calle por la vuelta de Perón. ‘Perón sí, otros no’, rezan. De fondo se escucha música popular”, relata Wolkowicz en su trabajo de investigación sobre el film.
No es difícil suponer que era inviable que esta película fuera vista en los cines durante la dictadura. Fischerman le agregó a la obra el componente político, siendo fiel al lema con el que adhirió al Grupo de Acción Instrumental: “Que el cine escuche a la música como un discípulo escucha a su maestro”.
Zulueta recuerda cómo se salvaron los originales de la película de Fischerman. “Jacobo me dio cintas originales, y yo las tenía en París. Las tuve guardadas en un cajón durante años. No las había visto nunca, pero hace unos meses me las empezaron a pedir para restaurar la película y les di todo lo que tenía: eran varios videos y la cinta original. Jacobo me había entregado ese material como uno le dice a un amigo: ‘Guardame estas cosas’. Y yo las guardé. Como era un trabajo conjunto, las cuidé mucho porque no era una cosa mía personal sino un trabajo de grupo”, explica Zulueta.
Con la ayuda del Instituto Francés, la cinta fue repatriada. Después hubo un acuerdo con la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional (Cinain) para la restauración, que contó con la colaboración del Instituto Goethe y del Servicio Cultural de la Embajada de Francia. Y sumó a muchas personas que restauraron la copia de manera voluntaria: entre ellos, los sonidistas de aquella época Bebe Kamin y Néstor Barberis, quien vive en México y puso su estudio para la recuperación de la banda sonora. De este proceso participaron Violeta Nigro Giunta, quien en París realizó todos los trabajos de recuperación músico-escénica con Jorge Zulueta, Matías Sendón en luz, espacio, utilería; Aníbal Kelvo estuvo a cargo de todo el proceso de coordinación audiovisual. Hubo muchos colaboradores que acercaron material para lograr la mejor recuperación como Edgardo Cozarinsky, David Oubiña, Néstor Tirri, Bebe Kamin y Néstor Barberis.
“Cuarenta y cinco años después, la versión escénica actual exhuma la de aquella primera función a través de una memoria que oscila entre la recuperación y el reconocimiento de los signos del discurrir del tiempo. En esta suerte de resurrección, La Pieza de Franz se ofrece como un díptico compuesto por la reunión de sus dos versiones –la escénica y la fílmica– que se complementan como dos hemisferios de un mismo mundo”, señala Margarita Fernández, quien participó de la recuperación, curación y dirección general. Justamente el proyecto supone un díptico: la recuperación escénica de Autodeterminemos nuestras hipotecas con el regreso de Jorge Zulueta a Argentina (concierto del que participarán el pianista y Barbara Hang como performer) y no como algo separado sino como una continuidad de la escena y el estreno de la cinta original recuperada de La Pieza de Franz.
Ahora llegó el momento de disfrutarla en su versión integral. Nunca es tarde.