La inversión registró en octubre una caída del 16,3 por ciento frente al mismo mes del año pasado. Arrastrado por el desplome en la demanda interna y la incertidumbre financiera, el indicador elaborado por el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala se ubicó por debajo de los niveles de 2015. La comparación mensual arroja, por su parte, un descenso de 2,3 por ciento frente a septiembre. A la caída en el consumo se sumaron el incremento en el costo del financiamiento y el recorte en la inversión pública. Como evidencia la aceleración en la destrucción de puestos de trabajo en la industria manufacturera algunas empresas no solo dejaron de invertir sino que comenzaron a achicarse. La devaluación, por su parte, encareció los desembolsos en equipo durable de producción importado que computó en octubre una caída del 36,6 por ciento frente al mismo período del año pasado.
“Si no hay demanda no hay inversión, ¿para qué voy a comprar una máquina nueva si tengo tres de cada diez máquinas sin usar? Pero además no hay perspectiva de mejora ya que el gobierno no va a impulsar el consumo el año que viene”, señaló a PáginaI12 la investigadora del ITE, Mara Ruiz Malec. La utilización de la capacidad instalada en la industria se ubicó, según el Indec, en el 64,8 por ciento en octubre, tres puntos y medio por debajo de la marca del mismo mes del año pasado. Dos datos adicionales permiten ilustrar la explicación de Ruiz Malec: el poder adquisitivo de los trabajadores registrados cerrará el año con una caída de hasta 18 por ciento y el consumo arrastra una caída del 10 por ciento.
“El desempeño de la inversión no escapa a la dinámica general de una economía deprimida. Con el consumo en caída y una elevada capacidad ociosa es esperable que no se realicen inversiones. Si sumamos que la tasa de interés está alrededor del 60 por ciento y la escasez de financiamiento entonces quedan pocos incentivos para la inversión productiva”, explicó a este diario la economista especializada en industria Agustina Gallardo. Por su parte, la directora de CERX Victoria Giarrizo agregó que “muchas empresas no tienen resto para invertir ya que están muy endeudadas en dólares. Hay que sumarle que las tasas son altísimas, entonces las que necesitan crédito tampoco lo hacen. Y las que tiene el efectivo, se queda en dólares o buscan alternativas porque en las empresas hoy están con alta capacidad ociosa. Las pymes industriales trabajan al 53 por ciento de su capacidad”.
Los componentes del indicador mensual de inversión del ITE computan una caída del 6,4 por ciento anual en la construcción que se explica no solo con el descenso en los proyectos privados sino también por el fuerte ajuste de la obra pública. El único sector que se mantiene en terreno positivo es el de las construcciones vinculadas a la actividad petrolera. En tanto, la inversión en equipo durable de producción marcó un descenso de 26,6 por ciento frente al mismo mes del año pasado. El componente nacional se redujo 5,7 por ciento por lo que mantiene la caída iniciada en noviembre de 2017. La contracción más relevante se observó en la importación de maquinaria y equipos que cayó un 36,6 por ciento anual. El desplome se explica por la corrida.
El programa de austeridad desplegado por el acuerdo para acceder al financiamiento del FMI no solo indujo una recesión sino que arrasó con el motor de la inversión privada. A contramano de la causalidad postulada por el gobierno de Mauricio Macri donde la reducción del gasto público, desregulación, la apertura, la flexibilización y hasta una cumbre del G-20 con lágrimas presidenciales son suficientes para impulsar la inversión, la evidencia histórica revela que los empresarios realizan desembolsos de capital cuando esperan un incremento de la demanda. “Como condición necesaria para reactivar la inversión se necesita que haya expectativa de un aumento en la demanda. Necesitamos política anticíclica”, advirtió Ruiz Malec.
@tomaslukin