El 60 por ciento de las pequeñas empresas industriales se encuentran trabajando a la mitad de su capacidad instalada, lo cual implica un manto de riesgo sobre el empleo, advierte una encuesta realizada entre 574 pymes ubicadas mayormente en el Area Metropolitana de Buenos Aires. El dato es consistente con otros estudios sectoriales y da cuenta del grado de riesgo del entramado industrial en un contexto en donde no se visualiza crecimiento económico firme a corto plazo y sigue latente la desconfianza de los mercados. Más de la mitad de las empresas dicen haber tenido en el tercer trimestre un desempeño de ventas malo o muy malo, con caídas superiores al 10 por ciento. El derrape industrial es de tal magnitud que hasta la UIA amagó con firmar un documento crítico de la política económica junto a la CTA de Hugo Yasky, la CGT, la Iglesia y otras organizaciones.
Según datos del sistema previsional, en lo que va del gobierno de Cambiemos la industria destruyó 107.300 puestos de trabajo formales, el 8,5 por ciento de la dotación de trabajadores manufactureros que existía a fines de 2015. Solamente en septiembre se contabilizaron 9300 empleos menos que en agosto. La Secretaría de Trabajo estima que en los primeros nueve meses de 2018 se perdieron 42.200 posiciones fabriles. A la par de ese recorrido de ajuste a lo largo de los últimos tres años, la industria se encuentra en un piso de utilización de la capacidad instalada. En otras palabras, le sigue sobrando capital y trabajo para el magro nivel de actividad del mercado interno que ofrece la economía de Cambiemos.
La entidad Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC) realizó un relevamiento entre 574 empresas ubicadas en su mayoría en el AMBA, de las cuales el 60 por ciento tiene más de 10 años de antigüedad. El 37 por ciento de las firmas encuestadas tiene hasta 5 empleados y el 23 por ciento, entre 10 y 25 empleados. En el terreno laboral, durante el tercer trimestre el 77 por ciento de las empresas consultadas no modificó la plantilla de personal pero un 17 por ciento sí aplicó despidos, mientras que para la última parte del año el 83 por ciento no esperaba cambios de plantilla y el 13 por ciento anticipó despidos. Si bien el estudio refleja un escenario de empleo entre estable y malo, el muy bajo grado de utilización de la capacidad instalada emite una clara señal de riesgo.
El Indec midió en su último informe un 64,8 por ciento de utilización de la capacidad instalada industrial, aunque la encuesta de la Enac, centrada en pequeñas empresas, calculó una utilización de 51,4 por ciento. El dato está en línea con el 56 por ciento de utilización que midió la entidad Adimra, que agrupa a las cámaras de la industria metalúrgica. En ese sector, el 47 por ciento de los empresarios indicó haber reducido su plantilla de personal en octubre, el 44 por ciento de las firmas redujeron las horas extras y un 18 por ciento aplicó un recorte de la jornada laboral. Desde el lado del trabajo, la consultora Randstad Workmonitor reveló que la confianza de los trabajadores respecto a la posibilidad de conseguir un nuevo empleo similar al actual dentro de los próximos seis meses es del 63 por ciento, la marca más baja del año y el peor número regional detrás de Brasil.
La encuesta de ENAC relevó que casi un tercio de los empresarios encuentran un escenario de ventas “muy malo”, con caídas superiores al 30 por ciento medidas en cantidades y que otro tercio de los encuestados tuvo bajas de ventas del 30 por ciento. Para la última parte del año, el 55 por ciento de los empresarios pronosticó una caída peor al 10 por ciento.
A pesar de las exorbitantes tasas de interés que sostiene el Banco Central y que asfixian al sistema productivo, la mitad de los pequeños empresarios consultados tuvo que recurrir al crédito en el tercer trimestre. Entre los que tomaron préstamos, el 60 por ciento lo hizo para afrontar gastos corrientes, una cuarta parte lo hizo para reponer capital de trabajo y sólo el 15 por ciento para efectuar una inversión productiva.