Después de haber suspendido de un día para el otro su participación en la asunción presidencial que se realizará el 1º de enero en Brasilia, el presidente Mauricio Macri conversó ayer con el mandatario electo Jair Bolsonaro y acordaron reunirse el 16 de enero en la capital brasileña para “trabajar juntos en esta nueva etapa”, según declaró. El anuncio apunta a poner fin a una serie de desinteligencias producidas en poco tiempo entre el gobierno argentino y la administración que se prepara en el país vecino.

“Hace un momento hablamos con Jair Bolsonaro por teléfono. Acordamos encontrarnos el 16”, informó ayer por la tarde Macri en Twitter. El anuncio busca clausurar las idas y vueltas de las últimas semanas. Macri y Bolsonaro ya habían conversado por teléfono en octubre, unos días antes del ballottage en Brasil. “Mantuvieron una cordial conversación en el marco del actual proceso electoral en Brasil y la relación estratégica entre ambos países”, informaron en ese momento. 

Una vez confirmado el triunfo del candidato ultraderechista en la segunda vuelta, el Presidente lo celebró en las redes. “Felicitaciones a Jair Bolsonaro por el triunfo en Brasil. Deseo que trabajemos pronto juntos por la relación entre nuestros países y el bienestar de argentinos y brasileros”, sostuvo Macri. La Cancillería apuntó entonces a “los fuertes lazos históricos de amistad y cooperación que unen a los dos países y hacen de Brasil un socio estratégico indiscutible de la Argentina”.

Pero el ministro de Economía designado en Brasil, Paulo Guedes, criticó al Mercosur y avisó que la relación bilateral con Argentina no sería “una prioridad”, un ejercicio de sinceridad que luego trataron de enmendar con otras declaraciones más amistosas. Pero desde el entorno de Bolsonaro se informó además que rompería con una añeja tradición y Argentina no sería su primer viaje al exterior sino que prefería visitar Chile, donde gobierna Sebastián Piñera. 

Como para compensar la sorpresa, dejaron trascender que Bolsonaro podría acompañar al presidente saliente Michel Temer a la cumbre del G20, donde entonces conversaría en un aparte con Macri. Nunca se informó porqué, Bolsonaro finalmente no viajó. Temer fue poco menos que un fantasma durante la cumbre de líderes mundiales. 

Pese a los desplantes, el canciller Jorge Faurie comunicó después del G20 que Macri participaría de la asunción de Bolsonaro. Las desinteligencias continuaron. Porque, a los pocos días, desde la Casa Rosada dejaron trascender que Macri finalmente se quedaría de vacaciones en el sur –sin cambiar su rutina de cada fin de año– y que no se trasladaría a Brasilia. Es más, tampoco iría en su reemplazo la vicepresidenta Gabriela Michetti sino que lo representaría Faurie. En la jerga de símbolos de la diplomacia, que un ministro vaya en representación de un presidente a la asunción de su principal socio comercial y regional es algo parecido a un desplante.  

Entonces quedó claro que Macri estaba enojado con Bolsonaro por la decisión de optar por Chile como su primer destino exterior y quedarse en su casa durante el G20. Por otro lado, entre ambas gestiones, de signo ideológico parecido, se disputan la condición de principales socios de Estados Unidos en el subcontinente. Así, ahora los dos se enciman para presentar propuestas en contra de la Venezuela de Nicolás Maduro. 

El llamado de ayer y el anuncio de un encuentro en Brasilia pretende conciliar los ánimos y volver al punto de partida en la relación, según comentaba en Cancillería. Habrá que ver si lo consiguen.