Una niña guatemalteca de siete años que había sido detenida por la policía de fronteras del estado de Nuevo México, Estados Unidos, murió por deshidratación mientras estaba bajo custodia de las autoridades estadounidenses. Según informó ayer el matutino The Washington Post, los hechos ocurrieron el viernes pasado luego de que la niña cruzara ilegalmente la frontera junto a su padre y otros 162 migrantes. El diario afirma que el padre de la niña y los demás migrantes se había entregado a las autoridades de la ciudad de Lordsburg. A la mañana siguiente la menor comenzó con convulsiones y fue trasladada con 40 grados de fiebre al hospital El Paso de Texas donde llegó con un paro cardíaco. En un principio los médicos lograron reanimarla pero la niña murió horas después.
Aunque la autopsia todavía no indicó los últimos resultados, los médicos del Hospital afirmaron que murió de un shock séptico, deshidratación y fiebre. Según el comunicado de la Patrulla Fronteriza del que informó el citado diario, la niña llevaba varios días sin comer ni consumir agua al momento de su detención. Sin embargo aún no queda claro si la niña recibió alimentos o atención médica a lo largo de la noche, antes de sufrir las convulsiones. “Los agentes de la Patrulla Fronteriza hicieron todo lo posible para salvar la vida de la niña en las circunstancias más difíciles”, dijo en el comunicado al rotativo capitalino Andrew Meehan, portavoz de las fuerzas de seguridad. Al mismo tiempo la Casa Blanca consideró que la muerte fue una tragedia pero responsabilizó al Congreso por no promulgar leyes que desincentiven la migración. “Es una muerte innecesaria y es 100 por ciento evitable”, dijo uno de los portavoces de la Casa Blanca, Hogan Gidley, a la prensa. Gidley señaló que espera que los demócratas se unan al presidente Donald Trump. “Si pudiéramos unirnos y aprobar algunas leyes de sentido común que desincentiven a la gente que llega de la frontera y les anime a hacerlo en la manera correcta, la manera legal, entonces ese tipo de muertes, ese tipo de asaltos, ese tipo de violaciones, el contrabando de menores, el tráfico de seres humanos, todo eso acabaría”, apuntó.
En tanto, el gobierno guatemalteco informó ayer que están brindando todo el apoyo necesario a la familia de la niña. El Ministerio de Relaciones Exteriores indicó que ya están en contacto con el padre para ofrecerle orientación legal para su caso debido a que fue liberado con un permiso especial por las autoridades de migración estadounidenses. El lunes pasado, personal consular se entrevistó con el padre y al terminar informaron que está gravemente afectado. “Es importante hacer ver que lamentablemente los lugares por donde ingresan ahora los migrantes son más peligrosos y las distancias que recorre son mayores, lo cual los hace enfrentarse a peligros mayores debido a que no les alcanzan los recursos como la comida y el agua, situación que se agrava en el caso de los niños que son mucho más vulnerables”, agregó el Ministerio.
Aunque la atención política y mediática en las últimas semanas de concentró en la caravana migratoria que finalizó su recorrido en la zona fronteriza de Tijuana (México) y San Diego (EE.UU.), grandes grupos cruzan a diario por Texas, Arizona y Nuevo México. Por su parte, la Patrulla Fronteriza indicó que sus instalaciones datan de décadas atrás y que fueron pensadas para recibir a hombres migrantes viajando en solitario y no para la nueva realidad de familias y niños. La pequeña estación de Lordsburg, por ejemplo, recibió ayer un grupo de 227 personas indocumentadas. El día anterior habían recibido a otros 123, en su mayoría familias con niños.
La tragedia que generó conmoción en Estados Unidos se produce en un momento en que hay casi 15.000 menores extranjeros no acompañados a cargo del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS). Según estadísticas oficiales, estos niños pasan en promedio 60 días en estos centros.
El presidente de Estados Unidos hizo de su tolerancia cero a la inmigración uno de los ejes claves de su agenda. En julio Trump separó a miles de familias en la frontera mexicana dejando a menores de edad en centros de detención sin sus padres. Mientras la caravana de migrantes que salió hace dos meses desde Honduras llegaba a Estados Unidos, Trump envió a cientos policías a detenerlos en la frontera con México e incluso puso alambres de púa en los puestos fronterizos. Durante las elecciones de medio término, Trump denunció que se trataba de una invasión y se negó a darles asilo. Además, para contener la llegada de migrantes propuso crear un muro que aseguró que lo pagaría México, hecho que volvió a confirmar esta semana. El viernes la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés) emitió un comunicado en el que exigió una investigación rigurosa sobre la muerte de la niña y culpó a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de una falta de responsabilidad y una cultura de la crueldad. “Esta tragedia representa lo peor que puede pasar cuando se detiene a niños en condiciones inhumanas. Lanzamos un llamado a que haya una investigación rigurosa sobre cómo pudo producirse esta tragedia”, afirmó esta ONG. El tragico suceso también generó reacciones en el Comité Nacional del Partido Demócrata que denunció que desde que el gobierno comenzó a aplicar la política de tolerancia cero se vio un aumento de los tratos crueles a los migrantes. “Necesitamos que haya una investigación inmediata para asegurarnos que esto no va a volver a ocurrir”, dijo la Comisión.