Miles de manifestantes vestidos con sus chalecos amarillos volvieron a tomar las calles de París. Por quinto sábado consecutivo el movimiento que se gestó en redes sociales protestó en contra del elevado costo de vida y exigió la renuncia del presidente francés, Emmanuel Macron, aunque esta vez con menos fuerza que en los sábados anteriores. La jornada terminó con un saldo de 168 detenidos y siete heridos.
Una de las imágenes que se viralizaron de la jornada de protesta estuvo protagonizada por un grupo de mujeres que posaron semidesnudas vestidas de Marianne -uno de los símbolos de la República francesa- frente a los agentes desplegados en los Campos Elíseos. Mientras que la otra imagen tuvo lugar frente a la ópera Garnier, en el centro de la ciudad. Allí, cientos de manifestantes se arrodillaron y cruzaron las manos detrás de la cabeza, en alusión a la detención masiva de estudiantes que protestaron contra las reformas educativas y bloquearon sus centros de enseñanza. Con esta nueva jornada de movilización, los denominados chalecos amarillos, un movimiento ciudadano nacido en rechazo al alza de los combustibles y que ahora aglutina el malestar general hacia las políticas de Macron, continúa su pulsada contra el gobierno. A diferencia de las movilizaciones precedentes, ayer abrieron muchas de las atracciones turísticas de la ciudad, entre ellas el museo del Louvre y la Torre Eiffel. “París no debería dar la impresión de ser una ciudad muerta”, declaró el jefe de la policía capitalina, Michel Delpuech. Para ello, el gobierno volvió a desplegar un fuerte dispositivo de seguridad en la capital. En total, desplegaron 8.000 policías, movilizaron 14 vehículos blindados y reintrodujeron unidades de choque. Una vez más, la celebre avenida de los Campos Elíseos vivió momentos de tensión. Sin embargo esta vez hubo menos heridos y detenidos. El último balance del Ministerio del Interior destacó que en todo el país hubo 66.000 manifestantes y, solo en París, unos 4.000, frente a los 136.000 y 10.000, respectivamente, de hace siete días. También fueron menores los números de heridos y detenidos. La Prefectura de Policía de París indicó que en la capital hubo siete heridos y 168 arrestados, en comparación con los 96 heridos y 1.082 detenidos de la cuarta jornada. “Es un poco un fracaso, porque el Estado nos impide manifestar adecuadamente”, declaró a la prensa Marie, de 35 años, una empleada doméstica. “Estamos algo desmoralizados, pero el movimiento no acabará aquí”, aseguró, por su parte, Francis Nicolas, de 49 años, en la ciudad de Lyon (este). En Twitter, el ministro de Interior, Christophe Castaner, reclamó que se liberen las rotondas en el país. “Desde hace semanas están ocupadas día y noche por los chalecos amarillos. Ahora el diálogo debe ahora reunir al conjunto de los que quieren transformar Francia”, estimó.
Esta semana, varios miembros del Ejecutivo habían pedido la suspensión de las protestas después de que cuatro personas murieran en un atentado perpetrado el martes en el mercado navideño de la ciudad de Estrasburgo. El propio Macron llamó a la calma y la vuelta a la normalidad. Además pidió a los manifestantes que se sumen a un debate nacional en el que prometió que abarcará numerosas cuestiones políticas. Luego de desoír los reclamos durante semanas, el gobernante galo terminó cediendo el pasado lunes al anunciar un paquete de medidas que incluyen partidas extras para los trabajadores con menos ingresos, así como exenciones tributarias sobre las horas extras y algunas pensiones. Días antes, el gobierno ya había accedido a suspender durante un tiempo la prevista subida del impuesto a los carburantes, medida que motivó en origen las protestas.
Según el gobierno, los continuos bloqueos de carreteras y las protestas repercutieron negativamente en el crecimiento económico del país. El banco central de Francia redujo de hecho a la mitad, del 0,4 al 0,2%, su previsión de crecimiento para el último trimestre de 2018.