La autorización del Gobierno a YPF para exportar hasta un millón y medio de metros cúbicos de gas natural a Chile por día, hasta el 1º de mayo del año próximo, despertó cuestionamientos de analistas del sector. YPF no es la primera petrolera autorizada a este tipo de operaciones, ya que al menos otras cinco recibieron el mismo beneficio en años anteriores. Lo que se cuestiona es que, con estas medidas, se está conformando una nueva estructura del mercado en el que los millonarios subsidios estatales a la producción en el precio “en boca de pozo” están siendo aprovechados para negocios externos, mientras sigue deteriorándose el nivel de demanda interna en función del fuerte encarecimiento de las tarifas. Además, la resolución que viabiliza la venta de la producción de la empresa estatal al país trasandino se da en momentos en que YPF está perdiendo producción y posiciones en el mercado de hidrocarburos, a manos del avance del capital extranjero y un par de empresas locales (Techint y Eurnekian) en la explotación del gas shale de Vaca Muerta.
Pocas semanas atrás, el 1º de octubre, la agencia internacional Bloomberg informaba que YPF “cerrará algunos de sus pozos de gas natural, en momentos en que la segunda recesión del país en tres años frena la demanda”. Ya antes de esta decisión operativa, YPF reflejaba una baja del orden del 3 por ciento en la producción de gas en los primeros nueve meses del año en relación al año pasado. En el mercado interno, la petrolera estatal también se está viendo desplazada por el aumento en la oferta de Tecpetrol, del grupo Techint, que a través de la explotación de su área Fortín de Piedra, en Vaca Muerta, está incrementando aceleradamente su participación.
Las perspectivas de una recesión que prevén no será corta ha llevado a las principales petroleras a buscar en las ventas a Chile una alternativa para obtener beneficios rápidos. Exxon Mobil (Estados Unidos), Wintershall (Alemania), Total Austral (Francia), PAE Energy (China-Bulgheroni) y Compañía General de Combustibles (Eurnekian), integran la lista a la que ahora se suma YPF. Lo notable es que el incremento de la producción se ha logrado en base a un fuerte subsidio al precio en boca de pozo que recibe la nueva producción, y que terminó volcándose sobre la tarifa que abonan los usuarios locales. El “sacrificio” se justificaba en virtud de que había que garantizar el abastecimiento local, pero ahora resulta que ese sacrificio resulta en un apetecible negocio de exportación. El beneficio a repartirse entre los exportadores sería de unos 40 millones de dólares mensuales.
“Si observamos las cifras a octubre, la producción de gas descontada la que se obtiene por estos sobreprecios en forma de subsidios, arrojan una caída del 2,7 por ciento con respecto a 2017 y del 4 por ciento respecto de 2016”, sostuvo Federico Bernal director de Oetec, observatorio energético que hace un seguimiento riguroso del sector. “La mayor producción gasífera del año se sostiene gracias a los tan vilipendiados subsidios”, que de pagarlos el Estado pasaron a ser pagados por los usuarios. “La ciudadanía no sólo seguirá subsidiando las ganancias de las petroleras, sino también el sostenimiento de una producción en ascenso con destino a la exportación, mientras que para los argentinos el gas natural es ya un bien de lujo”, concluyó Bernal.