Los hinchas de River están más contentos que Trump con dos peluqueros. Saben que la alegría por la consagración ante Boca puede llegar a ser interminable, esto es que puede durar casi tanto como Maradona tarda en redondear una frase frente a un periodista de Sinaloa. Pero guarda Campeón de América. Parafraseando a Chilavert, “tú no has ganado nada”. La fiesta será completa para el Millonario sólo si trata de vencer al “Cuco” del Mundial de Clubes, al temible Al Ain. ¿Cómo qué quiénes son esos? ¿Nunca oíste hablar del Al Ain? Yo tampoco. Pero algo pude investigar sobre dicho club y el fútbol árabe.

El Al Ain ganó 15 torneos en su corta vida: tres de la Liga Arabe, dos Copas Libertadores de Arabia, cuatro Trofeos Al Qaeda, una Copa Turco García, la Supercopa Aladino, la Recopa Beduino Sin Barba y tres veces la Copa De Arena.

Los equipos de la Liga Arabe tienen su propia FIFA corrupta (llamada Alí Babá y los 40 ladrones) y su propio ídolo deportivo (Diego Al Mando Mahoma, autor de un gol con la Mano de Alá). La ciudad de Al Ain está en el límite con Omán, sulfanato que homenajea al gran Omán Iquelme. El arquero más exitoso del mundo árabe fue Luis Alberto Islam.

Algo sobre el fútbol amateur de allá: en los potreros del Conurbano árabe, los equipos juegan picaditos en la arena, es una especie de “Fútbol playa”, pero sin mar a la vista. Los pibes árabes pobres –aquellos cuyos padres cobran el Plan Jeques y Jecas de Hogar– improvisan los arcos dejando sus turbantes en dos pilitas. Si los indómitos vientos del desierto hacen volar los turbantes, arman los arcos parando a dos pares de camellos en los extremos del predio. A veces, a falta de voluntarios para ir al arco, usan a los propios camellos como arqueros. A propósito, averigüé que en idioma árabe arquero se dice “Atajalabola”.

En esos partidos, para elegir a los integrantes de los equipos, utilizan un sistema similar al de los potreros argentinos: el pan (árabe) y queso. Si el club pertenece a un multimillonario jeque árabe, la cosa es distinta: para hacer el sorteo previo a cada partido, en vez de arrojar una moneda al aire, el árbitro arroja un petrodólar. El también llamado “fútbol harén” permite que en las concentraciones los jugadores no puedan dormir con más de tres esposas. Al terminar los partidos, en vez de intercambiar camisetas, los jugadores intercambian odaliscas.

El poderío económico de los países árabes y su influencia en el plano deportivo es innegable. A fuerza de petrodólares, dentro de cuatro años un país árabe (Qatar) será anfitrión de un Mundial por primera vez en la historia. Por muy poco, el último superclásico no se jugó en dicho emirato. Esto explicaría por qué algunos equipos argentinos quieren disfrazarse de árabes, al menos para recibir un sponsoreo oriundo del Medio Oriente. Sin ir más lejos (aunque Qatar está lejos) un popular club marplatense intentó hacerse llamar “Al Dosivi” para tratar de captar algunos mangos de parte de Qatar Airwais, la línea aérea árabe que es sponsor de grandes clubes del mundo como Boca, Barcelona de España, Roma de Italia y el Bayern Munich alemán. Pero se dieron cuenta. “Arabes pero no boluds” dijeron en una conferencia de prensa los dirigentes de dicha empresa.