Tres personajes en busca del sillón de la RAE. Este podría ser el título del conspicuo drama teatral de autoría colectiva, que empezó el jueves pasado, cuando ningún candidato a reemplazar al actual director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, logró la mayoría absoluta: 21 votos. De los 46 académicos, solo 41 tienen derecho a votar porque han cumplido con el requisito de haber asistido a doce sesiones durante 2018. Los académicos se volverán a reunir este jueves, a la misma hora y en el mismo lugar, para votar nuevamente entre los tres nombres que más apoyos recibieron en la “primera vuelta”: Santiago Muñoz Machado (18 votos), Juan Luis Cebrián (12 votos) y José Antonio Pascual (un voto). Un jurista, un periodista y ex empresario de medios y un lingüista. Tres personajes hombres. La única mujer que tenía chances, la filóloga Inés Fernandez-Ordónez, obtuvo un voto; pero Pascual, con mayor antigüedad como académico, quedó como el tercero más votado. Será cuestión de tiempo: tarde o temprano se podrá superar ese machismo dominante cuya reprobable conquista se traduce en una práctica que ha sobrevivido tres siglos. En 305 años de historia de la institución no ha sido elegida una directora mujer. Los “varones ilustres” admitieron recién en 1977 a Carmen Conde (1907-1996), que se convirtió en la primera mujer en formar parte de la Academia.
Si este jueves ninguno consigue mayoría absoluta, se procederá a una votación para nombrar un nuevo director por mayoría simple. Una vez elegido el nombre del sucesor de Villanueva, ¿llegará la calma, después de la guerra larvada que se abrió cuando el actual director de la RAE anunció, el pasado 4 de octubre, que no se presentaría a una reelección, al último mandato? “Nunca había trascendido tanto una votación”, reconocieron miembros de la Academia. Esa trascendencia de lo que antes era un “trámite” electoral es consecuencia de que el debate interno y los problemas materiales y simbólicos de la institución estallaron en los medios de comunicación. Los 1,6 millón de euros que recibe la RAE del Estado español -antes de 2008 esa cifra era de 3,5 millones de euros- son insuficientes para cubrir un presupuesto de 7 millones de euros. La crisis económica, lo ha admitido Villanueva, repercutió en el financiamiento de la institución. Como capas de una cebolla, se suma la disminución del 60 por ciento de los recursos de que disponían, la caída estrepitosa de las ventas de libros –especialmente la última edición del Diccionario de la RAE de 2014, una tirada de 50.000 ejemplares que para no ser destruida por la editorial Espasa Calpe se terminó donando– y también se ha reducido la participación privada y la aportación de la Fundación Pro-Rae en varios proyectos.
Muñoz Machado (Pozoblanco, Córdoba, 1949), el que más votos recibió hasta ahora, es catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad Complutense; un abogado que ha cultivado buenas relaciones con el mundo financiero y reciente Premio Nacional de Historia. Juan Luis Cebrián (Madrid, 1944), director fundador del diario El País, alto ejecutivo y empresario del grupo Prisa, ya no ostenta ningún cargo de poder periodístico ni editorial. En mayo de este año dejó la presidencia del grupo en manos de Manuel Polanco. Aunque ha movilizado a sus partidarios en la RAE, parece que hasta ahora los apoyos no han sido suficientes. Pero hay un sector de la Academia, integrado por filólogos, lingüistas y profesores, que lamenta que la pugna se reduzca entre Muñoz Machado y Cebrián, quienes son percibidos como “gestores neoliberales” con chances de vencedores. El tercer candidato, el que pasó a la “segunda vuelta” con un solo voto, José Antonio Pascal (Salamanca, 1942), es Doctor en Lengua Española y catedrático de Lengua Española de las universidades de Salamanca, Sevilla y Carlos III de Madrid, fundador y primer director de la Revista Española de Lingüística Aplicada, autor de más de un centenar de libros y artículos dedicados a la lexicografía y a la historia del español, y estuvo al frente del Instituto cervantes de París (1997-2001).
El personaje que finalmente será elegido director de la RAE, además de lidiar con la crisis económica, tendrá que presentar el informe sobre el lenguaje inclusivo para la Constitución de España, un pedido que hizo la vicepresidenta Carmen Calvo, para adecuar el texto de la carta magna a un lenguaje que incorpore a las mujeres. Según anticipó Pedro Álvarez de Miranda, uno de los que participó en la elaboración del informe junto a Paz Battaner, Ignacio Bosque e Inés Fernández-Ordóñez, se siguió un texto previo de Bosque, Sexismo lingüístico y visibilidad de las mujeres, de 2012, donde se advierte que “si se aplicaran las directrices propuestas en las guías de lenguaje no sexista en sus términos más estrictos, no se podría hablar”. En la recta final de una guerra que llegó demasiado lejos, la RAE busca resolver un drama complejo. El nuevo director tendrá que saber seducir al Estado y a la sociedad civil para mantener viva a la principal institución de la lengua que “limpia, fija y da esplendor”.