Lealtades intrincadas, lazos encubiertos con grupos y grupúsculos, emboscadas en canchas de tenis de hoteles, escondrijos en casonas sin puerta en algún lugar de África, hilos movidos a la distancia desde grandes oficinas por señores de gesto adusto: la Guerra Fría era bastante caliente para los alemanes en los años ‘80. Y un termómetro posible para medirla (y disfrutarla) es Deutschland 86, la miniserie alemana que emite la plataforma online Amazon. Deutschland 86 cuenta las aventuras y misiones de Leonora, una dura jerarca de la Stasi (la policía secreta de Alemania Oriental), y de su sobrino Martin, un espía todo-terreno al frente de distintas operaciones de espionaje e infiltración en zonas de interés estratégico de sus vecinos de Alemania Occidental. Secuela o nueva temporada de Deutschland 83, Deutschland 86 está ambientada tres años más cerca de la caída del muro de Berlín, lo que implica que los protagonistas chocan cada vez más seguido con una tozuda falta de presupuesto y con cierta sensación de derrota creciente en el bloque pro-soviético. Algo de lo que el hit mundial The Americans ha explorado, acaso con un enfoque más intimista y focalizado. En cambio, las misiones de Martin y su tía Leonora en Deutschland 86 se entrecruzan en un campo de batalla bastante más amplio –así es la geopolítica–, para conformar una serie cuidadísima y barroca, llena de elementos visuales, musicales e históricos que exigen mucha atención (atención que resulta muy bien recompensada). Y, en tiempos de globalización televisiva online, forma parte de una avanzada de series alemanas que incluye a Beat, 4 Blocks, el hit sobrenatural Dark (todas estrenadas en los últimos dos años) y la inminente Dogs of Berlin, que llegará al menú de Netflix en diciembre.

Páginai12 entrevistó al productor Jörg Winger, creador de la serie junto a su mujer, la guionista, Anna Winger. Las biografías de ambos autores se entremezclan perfecto con el recorrido de la serie: en los días de Alemania dividida, Anna vivió en Africa, Estados Unidos y América latina, lo que acaso haya aportado la mirada global y errante que tienen Deutschland 83 y Deutschland 86; mientras que, en los ‘80, a Jörg le tocó cumplir con el servicio militar de la Alemania Occidental, lo que le permitió experimentar en carne propia las paranoias del espionaje fronterizo. 

–El “lado alemán” de la Guerra Fría no ha sido tan explorado en la ficción como las historias de espías rusos y estadounidenses. ¿Cuán cerca de los hechos políticos reales está Deutschland 86? 

–Los Estados Unidos y la Unión Soviética eran las superpotencias de la época, por eso sus versiones de los hechos son las que aparecen más prominentemente en largometrajes y series sobre la Guerra Fría. Pero creo que hay mucho que podemos aportar sobre aquellos días al observarlos desde el punto de vista de la Alemania Oriental. Deutschland 83 y Deutschland 86 incluyen muchos hechos históricos y no hemos cambiado la Historia. Lo que sí hemos hecho fue utilizar la ficción para llenar algunos vacíos. Tampoco tratamos en ningún momento con personajes históricos reales, por lo que tendemos a adaptar los hechos históricos en función de nuestros personajes: por ejemplo, no había ninguna mujer en las jerarquías más altas del servicio secreto de Alemania del Este. Y eso sí ocurre en nuestra serie. 

–¿Qué recuerdos tiene de los días de las dos Alemanias? ¿Cuánto de su historia personal, familiar hay en la serie? 

–Anna en aquella época vivía en el extranjero, pero yo tengo muchos recuerdos. Una de las fuentes más importantes de las que se ha nutrido Deutschland 83, fue el tiempo que pasé, cuando era muy joven, en el ejército de Alemania Occidental. En particular, cuando escuchábamos y monitoreábamos las transmisiones de radio en ruso, que emitían las tropas rusas desde Alemania Oriental. Una vez, para las fiestas de fin de año, los rusos nos saludaron por nuestros nombres… Así que nos quedamos pensando en que debía haber un topo, un infiltrado, en nuestra base. Cuando le conté esa historia a Anna, ella tuvo la fantástica idea de incluir un topo como un personaje protagónico en la serie. 

–Entre las distintas lealtades encontradas de la serie, se destaca el vínculo entre los protagonistas, que son tía y sobrino, ambos espías. ¿Cómo construyeron esos personajes? 

–En primer lugar, encontramos durante nuestra investigación que los espías a menudo eran reclutados dentro de sus propias familias. Acaso tendría que ver con la confianza. Eso, desde un punto de vista dramático, ciertamente aporta toda una capa emocional adicional, al tener a nuestros personajes no sólo como colegas, sino también como miembros de la misma familia. En esta serie no definimos a las personas en términos de “buenas” y “malas”. Intentamos desarrollar personajes que creen en lo que están haciendo, que tienen una agenda en la que confían para hacer, del mundo, un lugar mejor. La diferencia con la precuela, Deutschland 83, es que para los tiempos de Deutschland 86, el mundo se ha convertido en un lugar aún más complicado.

–¿En qué otros espías de la ficción se han inspirado al escribir la serie: Bond, The Americans…? 

–Nuestra principal inspiración, en especial en cuanto a lo estructural, ha sido la serie danesa Borgen. En realidad, lo que más nos inspiró fueron las muchas anécdotas históricas que hemos ido encontrando a lo largo de los años, y que las recuperamos para darles forma de aventura. A decir verdad, tomamos la decisión consciente de mantenernos alejados de The Americans, básicamente porque nos dijeron montones de veces: “Eh, la serie The Americans usa el mismo material histórico que ustedes…”. Así que, una vez que hayamos terminado con la saga de Deutschland, definitivamente hay algo que nos espera: ver las siete temporadas de The Americans.