La primera etapa de la Superliga ha dejado varios ítems que vale la pena destacar. Un invicto que no es puntero, un líder bien separado del resto, un sinfín de asteriscos con partidos postergados y suspendidos e incontables salidas de entrenadores, entre otros. Pero, sobre todas las cosas, quienes más sobresalieron fueron dos jugadores que, en lo suyo, no encontraron parangón: Lisandro López y Emmanuel Gigliotti. Los nueve de Racing e Independiente terminaron el año como líderes en la tabla de anotadores con 12 gritos, bastante por encima de Luis “Pulga” Rodríguez, de Atlético Tucumán, quien completa el podio con ocho. Pero en el número de festejos no es lo único donde coinciden los de Avellaneda, sino que también, con 35 y 31 años respectivamente, entran en la categoría de veteranos. Y que la tabla de goleadores sea hegemonía de los “experimentados” es una tendencia que se viene confirmando en los últimos tiempos en el fútbol nacional.
- Elogio de la autocrítica. “Es un momento muy duro. Van a ser tres años desde que llegué al club con un objetivo claro, que era el de poder conseguir un título, y no se dio. Todos los días pienso qué será de mi después de diciembre”, sentenciaba Lisandro López tras la eliminación de Racing a manos de River en la Copa Libertadores a fines de agosto. Lejos había quedado ya el inmejorable regreso que había tenido el atacante en 2016, cuando con una chilena para el recuerdo marcó el agónico empate 1-1 ante Independiente como visitante, en lo que fue el primer gol de su vuelta. Esa histórica estampa del festejo señalándose la cabeza con un Diego “Ruso” Rodríguez que pedía posición adelantada desde el arco del Rojo podría haberse considerado, hasta hace unos meses, el mejor momento de López en su segunda etapa en Avellaneda.
Y no es que le hayan faltado goles al capitán académico durante este período: 26 tantos en 78 partidos en sus primeras tres temporadas, un promedio de uno cada tres encuentros. Sin embargo, la contundente eliminación de la Copa había sido un duro golpe para el jugador de 35 años, que finalizaba contrato en diciembre. Pero todo fue cambiando con el correr del torneo local, donde se dio lugar al nacimiento de una nueva ilusión con un Racing por momento superlíder de la mano de un López en nivel superlativo, dominando cada faceta del juego, desde la generación hasta la concreción (nueve goles en los últimos nueve partidos) y, muchas veces, destacándose en defensa. Así, Lisandro, que en marzo cumplirá 36 años, pasó de cuatro tantos en 16 encuentros (0,25 de promedio) en la primera mitad del año a marcar 12 en 16 (0,75) en la segunda y, como no podía ser de otra manera, a una extensión de contrato hasta 2020: hay Licha para rato.
- Tiempo de resurrección. Tras un éxodo de dos años por el fútbol chino, el Puma Gigliotti volvió al fútbol local en 2017 para vestir la camiseta de Independiente, el tercer grande de su carrera. Sus pasos previos por San Lorenzo (2011/12) y Boca (2013/14) habían tenido un sabor agridulce pero en Avellaneda, Ariel Holan le tuvo plena confianza fue titular hasta el fin de la temporada. Aunque su rendimiento no sobresalió: cuatro tantos en 14 encuentros. Ello llevaría a que en la 2017/18, Gigliotti alternase entre la titularidad (22 partidos) y la suplencia (13).
Fueron dos temporadas con un tinte nuevamente agridulce para el Puma, pero la tercera sería su vencida. Una tremenda racha de siete goles en cinco partidos consecutivos que en su momento llevaron al Rojo a los primeros puestos, le aseguró al Puma el puesto y despejó las dudas. En total, el atacante de 31 años y siete meses marcó 12 goles en 15 partidos, un promedio de 0,55 gol por encuentro. Una cifra que en la primera mitad de año había sido de 0,25 (4 en 16). Lo que se dice un verdadero resurgir para el Puma, que terminó el año como máximo goleador del fútbol local (19 tantos, uno por encima de Santiago García, de Godoy Cruz).
- La década veterana. Un sub-20 y nueve pos-30 se ubican entre los máximos goleadores del torneo (14 jugadores con cinco tantos o más). El veinteañero es Nahuel Bustos, de Talleres, quien tras jugar cuatro partidos en la 16/17 y ninguno en la 17/18, explotó en esta Superliga, marcando cinco goles en once partidos, incluido un doblete en el 3-0 de la T en el clásico cordobés. Sin embargo, el de 20 años y 5 meses parece que no volverá para la segunda rueda y pasará 2019 en México (sería transferido a Pachuca).
Aunque emigrar con tan sólo 15 partidos en Primera parece exagerado aún para el fútbol argentino, esa es la tendencia de los últimos tiempos. Por caso, la última gran aparición goleadora nacional, Lautaro Martínez, pasó a Inter, de Italia con sólo 20 años, aunque con unos más dignos 63 partidos en Racing y un segundo puesto en la tabla de anotadores de la última Superliga. Lejos, muy lejos en el tiempo, quedaron los goleadores sub-20. En las últimas tres décadas se los puede contar con los dedos de una mano: Mauro Zárate (19 años en el Apertura 2006), Fernando Cavenaghi (18 años en el Clausura 2002), Javier Saviola (18 años en el Apertura 1999) y Hernán Crespo (19 años en el Clausura 1994).
Pero a jugadores que se van cada vez más jóvenes, del otro lado llegan carreras cada vez más longevas, “a la” Manu Ginóbili. De 2010 al presente, ha habido siete goleadores de torneo que pasaban los 30 años mientras que en las dos décadas anteriores, ese número había sido mucho más bajo: uno en la del 2000 y dos en la del ‘90. Los promedios de edad reafirman la tendencia. De 1990 a 1999, los goleadores promediaban 25,1 años; de 2000 a 2009 la cifra es de 24,7; mientras que de 2010 para hoy es ampliamente superior: 28. Y esto sin contar a los mencionados Gigliotti y López, los veteranos que dan cátedra durante esta Superliga. En el fútbol argentino, el gol es cosa de grandes.