El pasado 1º de diciembre, Día Internacional de la Respuesta al VIH/sida, un megaoperativo de seguridad mantuvo sitiada la ciudad Buenos Aires para proteger a los líderes del G20. Eso no impidió la gran convocatoria del Ciclo Positivo en Brandon, donde seropositivxs, seronegativxs, militantes y activistas por los derechos de las personas que viven con VIH nos dimos cita. Entre otros temas se habló de la drástica reducción del presupuesto para la Dirección Nacional de Sida y ETS, que depende del ex Ministerio de Salud de la Nación, hoy devenido en secretaría. También se trataron dos temas fundamentales para entender la situación actual de las personas con VIH/sida: por un lado, las pruebas científicas de que una persona con VIH que mantiene su carga viral indetectable por un lapso mínimo de seis meses no transmite el virus, y por otro, las metas del “90 90 90”, un plan de acción global, cuyo objetivo es terminar con la epidemia del VIH/sida para el año 2030.
El Ciclo Positivo tuvo su primera edición en Brandon hace dos años por iniciativa del periodista y activista Lucas Fauno Gutiérrez y del flamante abogado Matías Muñoz, que comenzó como activista en Rajap (Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos) en Buenos Aires, donde fue coordinador. Esta última edición tuvo más convocatoria que nunca, y no es casual: tras varios años de cierta estabilidad y sin demasiadas novedades, las aguas vuelven a agitarse. Ciclo Positivo y la Casita Brandon habilitan un espacio en el que, matizados con intervenciones humorísticas de los anfitriones y con la participación de artistas invitadxs, los temas son presentados con rigurosidad y son bienvenidas las inquietudes de lxs asistentes, que tenemos ahí una oportunidad de preguntar y decir lo que se nos ocurra, por más obvio que pueda parecer.
Los encuentros se llevan adelante con información de primera mano y entrevistas a activistas seropositivxs de diferentes agrupaciones del país y especialistas en VIH de la comunidad médica. Este 1 de diciembre, lxs entrevistadxs fueron la activista trans Nadir Cardozo, que con su testimonio dio cuenta de la desprotección que padece la población trans en cuanto a políticas sanitarias y sociales en general, y León Abate, coordinador adjunto de Rajap en Buenos Aires, que habló de su experiencia como seropositivo y activista, sobre las desigualdades entre las diferentes provincias en cuanto al acceso la salud pública y anunciado recorte presupuestario a nivel nacional: serán estas las que deberán afrontar el déficit en sus respectivos programas de salud pública.
INDETECTABLE = INTRANSMISIBLE
Entre tanta desolación hay una buena noticia. Desde hace veinte años se vienen llevando a cabo estudios sobre transmisión del VIH, entre los cuales se realizó el seguimiento médico de parejas serodiscordantes -parejas en las que unx de lxs dos partenaires es serpositivx- que mantenían relaciones sexuales sin preservativo, y también de mujeres seropositivas embarazadas y en lactancia. Los resultados fueron concluyentes: ya está científicamente comprobado que una persona que mantiene durante un mínimo de seis meses su carga viral indetectable no transmite el VIH.
Si bien es una afirmación que se viene sosteniendo desde hace tiempo, el aval para difundir a nivel global el mensaje “Indetectable = Intransmisible” (en inglés “Undetectable=Untransmisible”) se dio desde la Conferencia Internacional de sida 2018, en Ámsterdam, donde se afirmó que, científicamente hablando, el riesgo de transmisión es igual a cero. Ya se está haciendo viral –valga el juego de palabras– a través de las redes sociales, muchas veces abreviado en “I=I”, e incluso la cuestión fue abordada en la serie española Elite, producida por Netflix, un policial sobre la investigación de un femicidio en una escuela secundaria privada de España, en el que unx de lxs estudiantes está infectadx con VIH.
90-90-90
El acuerdo internacional conocido como “90-90-90” implica el compromiso de varios países, entre ellos Argentina, con el objetivo de terminar con la epidemia del VIH en el año 2030. Según un informe del organismo internacional Onusida, “en lo que respecta a los objetivos y compromisos adoptados en la Declaración Política sobre el VIH/ sida de 2011, se hace necesario un objetivo para escribir el último capítulo de la epidemia de sida, promover la responsabilidad y unir a las distintas partes interesadas en un esfuerzo común.”
Para que esto sea posible, los objetivos a cumplir son: que el 90 por ciento de las personas que viven con VIH conozcan su estado serológico; que de esta franja, el 90 por ciento de las personas reciban terapia antirretroviral continuada -lo que se conoce también como “adherencia al tratamiento”; que de estas personas “adherentes”, el 90 por ciento alcance la supresión viral, es decir, la carga viral indetectable.
EL RECORTE YA EMPEZÓ
La Ley de Presupuesto 2019 que se votó hace pocas semanas en las Cámaras de Diputados y Senadores implica, teniendo en cuenta la devaluación del dólar, una reducción de alrededor de 1.700 millones de pesos para los fondos destinados la Dirección Nacional de Sida y ETS. “El presupuesto del año 2018 de la Dirección de Sida es de 2289 millones de pesos que significaban, con un dólar a $19, 120 millones de dólares. El presupuesto presentado para 2019 es de 3.103 millones de pesos, con el dólar proyectado a 40.1, equivalen a 77 millones de dólares. Es decir, el gobierno proyecta una reducción en el presupuesto de 43 millones de dólares.”
Con este presupuesto, no solo se pone en riesgo la salud de las personas seropositivas, sino también del resto de la población, dado que estos recortes pueden afectar, además del acceso a la medicación para el VIH y otras infecciones de transmisión sexual como la Hepatitis C y la sífilis, a las campañas de información y prevención, y a la regularidad de muchos de los testeos médicos que corroboran la efectividad de los tratamientos: por un lado, las pruebas de VIH para diagnosticar nuevos casos, y por otro, los test más específicos que sirven para verificar que las personas con VIH alcancen y mantengan su carga viral indetectable.
Agrupaciones de distintas provincias como Mar del Plata y Jujuy, vienen denunciando faltantes de medicación y/o reactivos para los test de diagnóstico y de carga viral y CD4 desde 2016, y la cantidad de médicxs infectólogxs en muchas provincias ya no alcanza para cubrir la atención de toda la población con VIH, como es el caso de Jujuy, donde para toda la provincia hay solamente cinco infectólogxs.
“En el año 2016 –cuenta Lucas Fauno– nos reunimos acá en Brandon. Nos habíamos enterado de uno de los primeros faltantes de medicación dentro de la gestión Cambiemos y decidimos encontrarnos y salir a la calle. El 13 de diciembre salimos por primera vez, cortamos parte de la 9 de Julio frente al Ministerio de Salud, para reclamar que el director del área sida nos reciba, porque no nos estaba recibiendo. Entonces acá nace esto, nacen estas acciones, nacen estas preguntas. Luego de ahí devino que se forme el Frente Nacional de la Salud por las Personas con VIH, que es un espacio que articula, que avanza, que acciona.”
En la Argentina tenemos la Ley Nacional de Sida Nº 23.798, sancionada en 1990, según la cual se declara “de interés nacional a la lucha contra el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, entendiéndose por tal a la detección e investigación de sus agentes causales, el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, su prevención, asistencia y rehabilitación, incluyendo la de sus patologías derivadas, como así también las medidas tendientes a evitar su propagación, en primer lugar la educación de la población”. Con el presupuesto votado para 2019, e incluso desde antes, los efectos de esta ley y los compromisos asumidos por el país para alcanzar los objetivos del 90-90-90 están condenados al fracaso. “Supongamos que el recorte presupuestario no afecte a la medicación –se pregunta y nos pregunta Lucas–. ¿Dónde van a ir los recortes?”
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