Alejandro Domínguez Wilson-Smith –así se presenta el presidente de la Conmebol– anunció que tendrán “fútbol en todas partes”. Su frase de esta semana se refiere al producto y acaso al juego, aunque más parece que a lo primero. El dirigente paraguayo habló durante los sorteos de las Copas Libertadores y Sudamericana, que desde 2015 triplicaron sus premios. Enero de 2016 coincidió con el inicio de su mandato y consolidó la tendencia de un negocio muy rentable. La Confederación cuyas cúpulas recaudaban por derechos de TV y coimas en simultáneo, se enriquece a expensas de los clubes y determina las reglas del mercado con mano dura. Un ejemplo fue la mudanza de la final entre Boca y River al estadio del Real Madrid. La ratificación de esa política está en las condiciones que exige a cambio del dinero que distribuye. Aumentó los premios de su principal torneo casi un 50 por ciento entre 2018 y 2019, pero impone normas inequitativas a los participantes, privilegios exclusivos para sus patrocinadores –tienen prioridad para comprar hasta cuatro mil entradas antes que los socios y abonados de cada equipo– y se reserva para sí castigos ejemplares para los incumplidores que no respeten las reglas económico-financieras.

En la punta de la pirámide del fútbol sudamericano está la Conmebol. Vende su Copa más antigua y escandalosa, como la FIFA los mundiales. Sus socios –las empresas que la auspician– comercializan sus marcas en cada partido. A los clubes les quedan unos cuántos dólares, pero siempre deducidos los gastos. A los hinchas la posibilidad de ver a sus equipos mientras no se los mude de cancha o jueguen a puertas cerradas. ¿Quién hace entonces más caja? La pregunta podría responderse con los datos que siguen.

La Conmebol acaba de licitar los derechos de las próximas ediciones de sus principales competencias (2019-2022). Dividió el continente en dos amplias áreas comerciales: Brasil y lo que denomina Latinoamérica hispano parlante. También separó los derechos que otorgó de la Libertadores y la Sudamericana. Por la primera Copa y en territorio brasileño, los adjudicatarios son Globo, Fox Sports, Sport TV y Facebook. En el resto de Sudamérica se repiten las mismas compañías menos Globo, de la poderosa familia Marinho. Los derechos también se fragmentaron por días de transmisión y TV abierta o por cable. Otro tanto ocurrió con el segundo torneo de la Conmebol, entregado en Brasil a la compañía DAZN y en América Hispana a DirectTV.

De esta distribución regional viene la frase de Domínguez Wilson-Smith sobre que “a partir del 2019, todos los sudamericanos tendrán más formas de ver el fútbol. Tendremos fútbol en todas partes”. El proceso de licitación contó con la supervisión de Ernst & Young. Una primera lectura es: Facebook, Fox Sports y DirectTV tienen su casa matriz en Estados Unidos, desde donde se proyectó al mundo el escándalo de los sobornos en la FIFA, aunque con la mira colocada sobre la Conmebol. El presidente de la Confederación Suda- mericana dijo el lunes durante el sorteo: “estamos comprometidos con las buenas costumbres y las reglas claras”. ¿Será por la lección que dejó ese pasado de oprobio?

Gremio, el campeón de la Libertadores en 2017, recibió de premio tres millones de dólares. River, el actual dueño de la Copa, cobrará seis millones. En 2019 la suma volverá a subir un 100 por ciento hasta 12 millones. Por ese trienio habrá un reparto de 21 millones para los ganadores. En 2015 la Conmebol distribuyó 71,19 millones de dólares entre sus dos torneos de clubes más importantes. A partir del año próximo habrá 211 millones incluyendo a la Recopa Sudamericana. Casi unos 140 millones de aumento. Hace un par de años la Conmebol se quedaba con el 10 por ciento de lo que recaudaba, según el ex presidente de un club argentino que trabajó para ella. Hoy no se sabe, ni figura en su último ejercicio. De acuerdo a su balance aprobado en la asamblea ordinaria de marzo pasado, la Confederación presupuestó egresos de 220,5 millones de dólares para 2018. De ellos, 190,3 fueron imputados a la organización de sus torneos.

Además de los ingresos que recibe por derechos televisivos, básicamente de las compañías de EE.UU., la organización que preside Domínguez Wilson-Smith tiene varios sponsors que aumentan su recaudación anual: son Bridgestone, Toyota, Gatorade, Fiat, Qatar Airlines, DHL y Banco Santander, entre otros. El director comercial de clubes de la Confederación, Juan Roa, declaró ayer en un workshop destinado a esos patrocinadores y que organizó junto a FC Diez Media, una empresa que pertenece a la sociedad entre IMG y el Perform Group: “Tenemos sponsors de más de diez años de antigüedad y esta es la primera oportunidad en que se acercan a la entidad”.

Para que sus patrocinadores se sientan cómodos y sin competencia local –los equipos que participan de las Copas por supuesto tienen sus propios auspiciantes– la Conmebol se rige por un reglamento que, en lo referido a la Libertadores, determina en su artículo 195: “El pago de los premios económicos se efectuará siempre y cuando los clubes cumplan con las obligaciones en el Manual Técnico de Derechos Comerciales y Marketing”.

Las empresas que acompañan publicitariamente a la Conmebol también gozan de prerrogativas que no tienen los socios o abonados de los clubes que aportan mes a mes a sus economías. A instituciones como Boca, River, Independiente y Racing o cualquiera de América del Sur, además de que se les prohíbe colocar carteles de compañías que no son sponsors de la Confederación en sus estadios y todo tipo de instalaciones que les son propias, se las obliga a venderles a aquella y sus patrocinadores “hasta 4000 entradas adicionales por partido”. Y además, entregarles hasta 550 que, como máximo, se ceden de manera gratuita en las ubicaciones de mayor categoría en cada estadio.

El reglamento de la entidad que preside el dirigente paraguayo lo dice clarito: “En ningún partido tendrán preferencia, en cuanto a las mejores ubicaciones del estadio, los socios o los abonados del club local sobre los Patrocinadores Oficiales del torneo y la CONMEBOL” (en mayúsculas).

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