Los precios de los bienes y servicios que componen la canasta básica de pobreza subieron 4 por ciento en noviembre frente al mes anterior, al igual que los alimentos de la canasta de indigencia, informó ayer el Indec. Nuevamente, la suba del piso de ingresos necesarios para no caer en la pobreza y la indigencia es superior a la inflación general, que fue del 3,2 por ciento a nivel nacional para ese mes. En los últimos doce meses, la canasta de pobreza subió un 57,3 por ciento y la de indigencia, 54,1. El vertiginoso encarecimiento de bienes y servicios es una vía de erosión de las condiciones de vida de sectores medios y bajos. La pobreza podría terminar este año hasta siete puntos por encima de la marca de finales de 2017. La situación es peor para los niños, niñas y adolescentes.
El Indec informó que la canasta básica de alimentos compuesta por pan, galletitas, arroz, harina, fideos, papa, azúcar, legumbres, frutas, carnes, huevos, leche, aceite, bebidas, sal y yerba, entre otros artículos de consumo básico, subió en noviembre un 4 por ciento, con lo cual acumuló en la comparación interanual un aumento del 54,1 por ciento. Si bien las estimaciones acerca de la evolución de los ingresos son todavía endebles, los últimos datos oficiales, correspondientes a septiembre, dan cuenta del color de la situación: la variación interanual del índice de salarios del Indec en septiembre mostraba un incremento del 23,7 por ciento frente a una suba de la canasta de pobreza del 46 por ciento para el mismo período.
La fuerte suba de las canastas de pobreza e indigencia se explica porque la tracción a la inflación general viene por el lado de los alimentos y bebidas. En noviembre se destacó el incremento mensual del 6 por ciento en el arroz blanco y del 6,7 en fideos secos guiseros. Entre los lácteos, la leche entera subió 7,6, el queso cremoso lo hizo 3,7 y el yogur firme, 21,4. Entre las bebidas, el agua sin gas avanzó un 7,2 y la yerba mate, 3,8 por ciento. La evolución de precios sensibles de la canasta básica en los últimos doce meses es elocuente: el pan francés subió un 80 por ciento y la harina, un 200 por ciento. El arroz blanco lo hizo en un 76 por ciento y el pollo entero, 63 por ciento. El aceite de girasol aumentó un 76 por ciento. La leche en sachet trepó 41 por ciento y el yogur firme, 75 por ciento. La sal fina subió un 67 por ciento y la yerba mate, 70 por ciento.
El organismo oficial calculó que un grupo familiar compuesto por dos adultos y dos menores necesita 10.122 pesos por mes solamente para no ser indigente, es decir, para tener acceso a los alimentos que corresponden a una nutrición mínima. Hace un año, ese número se ubicaba en 6568 pesos. El mismo hogar de cuatro miembros necesita de 25.206 pesos (suponiendo que no paga alquiler) para no ser pobre. Teniendo en cuenta un alquiler de 12 mil pesos, son casi 40 mil pesos de gastos básicos por mes para no ser pobre.
La violenta suba de la canasta de pobreza se explica por los incrementos de los alimentos y bebidas impulsados por la devaluación junto al relajamiento de controles oficiales sobre el sector del consumo masivo. También opera la acción estatal a través de las constantes subas de los servicios públicos, que no cesan ni siquiera ante el actual derrumbe socio-económico. En el caso del transporte, el incremento de ese rubro del índice de precios al consumidor que mide el Indec es del 68,2 por ciento en el último año, por el avance superior al 100 por ciento en el colectivo y subte y de casi el 70 por ciento en los combustibles. También continuaron creciendo este año las boletas de luz y gas muy por encima de la inflación promedio.