Nos resulta inevitable, a la hora abordar las ciencias sociales desde nuestros días, remitirnos a los grandes referentes del pasado. Sin lugar a dudas, la figura y el legado del sociólogo Juan Carlos Portantiero (1934 - 2007) no se escapa a la hora de llevar a cabo esta empresa. Su trayectoria político-intelectual opera como un comodín de la historia del pensamiento argentino y latinoamericano de la segunda mitad del siglo XX. A la vez que nos invita a acceder a una obra que no se desarrolló en soledad. Las polifacéticas etapas de su vida denotan los debates y las reflexiones llevadas a cabo en el campo intelectual del que formó parte.
Trabajó como periodista en Clarín y en la emblemática Prensa Latina, y comenzó su militancia en el Partido Comunista argentino (PCA). Al comienzo, el foco de su atención estuvo en la crítica literaria y, junto a Andrés Rivera, Juan Gelman y Roberto Cossa, formó parte del “frente cultural” del Partido, colaborando en la redacción de los Cuadernos de cultura dirigidos por Héctor Agosti. Agosti, que fue el gran maestro de JCP e introductor de Antonio Gramsci en la Argentina, le transmitió la pasión por el filósofo italiano que mantuvo el resto de su vida.
Las inquietudes de JCP y, de una nueva generación de comunistas, condujeron a la salida de la revista cordobesa Pasado y Presente (1963-1965), dirigida por su amigo entrañable José Aricó. La publicación les valió la expulsión del PCA, y contorneó el perfil de la “nueva izquierda”, para la cual, Gramsci operaba como un prisma ineludible. Sin dejar de lado su faceta académica, completó sus estudios en sociología y se incorporó como docente en la UBA. Mientras que, desde el Instituto Di Tella redactó, junto a Miguel Murmis, Estudios sobre los orígenes del peronismo, abriendo paso así a un segundo capítulo en la interpretación del gran movimiento de masas, y continuando el trabajo seminal de Gino Germani.
JCP se ubicó dentro de las “cátedras marxistas” enfrentadas a las “cátedras nacionales”, de las que formaban parte, entre otros, Roberto Carri y Alcira Argumedo; y la discusión versaba en torno a la interpretación sobre el peronismo. Pero fueron los convulsionados acontecimientos del año 1973 que disiparon las polémicas y aunaron las esperanzas tras las figuras de Cámpora y los Montoneros. La segunda edición de Pasado y Presente (1973-1974) fue una clara expresión de ese “momento de ofensiva”, cuando el influjo del Cordobazo estaba a la vuelta de la esquina.
La creciente represión arrastró a JCP a recluirse en el ámbito académico. Fue entonces que, junto a su amigo Emilio De Ípola, pasaron a trabajar a la FLACSO, primero en Argentina y luego en México, tras la dictadura de 1976. El país azteca constituyó un laboratorio ideal para la intelectualidad latinoamericana exiliada, donde conformaron una reflexión continental sobre la derrota, a la vez que dio luz a otra de sus obras más importantes: Los usos de Gramsci.
México marcó el comienzo de un largo camino teórico y político de la “revolución” a la “democracia”, que operaba como una guía que separaba a la vida por sobre la muerte. Tras su regreso a la Argentina, JCP manifestó su compromiso democrático no sólo en el plano teórico (a través de su reincorporación a la UBA y al CONICET), sino que también fue consejero del mismísimo presidente Raúl Alfonsín desde el Grupo Esmeralda. Detrás del recuerdo del discurso de Parque Norte, están las plumas de Portantiero y De Ípola.
Los últimos años de su vida lo encontraron en la gestión universitaria, al frente del decanato de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA por dos períodos consecutivos. A la vez que, desde el Club de Cultura Socialista, acentuó su postura teórica de “liberal de izquierda”.
El derrotero intelectual de Portantiero recorre gran parte de los debates contemporáneos y representa un clásico al cual no podemos dejar de atender.
Nos resulta inevitable, a la hora abordar las ciencias sociales desde nuestros días, remitirnos a los grandes referentes del pasado. Sin lugar a dudas, la figura y el legado del sociólogo Juan Carlos Portantiero (1934 - 2007) no se escapa a la hora de llevar a cabo esta empresa. Su trayectoria político-intelectual opera como un comodín de la historia del pensamiento argentino y latinoamericano de la segunda mitad del siglo XX. A la vez que nos invita a acceder a una obra que no se desarrolló en soledad. Las polifacéticas etapas de su vida denotan los debates y las reflexiones llevadas a cabo en el campo intelectual del que formó parte.
Trabajó como periodista en Clarín y en la emblemática Prensa Latina, y comenzó su militancia en el Partido Comunista argentino (PCA). Al comienzo, el foco de su atención estuvo en la crítica literaria y, junto a Andrés Rivera, Juan Gelman y Roberto Cossa, formó parte del “frente cultural” del Partido, colaborando en la redacción de los Cuadernos de cultura dirigidos por Héctor Agosti. Agosti, que fue el gran maestro de JCP e introductor de Antonio Gramsci en la Argentina, le transmitió la pasión por el filósofo italiano que mantuvo el resto de su vida.
Las inquietudes de JCP y, de una nueva generación de comunistas, condujeron a la salida de la revista cordobesa Pasado y Presente (1963-1965), dirigida por su amigo entrañable José Aricó. La publicación les valió la expulsión del PCA, y contorneó el perfil de la “nueva izquierda”, para la cual, Gramsci operaba como un prisma ineludible. Sin dejar de lado su faceta académica, completó sus estudios en sociología y se incorporó como docente en la UBA. Mientras que, desde el Instituto Di Tella redactó, junto a Miguel Murmis, Estudios sobre los orígenes del peronismo, abriendo paso así a un segundo capítulo en la interpretación del gran movimiento de masas, y continuando el trabajo seminal de Gino Germani.
JCP se ubicó dentro de las “cátedras marxistas” enfrentadas a las “cátedras nacionales”, de las que formaban parte, entre otros, Roberto Carri y Alcira Argumedo; y la discusión versaba en torno a la interpretación sobre el peronismo. Pero fueron los convulsionados acontecimientos del año 1973 que disiparon las polémicas y aunaron las esperanzas tras las figuras de Cámpora y los Montoneros. La segunda edición de Pasado y Presente (1973-1974) fue una clara expresión de ese “momento de ofensiva”, cuando el influjo del Cordobazo estaba a la vuelta de la esquina.
La creciente represión arrastró a JCP a recluirse en el ámbito académico. Fue entonces que, junto a su amigo Emilio De Ípola, pasaron a trabajar a la FLACSO, primero en Argentina y luego en México, tras la dictadura de 1976. El país azteca constituyó un laboratorio ideal para la intelectualidad latinoamericana exiliada, donde conformaron una reflexión continental sobre la derrota, a la vez que dio luz a otra de sus obras más importantes: Los usos de Gramsci.
México marcó el comienzo de un largo camino teórico y político de la “revolución” a la “democracia”, que operaba como una guía que separaba a la vida por sobre la muerte. Tras su regreso a la Argentina, JCP manifestó su compromiso democrático no sólo en el plano teórico (a través de su reincorporación a la UBA y al CONICET), sino que también fue consejero del mismísimo presidente Raúl Alfonsín desde el Grupo Esmeralda. Detrás del recuerdo del discurso de Parque Norte, están las plumas de Portantiero y De Ípola.
Los últimos años de su vida lo encontraron en la gestión universitaria, al frente del decanato de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA por dos períodos consecutivos. A la vez que, desde el Club de Cultura Socialista, acentuó su postura teórica de “liberal de izquierda”.
El derrotero intelectual de Portantiero recorre gran parte de los debates contemporáneos y representa un clásico al cual no podemos dejar de atender.
Fabrizio Sanguinetti: Politólogo (UBA) - Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe