“Es un nuevo festival, vamos a tener que mirarlo con nuevos ojos. No es una edición más. Si bien toma lo mejor de las ediciones pasadas apostamos a renovarlo, a que la ciudad de Buenos Aires tenga un festival de verano, como sucede en Avignon y en Edimburgo, que se expande, que recorre la ciudad, que gana el espacio público y se encuentra con nuevos espectadores”, aseguró Federico Irazábal, director artístico del FIBA, en la presentación a la prensa del mayor encuentro de artes escénicas del país. Por primera vez en su historia, el encuentro, uno de los más destacados de América junto al de Santiago de Chile y al de Bogotá, se desarrollará en pleno verano porteño, del 23 de enero al 3 de febrero, ya no en octubre como era tradición. Esta será la segunda edición en la que Irazábal –crítico, docente e investigador teatral– estará al frente del FIBA.
El ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, subrayó junto a Irazábal la intención de que el FIBA sea el gran festival de verano de la ciudad. Ambos hicieron hincapié en dos puntos centrales: la expansión del festival al espacio público, en plazas, parques, calles, puentes, terrazas, pero también locales comerciales, medios de transporte, edificios y departamentos, potenciando el acceso de formatos artísticos a nuevos públicos.
La escena internacional no faltará. Esta vez no habrá tantas obras extranjeras como otros años pero las que están programadas son más que interesantes. Llegarán nueve creaciones de diversos calibres. La apertura, el 23 de enero en el anfiteatro del Parque Centenario, será con The New Collossus, dirigida por el actor y director norteamericano Tim Robbins y su grupo The Actor’s Gang Ensemble. “Un grupo de doce refugiados que narran las historias de sus antepasados inmigrantes, doce idiomas distintos para hablar del tema del otro y del dolor”, adelantó Irazábal. Para el cierre, el 3 de febrero en la sala Martín Coronado, la argentina Lola Arias presentará Atlas del comunismo, que dio a conocer en la sala Gorki de Berlín, con un elenco de actores de entre 10 y 86 años que dan cuenta de la problemática de la República Democrática Alemana. En el medio se podrá ver, entre otras propuestas, A reason to talk, de la artista de origen iraní Sachli Gholamalizad; una gran producción italiana titulada Macbettu, actuada en lengua sarda y con un elenco integrado solo por hombres, siguiendo la tradición isabelina; y dos piezas de danza. Una a cargo de Daniel Abreu (uno de los grandes coreógrafos españoles) y otra interpretada por Cristiana Morganti, bailarina de la compañía de Pina Baush que, a modo de conferencia performática, se zambullará en el mundo creativo de la mítica artista alemana.
Las obras nacionales tendrán una presencia mucho más fuerte que en la edición anterior: habrá casi 80 obras de artistas locales en las distintas secciones, no sólo creadas en esta ciudad, también provenientes de Santa Fe, Córdoba, Salta, Chubut y provincia de Buenos Aires. A los diecinueve trabajos seleccionados en la convocatoria, se agregan coproducciones, creaciones surgidas en el marco del programa Arte en Barrios (como Derechos torcidos, dirigida por Carlos Gianni y actuada por chicos y chicas de la Villa 21-24), la presencia del festival Ciudanza que desplegará creaciones contemporáneas y otras que se cruzan con el folclore y el tango en Parque Chacabuco, Parque Centenario y el nuevo parque recuperado en la esquina de Perón y Gallo.
Una de las novedades de la sección nacional es el Maratón Abasto: dos jornadas intensivas en las que las salas, espacios culturales, calles y comercios del barrio -que es emblema del teatro independiente porteño- abren sus puertas para ofrecer en forma gratuita una programación multidisciplinaria. “Queremos que el festival potencie el teatro independiente. En este sentido se enmarca esta movida en Abasto y también el cambio de las fechas del festival. En octubre, el FIBA atraía mucho público produciendo una baja en la venta de muchos teatros, además de interrumpir las programaciones anuales de las salas que eran sede del festival. Esto ya no va a pasar. Es más, muchas obras internacionales se van a realizar en teatros independientes porteños”, explicó Irazábal. Como otra forma de impulsar la producción local, la próxima edición pone más fuerzas en la sección El mercado. Programadores de festivales extranjeros, centros culturales y salas de otros países vendrán a ver el teatro argentino ya no durante una sola semana, sino durante todo el festival. En 2017 vinieron 60 especialistas y para la próxima edición ya están confirmados 115 curadores.
El Centro Cultural Recoleta, el Cultural San Martín, el Rojas, el INT y Proteatro sumarán producciones de este año. El Premio de Nueva Dramaturgia Germán Rozenmacher, una segunda edición de Foro Nacional de Jóvenes organizado por la Bienal de Arte Joven, talleres especiales, la posibilidad de presenciar desmontajes de obras, presentaciones de libros, charlas con artistas y proyecciones de películas se suman al abanico de actividades. Radicalizar la salida a la calle del teatro en diversos formatos, atraer nuevos espectadores y que éstos asuman un mayor protagonismo convivirán durante los 12 días de festival con las propuestas de sala. La apuesta parecer ser expander las fronteras del teatro, que se haga más visible y accesible para grandes y chicos en un momento del año en que las presiones cotidianas disminuyen. El escenario cerrado seguirá atrayendo pero el desafío es qué pasará en los espacios públicos donde la gente circula.
Las entradas, con valores de 120 a 280 pesos, estarán a la venta desde el 15 de enero en forma online (buenosaires.gob.ar/festivales) y, por primera vez, a través de Alternativa teatral. También en forma personal desde el 23 de enero en la Casa de la Cultura, el Teatro San Martín, El Cubo, el Centro Cultural Recoleta, y el 25 de Mayo.