La explosión de cada resultado que consigue Juan Martín Del Potro en el circuito suele opacar todo lo que ocurre en el ámbito argentino. El embajador del tenis nacional, que esta semana volvió a entrenarse en una cancha dos meses después de la fractura de su rótula derecha, fue el más destacado del año pero no el único.
Aquella lesión en Shanghai que lo obligó a finalizar el año de forma prematura no tapó sus logros: el tandilense fue campeón en Acapulco, conquistó su primer Masters 1000 en Indian Wells tras una final antológica contra Federer y alcanzó su mejor ranking histórico: en agosto se convirtió en el número tres del mundo. La mira está puesta en una recuperación ciento por ciento de cara a 2019.
Diego Schwartzman, por otro lado, volvió a confirmar un crecimiento exponencial para demostrar que puede codearse con los mejores. En 2017 había terminado en el puesto 26 del ranking; este año ganó el título más importante de su carrera en Río, bordeó el top ten –fue 11° en junio–, llegó a octavos en Australia, luchó con Nadal en cuartos de Roland Garros y finalizó como 17 del mundo. Una progresión asombrosa para asentarse en una zona de vanguardia antes del gran salto.
El gran desempeño de Schwartzman también se reflejó en la Copa Davis y acompañó el rotundo cambio de rumbo en la Asociación Argentina de Tenis. El Peque fue la figura de la Argentina en el triunfo ante Chile en abril, en San Juan, días antes de las elecciones presidenciales que arrojarían la victoria del cordobés Agustín Calleri sobre José Luis Clerc. La renovación en el mando trajo modificaciones radicales.
Pese a haber sido ratificado en su cargo por el propio Calleri luego de su asunción, Daniel Orsanic fue desplazado como capitán de Copa Davis luego de su salida como director de Desarrollo de la institución. Para la nueva administración, formada mayoritariamente por ex jugadores de La Legión, la doble función no era una opción factible. Franco Squillari se hizo cargo de las bases y la capitanía quedó en manos de tres históricos: Gastón Gaudio, Guillermo Coria y Guillermo Cañas debutaron en la victoria ante Colombia que tuvo también a Schwartzman como líder del equipo. Argentina debió jugar aquella serie por el ascenso al Grupo Mundial, pero el cambio de formato de la Davis que impulsaron la Federación Internacional y el Grupo Kosmos de Gerard Piqué generó una reforma sustancial.
Argentina no sólo disputó la eliminatoria con el ascenso ya consumado, sino que días después recibió una invitación especial para jugar la reestructurada final de fines de 2019. El campeón de 2016 será uno de los 18 equipos animadores de la primera edición, que será en la Caja Mágica de Madrid del 18 al 24 de noviembre.
Pero la histórica participación en la final por la ensaladera no es el único logro argentino con vistas al año próximo. El Board de la ATP aprobó que la ciudad de Córdoba tuviera su propio torneo desde 2019, en reemplazo de la fecha que tenía el desaparecido certamen de Quito. El segundo ATP de la Argentina se jugará del 4 al 10 de febrero –una semana antes que Buenos Aires– en el complejo del estadio Mario Alberto Kempes y contará con siete canchas de polvo de ladrillo.
Al margen de la vuelta de Del Potro a los puestos dorados del tour, el rubro de grandes regresos del año también tuvo como protagonista a una mujer. Aquella rotura en el filocartílago del ligamento triangular de la muñeca izquierda que la hizo pasar por el quirófano ya quedó totalmente enterrada: Paula Ormaechea inició el año en el puesto 650 del ranking WTA y lo termina en el 235. El título de julio en el 25K de Baja, Hungría, fue la catapulta perfecta para iniciar el renacimiento que la llevó a finalizar como la número uno de Argentina. “Termino muy contenta porque pude competir mucho y hacerlo en un buen nivel. Volver a medirme contra buenas jugadoras era lo que más deseaba. Hace ocho meses estaba más para dejar que para seguir”, analizó la sunchalense en diálogo con PáginaI12.
El premio mayor, sin embargo, llegará en enero: el ascenso de más de 400 puestos en el ranking la ubicó como primera alternante en la lista de la clasificación del Abierto de Australia y prácticamente está adentro. La última argentina que integró el top 100 –fue 59° en 2013– será también la primera en jugar un Grand Slam desde que lo hiciera Nadia Podoroska en Wimbledon 2017. “Hoy me encuentro sacando la visa para jugar la qualy de Australia; esto es un renacer, estoy emocionada”, sentenció.
La vuelta de Ormaechea será tan importante como necesaria para el tenis femenino argentino, bastante golpeado en los últimos años: tiene todo para regresar al grupo del que nunca debió salir y empezar a contagiar a las más chicas, un camino que también retomó la propia AAT con un refuerzo de lujo como Gabriela Sabatini y con su contemporánea Mercedes Paz como nueva capitana de la Fed Cup.
Buenos Aires 2018, los Juegos Olímpicos de la Juventud que expandieron el espíritu deportivo durante un mes entero, también cumplieron con su parte en el tenis. Facundo Díaz Acosta se colgó la medalla de plata en singles y la de oro en dobles junto con su compañero Sebastián Báez, quien venía de alcanzar el número uno del mundo junior en marzo. El año consagratorio de los dos juveniles se sumó a la constancia de Gustavo Fernández, cada día más gigante en el circuito de tenis adaptado: ganó cinco títulos y fue finalista en Roland Garros y Wimbledon para terminar como número 3 del ranking –en 2017 fue el líder–. Sin dudas, se va un año lleno de emociones y varios flancos fructíferos para el tenis argentino. El futuro es promisorio.