Los plaguicidas detectados en las aguas de la cuenca del Paraná –el río y sus afluentes- superan los niveles recomendados para la protección de la flora y fauna acuáticas, concluyó un estudio realizado por investigadores argentinos y publicado por una revista especializada.
El estudio, llevado a cabo por científicos del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIMA), implicó un relevamiento sobre la concentración de los distintos plaguicidas que se encuentran sobre la superficie y los sedimentos de la cuenca hídrica. Con ese fin, entre 2010 y 2012 se tomaron muestras del agua y los sedimentos en 22 lugares donde los afluentes vuelcan sus aguas al Paraná, desde Formosa y Chaco hasta la provincia de Buenos Aires.
Las conclusiones, publicadas en la revista "Enviromental Monitoring and Assessment", informan que se detectaron entre 0,004 y 6,62 microgramos de plaguicidas por litro de agua y entre 0,16 y 221,3 microgramos de plaguicidas por kilo de los sedimentos.
"En referencia al agua, encontramos niveles superiores a los niveles guías que recomiendan documentos internacionales y a los de la Subsecretarí¬a de Recursos Hí¬dricos de la Nación", describió Damián Marino, uno de los científicos a cargo del estudio.
La contaminación más importante que encontraron los investigadores fue la de endosulfán –cuyo uso está prohibido-, cipermetrina –muy tóxica para peces y abejas- y clorpirifos, cuyo uso doméstico está prohibido en los Estados Unidos por su alto nivel de toxicidad. “En cada caso, la presencia es superior a la recomendada para la seguridad de la vida acuática. Estos plaguicidas presentan una mayor afinidad por los sedimentos", señala el trabajo.
Esta investigación es la segunda parte de un relevamiento que el mismo grupo de CIMA había realizado buscando la presencia de glifosato y su metabolito en esos cursos de agua. "Lo que encontramos es que mientras la concentración de glifosato aumentaba desde la cuenca de Santa Fe hacia la desembocadura, en el caso de los plaguicidas no hay un patrón especial, sino que están por todos lados", describió Marino.
Según el documento, "la utilización de pesticidas en la región se incrementó un 900% en las dos últimas décadas, de la mano de la adopción de paquetes de cultivos biotecnológicos".
En cuanto al impacto de la contaminación, Marino advirtió que lo que “está sucediendo es que la flora y la fauna tienen una exposición crónica a esos tóxicos, lo que puede producir alteraciones en el desarrollo, crecimiento y, en definitiva, en la biodiversidad del medio".