Las doce candidatas a palabra del año, una elección que empezó en 2013, suelen ser pasto para la polémica. La arbitrariedad de cualquier listado siembra apoyos parciales y cosecha enconos de alta intensidad. “Descarbonizar”, “micromachismo”, “VAR”, “arancel”, “nacionalpopulismo”, “microplásticos”, “hibridar”, “procrastinar”, “mena”, “los nadie”, “dataísmo” y “sobreturismo” son las finalistas. De acá saldrá la palabra del 2018 de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), institución promovida por la agencia de noticias EFE y el banco BBVA, que elegirá el próximo 29 diciembre la palabra que sucederá a “aporofobia”, la más votada el año pasado, un término que significa miedo a los pobres y que ha sido acuñado por la filósofa española Adela Cortina en varios artículos periodísticos y en libros en los que advierte sobre el hecho de que se suele llamar “xenofobia” o “racismo” al rechazo a inmigrantes o refugiados, cuando en realidad esa aversión no se produce por su condición de extranjeros, sino porque son pobres. 

Cada lectora o lector podrá apuntar cuáles son las palabras que brillan por su ausencia, como si lo paradójicamente constitutivo de todo listado fuera lo excluido más que lo incluido. Como si lo que no se nombra se volviera más visible. Quizá podría haber un núcleo fuerte de coincidencias en torno a dos palabras que faltan: “sororidad” –hermandad y solidaridad entre las mujeres– y “machirulo”, dos términos que no están reconocidos en el diccionario de la Real Academia Española (RAE). De hecho, la escritora y académica Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947) anunció en junio pasado que propuso a sus colegas de la RAE que incluyeran “machirulo” en el diccionario, una palabra que para ella implica “un hombre que, pese a querer ser dominante, no acaba de serlo”; un término que está impregnado “de cierto tono irónico, pero no del todo despreciativo”. Conviene recordar que fue la senadora y ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner la que potenció la palabra cuando el 28 de mayo cuestionó en su cuenta de Twitter al presidente Mauricio Macri: “Tratar de loca a una mujer. Típico de machirulo”. 

La primera palabra elegida fue “escrache” (2013); luego siguieron “selfi” (2014), “refugiado” (2015) y “populismo” (2016). Antes de la elección definitiva, la próxima semana, la Fundéu suele fundamentar los requisitos que deben cumplir las palabras finalistas. Por un lado, que sean términos que hayan estado, en mayor o menor medida, presentes en el debate social y en los medios de comunicación. Otro requisito es que por su formación, significado o dudas de uso, ofrezcan interés desde el punto de visto lingüístico y hayan sido, por tanto, objeto a lo largo del año de alguna de las recomendaciones que publica diariamente la Fundéu. También se pretende que las elegidas sean de uso general en todo el ámbito hispanohablante y no solo en algunas zonas concretas. Cada palabra indómita, pinchuda y molesta –antiquísima o recientísima– transforma la lengua y la manera de mirar el mundo.