La hilandería Tipoití, de la provincia de Corrientes, cerrará sus puertas a partir de mañana y hasta el 4 de febrero del año próximo, dejando en suspenso hasta la última semana de enero la definición del futuro del establecimiento y de los 750 empleos de la empresa. Durante el período de suspensión de actividades, los trabajadores percibirán el 70 por ciento del salario y cobrarán el aguinaldo, según aseguraron las autoridades de la empresa a la comisión gremial interna. La firma tiene 70 años en la actividad, es una de las principales en su rubro y es la primera vez, en su trayectoria, que debe cesar las tareas por imposición de una crisis que afecta la producción y las ventas. 

“En la última semana de enero nos reuniremos nuevamente con los empresarios para ver cómo seguimos, pero tenemos mucha incertidumbre y temor”, contó Gustavo Bravo, secretario general de la comisión interna. “Nuestro objetivo principal es que no haya despidos; nos dieron su palabra, pero volveremos a reunirnos a fines de enero”. Confirmó, además, que “es la primera vez en la historia que la planta se paraliza totalmente, nunca había pasado desde su inauguración hace 70 años”.

Con respecto al contexto económico general, el dirigente gremial apuntó que el estado que alcanzó Tipoití “se debe a una mala política del gobierno nacional que, con las importaciones indiscriminadas, perjudica a la industria nacional”. “Hay poco consumo, y nosotros no producimos artículos de primera necesidad”, agregó. 

Tipoití es, junto a TN Platex, una de las dos hilanderías absolutamente dominantes en el mercado interno. Produce prácticamente toda la gama de hilados de algodón para el mercado interno, para cualquier tipo de tejido, desde tapicería a prendas de vestir, pasando por ropa técnica (guardapolvos especiales) y ropa blanca de cama. De propiedad de la familia Seferian, Tipoití se encuentra además muy ligada a la fundación del Club Atlético Mandiyú (palabra que en guaraní significa “algodón”), al cual en los 90 intentó infructuosamente convertir en sociedad anónima. 

Según empresarios del propio sector, Tipoití está equipada con la maquinaria más moderna, lo cual la ubica a la vanguardia en calidad de producto. Pero ni aun así pudo evitar que la fuerte depresión del mercado interno y el elevado costo del financiamiento actuaran como una tenaza sobre sus cuentas. La firma de los Seferían intentó evitar presentarse en convocatoria, pero finalmente debió seguir el camino de un procedimiento preventivo de crisis en octubre, del cual informó a la Asociación Obrera Textil y al gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés. Juan Pablo Seferian, en representación de la empresa, admitió que las fuentes de trabajo estaban en riesgo si no se lograba sortear la situación. 

En esa oportunidad, se adoptaron medidas de flexibilización laboral, aceptadas por los trabajadores, por las cuales se dispuso la reducción de la jornada laboral y de los sueldos, a cambio del compromiso de mantener los puestos de trabajo. La medida empezó a regir en ese mes de octubre. La empresa se comprometió a abonar el 70 por ciento de los salarios a los trabajadores, que además empezaron a recibir recursos oficiales (mediante el Programa de Recuperación Productiva, Repro) en cuatro cuotas mensuales de 4000 pesos, retroactivas a partir de agosto.

Ya en ese momento, se había tomado la decisión de programar el cese total de actividades en diciembre, a la espera de una redefinición de las condiciones, para poder continuar en actividad en 2019. El mensaje para el sector es alarmante: si Tipoití, con las espaldas que tiene, no es viable, ¿entonces qué le queda al resto?

El sector de hilados prácticamente no tiene competencia directa de la importación, pero sí indirecta y muy fuerte. Los tejidos de origen extranjero han inundado un mercado que de por sí se ha reducido por menor capacidad adquisitiva de los consumidores. Y a menor precio, que no necesariamente es por mayor eficiencia de los industriales extranjeros. De hecho, el geométrico incremento de las tarifas de energía y el costo financiero que pagan los fabricantes locales no pueden ser atribuido a su “falta de competitividad” sino a las políticas implementadas por el gobierno en el contexto del programa de ajuste acordado con el FMI. Y que todavía estará vigente durante todo el año 2019.