“Fue un año positivo... A costa de mucho dolor, pero vamos mejor”, dijo Yael Bendel, asesora general tutelar del Ministerio Público Tutelar de la Ciudad.
–¿Cuáles son las primeras conclusiones después del encuentro del miércoles? (N de R: mujeres de distintos estamentos del Poder Judicial se reunieron para empezar a ver de qué manera la Justicia se aggiornaba y acompañaba los cambios que están produciendo en la sociedad).
–Estamos muy entusiasmadas con eso. Puede parecer poco, pero creo que dimos un gran paso adelante. Lo fundamental fue habernos reunido y haber visto nosotras, y poder mostrarle a la sociedad, que no todos somos como los jueces del caso de Lucía Pérez.
–¿Cuál fue el paso adelante?
–Reunirnos y vernos las caras nos permite conocernos, relacionarnos personalmente y poder pensar juntos. La comunicación personal, a mi juicio, realmente cambia la forma en que trabajamos los que estamos en la Justicia.
–¿En qué cambia?
–Por ejemplo, en este momento puede darse el caso de una mujer que interponga una denuncia de abuso contra el padre de su hijo, del que está separada. Eso se tramita en el fuero penal y hay un juez penal que lleva la causa. Por otro lado, ese señor presenta una demanda para que se fije un régimen de comunicación (lo que antes se llamaba régimen de visita), que se trata en el fuero civil y, evidentemente, con otro juez. Entonces, lo que necesitamos es que se haga habitual que los distintos estamentos de justicia trabajemos juntos y no que nos limitemos a leer un expediente. Si el que lleva la causa civil no se queda con un papel que dice que se está investigando y habla con el juez penal, puede tomar una decisión mejor fundada. No es lo mismo decir, por ejemplo, “no hay pruebas de abuso, entonces se fija este régimen”, que si hablan entre ellos y aparece que todavía no hay un dictamen pero están por hacer una cámara Gesell. Entonces puede fijarse que hasta tanto se defina la causa penal, las visitas sean bajo supervisión. Tenemos que terminar con la segmentación de la Justicia.
–El planteo es, entonces, que haya un trabajo conjunto de todos los actores judiciales.
–Claro. Hay que entender de una vez por todas que trabajamos con personas y no con expedientes. Por eso empezamos a armar un protocolo para hacer un abordaje integral de la violencia de género y la protección a la infancia. La burocracia está muy bien (es imprescindible) en cuestiones administrativas, porque permite un buen funcionamiento y resguarda la transparencia. Pero en otros aspectos del trabajo judicial, es nefasta. La gente quiere respuestas inmediatas y adecuadas. Y ahora las respuestas de la Justicia no alcanzan.
–¿Por qué?
–En parte, justamente, por esta forma de trabajar, con nulo o escaso contacto personal. Por otro lado, porque hay que actualizar las leyes. No alcanza con darle un botón antipánico a la mujer o una perimetral si no hay un abordaje más integral.
–¿Cómo sería?
–Hubo muchos casos de mujeres víctimas de violencia que tenían un montón de medidas de protección y una semana después de la última denuncia volvían con el agresor. No era que les gustaba ser violentadas, es que necesitaban de ese hombre para darles de comer a sus hijos. Cuando no hay un colectivo atrás como el de Actrices Argentinas, la mujer que denuncia queda sola. Entonces, el cambio en la Justicia debe acompañar los cambios sociales.
–Más allá de este diagnóstico que hacen del estado de la Justicia, es evidente que algo cambió y eso habilita a que se hagan más denuncias.
–Hace años que venimos hablando de la invisibilización de abusos y maltratos en la infancia. Ahora se están conociendo un montón de casos y hay mucha gente que se pregunta cómo puede haber tantos. Lo que pasa es que de eso no se hablaba. Pero veamos un dato importante: un altísimo porcentaje de las víctimas por las se moviliza el Ni Una Menos eran niñas o adolescentes. Y no es un dato menor.
–¿Por qué es importante?
–En infancia no hay que probar la vulnerabilidad de la víctima, se da de hecho. Estadísticamente, de 0 a 5 años es pareja la proporción de víctimas varones y mujeres. A medida que sube la edad, baja la cantidad de víctimas varones y son cada vez más las mujeres.
–¿Y por qué dice que están invisibilizados?
–Porque la mayor parte de los abusos son intrafamiliares, entonces es difícil que se denuncien, sólo ocurre en pocos casos si los comparamos con el total.
–¿Los chicos son los más vulnerables?
–En realidad no, hay otro grupo cuyos derechos son menos respetados todavía En general, los chicos tienen muchas dificultades para que los escuchen cuando denuncian. En el caso de los usuarios de servicios de salud mental, ni siquiera eso. Otros denuncian por ellos. Y es dificilísimo hacer que se respeten sus derechos. El tema de escuchar y respetar es uno de los más complicados en estos casos.
–¿Cuáles son los próximos pasos?
–Quedamos en un segundo encuentro, para el 8 de marzo, un día con mucho peso para las mujeres. Se convocará a más interesadas y también a interesados. Muchos hombres nos dijeron que querían participar de estos encuentros. Serán bienvenidos.