Nada de importante que haya ocurrido este año en Brasil puede ser explicado sin hacer referencia a Lula. De esperanza para muchos, de pánico para otros. Nunca el destino de un país estuvo tan intrínsecamente vinculado al destino de  una persona.

El año empezó en medio de las Caravanas de Lula. Empezadas en agosto del 2017 con la Caravana del Nordeste, tuvieron continuidad con la Caravana de Minas Gerais, después con la Caravana de Espíritu Santo y de Río de Janeiro, para concluir, victoriosamente, con la Caravana del Sur, que terminó con la gran concentración en Curitiba (Bolsonaro dijo que haría una mas grande el día siguiente, en el mismo lugar, pero no pudo sumar ni a diez personas y entonces al final no hizo nada.)

Eran tiempos de esperanzas renovadas de que Brasil podría volver a sonreír y a ser feliz. Lula aparecía como el candidato ampliamente favorito para ganar las elecciones en primera vuelta y volver a ser presidente. Apenas terminada la Caravana del Sur, vino el rechazo al hábeas corpus para Lula del Supremo Tribunal Federal y, en forma totalmente sincronizada, la orden de detención de Lula. 

Después de haber estado con Lula en la concentración de Curitiba, nos reencontramos en el Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, discutiendo qué debía hacer Lula. Empezó así el segundo período del año, con la presentación de Lula y su detención en la sede de la Policía Federal en Curitiba. 

Lula seguía siendo candidato, cada vez más favorito para ganar en primera vuelta. Recibía las visitas de dirigentes y personalidades de Brasil y de varias partes del mundo. Los medios quedaban pendientes de los mensajes que Lula mandaba a través de quienes que lo visitaban. Era el gran personaje político del país. Cuando se prohibió su candidatura, una vez más de forma arbitraria, Lula lanzó la candidatura de Haddad para que lo substituya y cumpla con el programa que le había encomendado.  Haddad empezó la campaña empuñando un libro en una mano, una libreta de seguridad social en la otra, como expresiones simbólicas de un programa que prioriza las cuestiones sociales. Haddad fue creciendo en las encuestas, circulando por todo el país, con la trasferencia de los apoyos de Lula hacia él.

En la semana en que Haddad superaba a Bolsonaro en las encuestas vino la brutal ofensiva de la extrema derecha, que cambió definitivamente el resultado electoral, combinando cientos de noticias falsas con su difusión por intermedio de miles de robots, todo ello financiado por grandes empresarios. En pocos días se ha revirtió la situación, proyectando, por primera vez, la terrible idea de que un tipo como Bolsonaro pudiera ser electo presidente de Brasil.

Todos se preguntaban por qué la elite brasileña, por mas derechista que fuera, se entregaba a un tipo tan tosco, tan imprevisible, tan extremista de derecha, que da vergüenza en cualquier lugar del mundo. Imposible entender el fenómeno Bolsonaro sin referirlo a Lula y al fantasma que él representa para la elite brasileña. El miedo al retorno de Lula o de quien lo representara, con su programa y su presencia determinante, de dondequiera que sea, en un nuevo gobierno.

Entonces, ni candidatura, ni siquiera entrevistas de Lula. Su presencia, por ser tan fuerte en la cabeza del pueblo, tenía que ser prohibida, impedida, bloqueada. Combinando la mas brutal campaña de acusaciones sin fundamento en contra de alguien la historia de Brasil, con la prohibición de que su imagen circulara por todo el país, con la campaña sórdida de  mentiras, de calumnias, de comportamientos antidemocráticos, de parte del único candidato que le había quedado a la derecha para mantenerse en el gobierno. El haber apelado a alguien tan incompetente como Michel Temer, se puede comprender por el mismo mecanismo: cualquiera menos Lula, o el PT, o quien represente a Lula.

El 2018 termina y la presencia de Lula sigue siendo determinante. El anuncio esta semana de la posibilidad de que Lula pudiera ser liberado causó pánico en las elites y en sus representantes. Un militar, jefe del Ejercito, ya había declarado que la libertad de Lula haría que el proceso quede “fuera de control” (del control de los militares). Lula libre genera pánico.

El año termina y la presencia do Lula sigue siendo gravitante. En el mismo día en que se anunció la posibilidad de que Lula sea liberado, una reunión de los altos mandos de las Fuerzas Armadas, supuestamente para discutir las consecuencias de la liberación de Lula, en verdad se utilizó para presionar al presidente del STF para que, de nuevo, de manera absolutamente ilegal anulara la decisión judicial que hubiera podido habilitar la libertad de Lula. La primera reunión de Bolsonaro con sus ministros se suspendió, simplemente, cuando les llego la noticia de que Lula podría salir libre ese mismo día.

Bolsonaro, Moro y toda la derecha se mueren de miedo, de pánico de Lula. Saben que Lula sigue siendo el único gran líder nacional, con apoyo popular y con capacidad para sacar a Brasil de su mas profunda crisis. Lula termina el 2018 y empieza el 2019 como la gran referencia para todos, de esperanza para unos, de pánico para otros. El personaje que da sentido a todo lo que ocurre en el país, el personaje del año en 2018. La gran interrogante del 2019 es hasta cuándo van lograr a mantenerlo preso y que pasará cuando quede libre.