José Pedraza entró en la muerte recordado como un criminal. El ex secretario general de la Unión Ferroviaria, que había sido condenado por el asesinato de Mariano Ferreyra, murió a los 75 años en una clínica, mientras cumplía prisión domiciliaria por el homicidio del militante de izquierda durante una protesta de trabajadores tercerizados. Como ya señaló el periodista Mario Wainfeld en este diario, la palabra que describe la trayectoria de la vida de Pedraza es la de la degradación. Pasó de ser un sindicalista combativo durante la última dictadura a ser un entreguista en los 90 y, finalmente, a orquestar un ataque a los tercerizados de su gremio, que culminó con la muerte de un joven militante. El lugar al que lo fueron a detener lo dice todo: una vivienda de lujo en Puerto Madero.
Los tristes datos de la crónica dicen que Pedraza murió a los 75 años el sábado por la noche, que estaba internado en la clínica Agote, que cumplía prisión domiciliaria luego de ser condenado en 2013 por el asesinato de Ferreyra.
La muerte de Pedraza fue confirmada por el secretario general de la sección oeste de la Unión Ferroviaria, Rubén “Pollo” Sobrero. “Falleció José Pedraza. Lo recordaremos no por cosa buenas, solo por el daño que hizo con las privatizaciones y despidos por miles en el 90 y por el asesinato de Mariano Ferreyra”, resaltó.
Hace ocho años que Mariano Ferreyra fue asesinado por una patota de ferroviarios. El joven militante del Partido Obrero acompañaba la marcha de trabajadores tercerizados que decidieron ocupar las vías del Ferrocarril Roca, a la altura de la estación Avellaneda. La protesta había sido convocada para reclamar el pase a planta permanente de 1500 empleados y la reincorporación de algunos despedidos. Pero la patota de la Unión Ferroviaria, reclutada en talleres de ferrocarriles y en Constitución, atacó a los manifestantes, que fueron agredidos a balazos mientras se desconcentraban.
El militante del PO fue baleado por Cristian Favale y Gabriel “Payaso” Sánchez. Estos últimos fueron condenados como autores materiales del homicidio a 18 años de prisión, mientras que el jefe de la patota, Pablo Marcelo Díaz, recibió la misma pena de 18 años de prisión.
Pedraza, el mandamás de la Unión Ferroviaria por entonces, siempre fue identificado como el cerebro del crimen. En abril de 2013, el Tribunal Oral en lo Criminal 21 de la Capital Federal lo condenó a 15 años de prisión por el delito, aunque la Fiscalía había solicitado perpetua por considerar que tanto Pedraza como su mano derecha, Carlos Fernández, habían sido “instigadores del homicidio”.
Cuando comenzó el proceso judicial, el histórico líder de los ferroviarios fue detenido por la policía en un piso 17 de una torre de lujo en Puerto Madero. Lo ordenó la jueza Wilma López, quien hizo una investigación veloz y prolija junto con la fiscal Cristina Caamaño. En su momento, el gremio de trabajadores rurales había esbozado un plan de lucha para exigir la libertad de Gerónimo “Momo” Venegas. Con Pedraza, ya nadie se animó a tanto.
Los allanamientos a su casa y a sus oficinas, el análisis de las llamadas, revelaron que Pedraza había tenido un rol activo como autor intelectual del ataque a los tercerizados aquel 20 de octubre de 2010. Fue una de las pocas veces que, en casos similares, se condenó a los autores intelectuales del crimen. En cambio, Pedraza no llegó a ser juzgado a raíz de las escuchas que revelaron un supuesto intento de soborno a un juez de la Cámara de Casación, Eduardo Riggi, para que liberara a los siete detenidos de la patota.
Hijo de un peón ferroviario, con una infancia de privaciones, Pedraza fue parte de las corrientes renovadoras del movimiento obrero contra la burocracia sindical. En esa época era cercano al marxismo y a las organizaciones juveniles de izquierda, formó parte de la CGT de los Argentinos, sufrió cárcel en la dictadura de Juan Carlos Onganía. Participó del Grupo de los 25 que enfrentó a la ortodoxia de Herminio Iglesias y Lorenzo Miguel, fue de los sectores combativos contra la dictadura y en los 80 estuvo entre los más radicalizados de la CGT de Saúl Ubaldini. Un cuadro de la clase trabajadora que, en los 90, fue cooptado por las patronales: de esa historia en la calle, Pedraza pasó a ser de los sindicalistas cómplices con las privatizaciones menemistas, que lo llevaron a ser empresario (presidió el directorio del Belgrano Cargas, entre otras funciones). En 2006 fue procesado por un desvío multimillonario de los aportes de los afiliados. “Yo sé lo que es limpiarme la cola con papel de diario en un excusado, y también sé lo que es dormirse sin comer, con un mate cocido en el estómago”, recordó su infancia, muy lejana de su ascenso empresarial menemista.
Desde allí, la degradación fue peor: terminó comandando una patota contra los trabajadores tercerizados y precarizados y a ser recordado como el autor intelectual de un crimen político. Para algunos sindicalistas conversos, sería más piadoso el olvido. Pedraza no tendrá tanta suerte.