Con poco más de 20 mil pesos desembarcó la firma colombiana Rappi en Argentina y “rápidamente” la Ciudad se llenó de jóvenes vestidos de naranja que llevan y traen pedidos día y noche por solo 35 pesos más propina por cada viaje. Jóvenes –en muchos casos inmigrantes– que no están reconocidos como trabajadores, no tienen obra social, vacaciones pagas ni seguro ante accidentes laborales. La empresa se refiere a ellos como “microempresarios”, un eufemismo que les permite ocultar la precarización y flexibilización laboral bajo el discurso del emprendedurismo que tanto le gusta al oficialismo.
Este tipo de emprendimientos que fomentan la precarización laboral se incrementó a partir de 2017, cuando el gobierno de Mauricio Macri impulsó la Ley de Apoyo al Capital Emprendedor, a través de la cual se dio origen a un nuevo tipo de figura legal: la Sociedad por Acciones Simplificada (SAS) que permite crear empresas en solo 24 horas y con un capital equivalente a dos veces el salario mínimo vital y móvil.
María “Maru” Fierro, de 25 años y madre soltera, es una de esas jóvenes. Es, además, la secretaria adjunta de la flamante Asociación del Personal de Plataformas (APP), el primer sindicato de trabajadores y trabajadoras de aplicaciones digitales de América.
–¿Cómo fue el comienzo del trabajo en Rappi?
–Ingresé a la empresa en un momento en que no tenía trabajo y lo que más me interesó fue la flexibilidad de horarios, porque te ofrecían un sistema en el que vos podías conectarte y desconectarte cuando querías. Entonces, me parecía superinteresante poder organizar mi trabajo en torno a mi vida y a las necesidades que tengo como madre. Me pareció que era una buena oportunidad, pero rápidamente me di cuenta de que eso de la flexibilidad horaria no era real, porque no podés conectarte cuando querés sino que tenés que estar disponible en los horarios en que la empresa lo necesita: durante el mediodía y a la noche, en los horarios de almuerzo y cena.
–¿Cómo son las condiciones reales de trabajo?
–Para empezar a trabajar, hay que poner todas las herramientas de trabajo: tenés que poner el vehículo –ya sea bicicleta o moto–, tu celular con un plan de datos que te permita estar conectada todo el tiempo, comprar la caja –entre 300 y 500 pesos según el modelo– y pagar el monotributo porque la empresa nos obliga a ser trabajadores autónomos. Básicamente, el conflicto es que si bien la empresa no nos reconoce como trabajadores, sino como “microempresarios”, sí nos ordena tareas como si fuera un patrón: nos asigna pedidos y organiza nuestros tiempos. Incluso pueden bloquearnos e inhabilitarnos para tomar pedidos por distintos motivos. Y ahí es donde empezó el conflicto, porque nos dimos cuenta de que no podemos decidir absolutamente nada. Además, nosotros cobramos una tarifa por pedido que decide la empresa. Entonces, no somos “microempresarios” ni trabajadores independientes porque estamos totalmente subordinados a lo que ordene la empresa a través de la aplicación.
–¿Cómo es un día normal de trabajo en Rappi?
–Si vivís dentro de la zona en donde recibís pedidos, empezás en tu casa, donde te conectás y esperás a que la aplicación te envíe un pedido. Una vez que arrancás, pueden surgir miles de trabas: por ejemplo, que te cancelen un pedido y te lo cobren a vos porque la empresa no se hace responsable de los pedidos que cancelan los clientes o que un cliente no te quiera pagar porque llegaste después de los 35 minutos porque uno de los slogan de la empresa es “35 minutos o gratis”, pero no aclara quién se hace cargo de eso y eso genera conflictos con los clientes. También te puede pasar que la aplicación te bloquee porque considera que tenés demasiado efectivo: cuando los clientes pagan en efectivo, nosotros tenemos que ir a un RapiPago a depositar la plata. El tema es que hoy están bloqueando en 500 pesos, que es un pedido, entonces vos no podes tomar ningún tipo de pedido hasta que vayas y deposites esos 500 pesos. Y ni hablar que a la noche no hay RapiPagos abiertos, con lo cual haces un pedido y te tenés que volver a tu casa.
–¿Una mujer es más vulnerable en Rappi?
–Ser mujer en este trabajo es difícil porque lo que te piden es que vos pongas la mayor cantidad de tiempo de tu vida a disponibilidad de la empresa para tener un mayor porcentaje de aceptación (el modo en que se califican a los repartidores) y, por ende, que te asignen más pedidos. En el caso las mujeres que tenemos una mayor cantidad de ocupaciones en el hogar, porque las tareas de crianza y cuidado recaen mayormente sobre nosotras, es más difícil poder cumplir con lo que pide la empresa. También está el tema de que somos más vulnerables a la hora de los robos, sobre todo a la noche.
–¿Qué los llevó a crear la Asociación de Personal de Plataformas (APP) y en qué situación se encuentra hoy?
–La creamos porque teníamos que hacer algo y no teníamos a nadie que nos defendiera. Tuvimos un acercamiento con el Sindicato de Motoqueros que, supuestamente, nos iba a ayudar a intervenir frente a estas empresas que nos estaban cerrando las puertas. Rappi nos decía que no se iban a sentar a discutir con gente que no fueran trabajadores y que como nosotros éramos “colaboradores”, no teníamos derecho a discutir nada con la empresa. Pero lo que pasó es que este sindicato que, en teoría, nos iba a apoyar y a defender no solo no lo hizo sino que hizo todo lo contrario e, incluso, nos amenazaron y en mi caso, hasta llegaron a golpearme hace unas semanas. Al ver que este sindicato estaba en vinculación con la empresa y sentirnos tan vulnerables, decidimos hacer algo y se nos ocurrió tomar nuestro propio camino para pelear por lo que nos corresponde como trabajadores. Nos asesoramos y creamos APP. Todos los integrantes de la comisión directiva fuimos elegidos por los trabajadores en reuniones que hacíamos en plazas donde definimos qué hacer y cómo seguir. Además, compartimos cuáles son las principales problemáticas que tenemos como trabajadores. APP hoy se encuentra en proceso de inscripción presentado en la secretaría de Trabajo de la Nación y estamos esperando la resolución que nos reconozca como sindicato.
–¿Cómo tomó la empresa la designación como secretaria adjunta?
–Lo primero que recibí al ponerme al frente de este reclamo fue un bloqueo –es decir, un despido– por parte de la empresa. Yo hoy tengo que trabajar con otras cuentas porque mi cuenta está bloqueada por tiempo indefinido y no se me permite trabajar nada más ni nada menos que por reclamar lo que me corresponde como trabajadora.