En el año del Mundial de fútbol, donde el planeta observó con admiración a Rusia y toda su historia, Buenos Aires también fue el centro de atención por haber sido la sede de los Juegos Olímpicos de la Juventud. Este evento conmocionó a la ciudad durante la primera parte del mes de octubre, y la dejó en una posición expectante como posible anfitriona de los Juegos Olímpicos de mayores. Los protagonistas, jóvenes de entre 14 y 18 años totalmente amateurs, se convirtieron en los futuros atletas que buscarán un lugar en Tokio 2020, o de lo contrario en París 2024. Pero sin duda, el legado que quedó en la Capital Federal tiene un potencial enorme para ser explotado de manera correcta en el futuro.
Argentina obtuvo 32 medallas en estos Juegos: 11 de oro, diez de plata y 11 de bronce. Si bien el objetivo de esta competencia es el desarrollo de los chicos en cada una de sus actividades, el local cuadruplicó la cantidad de medallas conseguidas en los anteriores Juegos de la Juventud. Si se hace un paralelismo con los Juegos de Verano, Argentina obtuvo allí 74 podios a lo largo de la historia. En los Juegos de Invierno nunca se lograron medallas.
El Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) y el Comité Olímpico Argentino (COA) efectuaron para estos Juegos una preselección por todo el país, sumado a las mejoras estructurales para los competidores. En el momento que se eligió la sede (2013), se captaron chicos de 11, 12 y 13 años, con el objetivo de realizar un proyecto de preparación de cuatro años para que se puedan desarrollar. Los competidores fueron llevados a participar en los mejores torneos internacionales para medirse contra las potencias, también concurrieron a clínicas con expertos en sus disciplinas, y recibieron la atención y los cuidados necesarios.
Los chicos que no estuvieron aptos fueron quedando relegados luego de un período de selección, que terminó conformando una delegación nacional de 142 atletas que representó al país de la mejor manera. De esta forma, quedó demostrado que cuando el trabajo es serio, ordenado y transparente puede ofrecer los réditos esperados.
Lo que sucedió con Argentina en los Juegos de la Juventud se debe a dos factores: la mayoría de los países top en el deporte no concurrieron con sus mejores representantes, sino que lo hicieron con equipos de menor nivel, y el local tuvo más deportistas que cualquiera por poseer esa condición, lo que arroja un porcentaje más elevado de llegar a los puestos de podio. La situación provocó ciertos cuestionamientos a la actuación Argentina. Igualmente, si potencias como Estados Unidos o Gran Bretaña, por nombrar algunas, arribaron con competidores de escasa jerarquía fue por decisión de ellos. Y además, si los chicos argentinos no hubieran estado a la altura necesaria podrían haber perdido con rivales de otros países.
A pesar de que el Comité Olímpico Internacional no publique un medallero oficial en estos Juegos, Argentina finalizó en la sexta ubicación, por detrás de Rusia, China, Japón, Hungría y el equipo mixto.
El presidente del Comité Argentino, Gerardo Werthein, fue otro de los que quedó muy bien en la consideración del alemán Thomas Bach, responsable del Comité Internacional, por la acción que ejecutó para que los Juegos se hayan desarrollado de manera óptima. Argentina tiene por delante ahora la gran oportunidad de que estos Juegos se terminen convirtiendo en la plataforma de un movimiento olímpico de excelencia.